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Más de tres meses de estancia en hospitales públicos, me han permitido ver, in situ y en directo, las “políticas sociales” que estamos aplicando, auténticamente racistas contra los españoles de origen.
Cualquier extranjero es mejor tratado que un español, con cuarenta o cincuenta años de cotización.
Por lo visto, eso no importa. Los medios económicos de la seguridad social deben ser de regalo, pues nos dedicamos a despilfarrar los escasos recursos existentes atendiendo a una cifra de entre ocho y diez millones de extranjeros, de los que solo cotizan alrededor de dos millones. (Son datos oficiales; no me invento nada).
¿Y de que viven los entre seis y ocho millones restantes…?
Pues eso me gustaría saber, a mí también.
Las ayudas y prestaciones sociales son solo para ellos.
Todavía espero esperando la visita de un trabajador social, para ver qué necesidades tengo, como consecuencia del ictus sufrido en agosto pasado, que obras de reforma de mi casa debo realizar imperiosamente, etc.
Mientras tanto, todos los extranjeros ingresados son visitados por estos “profesionales” (o comisarios políticos del PSOE y de Unidas Podemos), para informarles de todas las prestaciones a las que tienen “derecho”, y ello con independencia de que no hayan cotizado nada.
Acojonante. No tengo palabras.
No solo eso, sino que se les facilita el alquiler de pisos sociales, a costes mínimos, cuando no directamente subvencionados por el ayuntamiento, la comunidad autónoma, etc.
Esta situación, es general en toda España, y me gustaría recibir opiniones y experiencias al respecto, si es que alguien me lee, que lo dudo.
Lo mismo sucede con los centros de salud.
Mi esposa, harta de llamar treinta veces al ambulatorio, y perder toda la mañana, va al centro, dónde le dan hora para dentro de quince días.
A su lado, una extranjera de color consigue que le den hora para la tarde del mismo día, pues por lo visto tiene “preferencia”.
¿En qué país vivimos…?
Y lo mismo sucede con la asistencia sanitaria en los hospitales, una de las cuatro prestaciones o derechos que tenemos las personas que cotizamos a la seguridad social: asistencia sanitaria, desempleo, invalidez y jubilación.
Pues bien, o más bien mal, en la práctica los hospitales están colapsados, ante la avalancha de pacientes extranjeros, que vienen aquí a operarse del corazón, a hacerse trasplantes, etc., toda una serie de operaciones y tratamientos que son muy costosos, y que consumen los escasos recursos públicos existentes.
Como no se aumentan las plantillas, tampoco se abren nuevos hospitales, etc., excuso decirles que lo que se “regala” a esos millones de extranjeros se les está quitando a los españoles que sí han cotizado para tener una asistencia sanitaria como Dios manda.
Ante la avalancha de pacientes y usuarios, se dan las altas con mucha alegría, y en ocasiones las rehabilitaciones, por ejemplo, como sucede en mi caso, se transforman en “medio rehabilitaciones”.
¿Solución…? Pues rascarte el bolsillo, y acudir a la medicina privada, fisioterapeutas particulares, etc., con lo cual acabas pagando dos veces por el mismo servicio: a la sanidad pública y a la privada…
Con el pequeño inconveniente de que muchas personas, posiblemente millones de personas, no disponen de los necesarios medios económicos para ello, y ven como su derecho a una asistencia sanitaria de calidad, de convierte en agua de borrajas, por mor de esta invasión de nuestro sistema sanitario por personas que ni cotizan ni pagan por las prestaciones correspondientes.
Tras acudir al Instituto Aragonés de Servicios Sociales, nos solicitan decenas de documentos, e información sobre el dinero que tengo ahorrado.
Se penaliza a quiénes no viven al día, y hasta consiguen ahorrar, aunque ello suponga privarse de vacaciones, viajar con un coche viejo, que ya ha cumplido sus primeros treinta años de vida (y que ahora que no nos lee nadie, diré que funciona estupendamente), etc.
¿Dónde está la igualdad, que pregona el artículo 14 de la Constitución…?
¿Las ayudas sociales son sólo para los que gastan más de lo que ganan, no ahorran nada, o viven por encima de sus posibilidades?
No quiero culpar a los profesionales correspondientes de esta situación, pues ellos son unos mandados.
Pero hay una política social que me atrevo a llamar criminal, destinada a marginar a los españoles de origen, en beneficio de los extranjeros, fomentado así el denominado efecto llamada.
Si yo viviera en cualquier país africano, por ejemplo, vendría rápidamente a España, pues aquí conseguiría ayudas sociales, asistencia sanitaria gratuita (gratuita para ellos, no para nosotros), escolarización de los hijos, becas de comedor, ropa gratis y comida en los bancos de alimentos, parroquias, Cáritas, etc., en definitiva, estaría mejor, mucho mejor, que en mi país de origen.
Y tontos no son, desde luego.
Con una población real desempleada entre cinco y seis millones de personas, ¿realmente necesitamos más mano de obra extranjera…?
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