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1º España, un reino acabado
La gestión de la crisis causada por el “bicho chino” ha sido y sigue siendo nefasta. Tenemos el mayor número de muertes del mundo. Y las propuestas que sustenta el gobierno socialista-comunista de Sánchez, incapaz por incapacidad manifiesta de sus miembros y apoyado por lo más abyecto del país: independentistas y ex terroristas de ETA, son muy peligrosas.
La contestación comienza a ser imparable, la crispación entre la población española es más que preocupante y el descredito de este gobierno evidente. Los frentes se abren aquí y allá, y todavía falta el frente sanitario, que será determinante, hoy absolutamente empleado en seguir salvando vidas. A tenor de lo que comienza a ser generalizado en todo el territorio nacional, la contestación al gobierno socialista-comunista de Sánchez, no traduce un simple estado de malestar, perfectamente reconducible, sino un estado de rebelión. La petición por clara y contundente no da lugar a equívocos: ¡Gobierno dimisión!
Siendo este el actual estado de la nación, la situación da lugar a muchas consideraciones, y no debería ser de menor importancia seguir insistiendo en la incapacidad de nuestra forma de Estado, incapacidad que se agudiza ante un gobierno como el que tenemos, que no prescinde de tener como socios a independentistas y ex terroristas de ETA. Vengamos en hacernos las siguientes preguntas:
¿Qué capacidad de gestión tiene Felipe VI ante un gobierno como el de Sánchez-Iglesia que la inmensa mayoría del pueblo español rechaza?
¿Puede ir Felipe VI, la máxima autoridad de España, a cualquier pueblo de Vascongadas sin requerir antes, y durante, la presencia de varias unidades de la Guardia Civil?
¿Acaso Felipe VI es “genial -opinión reciente de su prima, Sofia de Habsburgo- por haber actuado de intermediario en la compra de mascarillas”, una tela con goma que puede hacerse perfectamente en España? Pero hay más.
¿Se puede calificar de farsa por no realista, incluso por caricaturesca, nuestra forma de Estado a tenor de que Felipe VI es titulado de Majestad Católica, rey de Gibraltar, de las dos Sicilias, de los Algarves, de Cerdeña, de Córcega, incluso de Jerusalén, entre otros reinos? ¿Acaso no es una farsa de proporciones mayúsculas que un hombre tan poderoso sea tan ineficaz para su nación? La pregunta final es obligada…
¿Puede una nación seria, una nación que quiera tener futuro sostener esta forma de Estado, absolutamente inoperante?
Pues, a lo que parece, esta situación de esperpento sí que tiene sostenedores muy fiables por venir del campo contrario. Toda una pléyade de conversos, reconvertidos y transformados que para nada se hacen responsables del destrozo que causaron en su momento a España: ex terroristas de diferentes grupos marxistas a los que la feroz dictadura de Franco no les dio garrote, periodistas encumbrados, políticos en las instituciones europeas, musas por la regeneración y jubilados, sobre todo jubilados. La lista comienza a ser tan larga que se necesitaría talar varios montes de eucalipticos. Pongamos un caso.
En el muy monárquico ABC España (18-05-2020), Juan Fernández-Miranda entrevista al ex comunista Ramón Tamames, el mismo que quería traer la Dictadura del Proletariado a la España de 1975, en la que el anciano que se pinta el pelo de amarillo no sólo hace votos por Felipe VI, sino que llega al caso de defender a Franco en el Alzamiento del 18 de Julio, e imputar la responsabilidad de la guerra civil, Cruzada por lo que evito, a Largo Caballero. Que es el retrato de Pablo Iglesia de aquí a no más de 25 años.
¿Cuándo recuperan la cordura algunos? ¿Acaso cuándo, después del consabido destrozó, están suficientemente instalados, han hecho fortuna, han recibido cargos, salen en la prensa escrita y audiovisual, dictan oráculos, compran mansiones…? ¿A cuanta chusma ha alimentado España estos últimos cuarenta años?
2º. Responsables del destrozo de la Patria, y por este orden: Conferencia Episcopal, Fuerzas Armadas y Partido Popular
Lo peor que le puede pasar a un pueblo en perder la memoria. Lo decimos muchas veces. Y si encima de perderla, el vértigo le atenaza, es cuando ese pueblo termina perdiendo el futuro. Y en esas estamos. Por eso, más que seguir al abanderado, lo que deberíamos hacer es el ejercicio que nos propone José Antonio, no otro que “recorrer la vida por el amargo camino de la crítica, aunque sea amargo criticar”.
Atrapados en lo urgente, es posible que no advirtamos lo necesario. O puede que sea al revés. Los problemas que se nos acumulan hoy, en una situación que marcará el futuro de España durante no menos de veinte años, vienen de atrás. Comenzando por la desnaturalización del carácter unitario y autonómico del Estado, que ha mutado, sin que los constitucionalistas sean capaces de encuadrar, lo que para el profesor Sánchez Agesta era una “excepcionalidad constitucional”, en alguna de las varias categorías existentes en el derecho político. Tal es la situación en este apartado fundamental de España, que los independentistas vascos y catalanes han conseguido, no sólo la asimetría territorial, sino la alteración de los principios dogmáticos establecidos por la Constitución: la soberanía residente en el pueblo español; la Nación como entidad histórica y políticamente indivisible; la ciudadanía como garantía de igualdad real de todos los españoles, tanto en derechos como en obligaciones; el idioma español como lengua oficial y común, y el mantenimiento de determinados valores de integración. Éste último también vulnerado por efecto del odio indisimulado a la fe católica, mayoritaria en la sociedad española, hasta constituir un Estado laicista; y en otro orden de cosas, por efecto de una inmigración de todas partes del mundo, absolutamente desbordada, que iguala en todos los sentidos al nacional y al extranjero. Y viene al caso que hoy también apuntemos la grave situación en la se encuentra nuestra integridad como nación soberana, como consecuencia de la ofensiva que ejerce Marruecos sobre nuestras aguas territoriales. Por no referirnos al olvidado pleito sobre Gibraltar.
Problema de enorme calado a lo que sumaríamos la vulneración de la concepción del principio de legalidad como consecuencia de la falta de independencia en el Poder Judicial, que ha alcanzado niveles insólitos en la abogacía del Estado y en el Ministerio Fiscal. Así como en la credibilidad del Tribunal Constitucional y en la independencia del Consejo General del Poder Judicial. Y por último, para terminar admitiendo que el actual gobierno de la Corona está sostenido por quienes pretenden liquidar el Estado.
Siendo esta la situación, y no otra, cuya nota más destacada sería que de vicepresidente del gobierno de España tenemos al miembro más destacado del Trío Basura, el mequetrefe de Pablo Iglesias, ocupémonos de saber por qué se ha llegado a esta situación que los mejores españoles llevamos denunciando desde hacer cuarenta años:
¿Cuál ha sido el papel de la Jerarquía católica con una misión sagrada que cumplir en un país que era mayoritariamente católico? Y desde esta consideración, ¿qué responsabilidad podemos imputar en el evidente estado de degradación moral de España a monseñor Blázquez, que fue presidente de la Conferencia Episcopal Española desde 2014 a 2020, o a monseñor Cañizares, vicepresidente de la Conferencia, permanentemente del brazo del PSOE entre 2005 a 2008?
¿Qué papel han desempeñado las Fuerzas Armadas cuya función, misión y servidumbre va más allá de saludar en primer tiempo de saludo? A tenor de lo evidenciado, pongamos respecto a ETA y en la actualidad al alzamiento de Cataluña, ¿es Julio José Rodríguez, ya saben, el antisistema que fue jefe del Estado Mayor de la Defensa entre 2008 y 2011, la clave del virus que se ha inoculado en las Fuerzas Armadas de España?
¿No ha sido el Partido Popular un fiasco de proporciones mayúsculas, perdiendo aceite, engañando hasta terminar abjurando de los valores sobre los que se constituyó, a rebujo de las políticas sociales de la izquierda y sostenido por el miedo a la quiebra económica que ocasionaría el PSOE? ¿Por qué no se ordena callar a voz de pajarito, José María Aznar, bajo pena de cárcel?
No digo que sean todas las preguntas que deberíamos hacernos, pero sí las suficientes. Ahora que cada uno conteste. De todas las respuestas podríamos hacer la Tesis de la quiebra de España.
Y una última cuestión. Somos más de lo que parece y hay que ir a por todas, la clave para cualquier cambio está marcada desde hace mucho…. “de la ley a la ley a través de la ley”. Y lo más importante, que el Estado de Derecho está sobre cualquier gobierno, especialmente si es el caso de un gobierno que conduce a la nación hacia la tiranía con sus arbitrariedades.
En conclusión. El Estado no es Sánchez.
3º Un paso al frente en el Estado social
De sobra sabemos que los gobiernos del PSOE se han sostenido en la cuestión social, aparte de en las concomitancias con la vida hoy censurada del Emérito. La última subida del SMI, justa y necesaria, ha conseguido llevar al Trio de la Basura (Iglesias, Monedero y Errejón) al poder. No deberíamos descuidar esta cuestión. Pero antes que nada porque el Estado social es una cuestión prioritaria de la política nacional, y además no hace falta inventar nada.
Cuando cayó el comunismo, dada su ideología sobre el hombre y sobre el mundo, el orden económico mundial, en pocas manos y mentes siniestras, impuso el capitalismo sin corsé, y aunque esa vuelta de rosca nos condujo a una crisis económica (2008) parecida a la de 1929, no se ha aprendido nada.
Insistamos en ello. No hace falta inventar nada, vengamos en ver la posibilidad de implementar el orden económico de España sobre la Doctrina Social de la Iglesia, y documentos no nos faltan para advertir la necesidad de no contraponer trabajo y capital, por cuanto la economía debe potenciar el desarrollo social de las naciones, siempre al servicio del hombre y de la cooperación internacional, hasta el grado de intentar la participación de los trabajadores en la propiedad y en la gestión de las empresas.
Leamos pues, esos documentos: Renum novarum (1891), Gaudium et Spes (1956), Populorum pregessio (1967), Octogesima adveniens (1971), Sollicitudo rei sociales (1987), Centessimus annus (1991) y Laudato si (2015). Documentos que advierten de los efectos deshumanizadores del liberal-capitalismo, que es además un problema de proporción mundial y graves consecuencias futuras. De ahí la sería advertencia de la Iglesia en que se considere al hombre como lo que es, esto es, que se considere al hombre en su condición de ser creado, amado por Dios y redimido por Cristo.
Si somos capaces de verla la cuestión económica bajo esta realidad que nos llama, que es la verdadera justicia social, la izquierda tendrá que volver a las alcantarillas perseguida por hombre buenos.
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