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Actualmente, el Museo Nacional del Prado ofrece una exposición titulada “Otro Renacimiento. Artistas españoles en Nápoles a comienzos del Cinquecento”[1]. Un recorrido que viene a ilustrar la estrecha relación entre España y Nápoles en el Renacimiento, y que, a su vez, más allá de representar un episodio parcial, puntual o anecdótico, se inscribe en una relación cultural mucho más duradera entre España e Italia. Algo evidente, pero, por desgracia, ignorado por muchos compatriotas. Recuérdese que gran parte de Italia perteneció a la Corona Española durante siglos y, concretamente, Nápoles[2], desde 1503 hasta 1707; y, como es lógico, los intercambios fueron numerosos en todos los ámbitos.
En lo que toca a las artes –y de forma más específica, en lo que respecta a la pintura y escultura, que son los campos a los que nos ceñiremos–, la comunicación entre Italia y España no fue una simple transmisión unidireccional –como a menudo se nos ha hecho creer–, sino más bien una relación de ida y vuelta, como corresponde a la longeva unión bajo una corona común y al factor decisivo de compartir una misma cultura.
Dicha circunstancia se manifiesta de forma nítida en varios hechos:

En primer lugar, la presencia de artistas españoles en la Italia[3] renacentista: véase Pedro Berruguete (c.1450-c.1503) y su hijo Alonso (c.1490-1561), Pedro Machuca (c.1490-1550)[4], Diego de Siloe (c.1495-1563), Bartolomé Ordóñez (1480-1520), Gaspar Becerra (1520-1568)[5], Pedro Fernández (1480-1521) o Damián Forment (c.1480-c.1540), entre otros. Pintores y escultores que, como el mismo Diego Velázquez en el siglo XVII[6], y los pensionados en Roma por la Real Academia de San Fernando en los siglos XVIII y XIX, visitaron el país transalpino, se formaron allí y regresaron a España tras una estancia más o menos larga.
A ellos habría que sumar los que se afincaron en Italia, como el ilustre José de Ribera (1591-1652), conocido como Lo Spagnoletto, o bien nacieron allí, como Giuseppe Crespi (1665-1747), apodado Lo Spagnuolo.

Quizá, quien mejor encarnó una relación artística de ida y vuelta entre España e Italia fue el ya citado Bartolomé Ordóñez (Burgos, 1480 – Carrara, 1520), que, siendo discípulo del italiano Domenico Fancelli (Settignano, 1469 – Zaragoza 1519)[7], trabajó en distintas ciudades de Italia y falleció en el país transalpino dejando discípulos italianos. De hecho, el escultor napolitano más importante del siglo XVI, Girolamo Santacroce (c.1502-1535), se formó con Ordóñez y Siloe[8], y, a la muerte del maestro Ordóñez, tanto Santacroce como Pietro da Carona y Giangiacomo de Brescia fueron los encargados de completar el monumento funerario al Cardenal Cisneros en 1522.
Otros casos similares, aunque relativos a la pintura, los ofrecen el toledano Pedro Machuca, que, influido tanto por Rafael Sanzio como por Miguel Ángel, influyó a su vez en Andrea Sabatini da Salerno (c.1485-1530)[9]; o el murciano Pedro Fernández (1480-1521), que también trabajó en el taller de Rafael en Roma en las décadas de 1510 y 1520, y extendió su “manera” en Milán, Lacio y Campania –principalmente en Nápoles–.

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Así mismo, debemos recordar la presencia de italianos en España: desde los que trabajaron en El Escorial[10] a los traídos más tarde por Carlos III[11]; sin olvidar a otros que también recibieron importantes encargos en nuestro país; véase, por ejemplo, Pietro Tacca (1577-1640), autor del monumento ecuestre a Felipe IV en la Plaza de Oriente de Madrid.
A esta nómina cabría añadir los italianos afincados en España: véase Pietro Torrigiano (Florencia, 1472 – Sevilla, 1528); Sofonisba de Anguissola (c.1535-1625)[12]; los Carducci –hispanizados como Carducho–[13], los Cascese –Cajés en español–[14], o los Rizzi –o Rizi en español–, destacados pintores tanto Antonio (Ancona, c.1565 – Madrid, c.1635) como su hijo Francisco (Madrid, 1614-1685).
Finalmente, la comunicación artística entre Italia y España también se manifiesta en la presencia de apellidos españoles en artistas italianos y viceversa. Ya en el siglo XIX, por ejemplo, el escultor madrileño José Pagniucci Zumel[15]; el pintor Vicente Palamaroli González, nacido en la villa madrileña de Zarazalejo; los hermanos Garnelo y Alda (Manuel y José), naturales de Enguera (Valencia) y Montilla (Jaén) respectivamente; o los Mélida Alinari (Enrique, Arturo[16] y José Ramón) así lo atestiguan. Y, por supuesto, en sentido contrario, hay artistas italianos, como el pintor siciliano Giuseppe Velasco (1750-1827) o el extraordinario escultor Ettore Ximenes (1855-1926), de evidentes raíces hispanas.
Todo lo expuesto merece subrayarse porque hoy, para demasiados españoles, el Renacimiento sigue pareciendo una cosa italiana que pasó por aquí de refilón, y a menudo se minusvaloran las infinitas manifestaciones artísticas del Renacimiento español en las letras, la música, la arquitectura, escultura y la pintura. Pero también porque en unos tiempos en que son tantos los que, ayunos de referentes, no saben de dónde vienen ni a dónde van, no está de más recordar que la estrecha vinculación histórica con Italia explica nuestra común y luminosa herencia cultural.

[1] Del 18 de octubre de 2022 al 29 enero de 2023.
[2] Entonces, la ciudad más grande de Europa junto a París.
[3] Manuel Gómez Moreno. Las águilas del Renacimiento español. CSIC, Madrid, 1941.

Tommaso Mozzati y Antonio Natali. Norma e capriccio. Spagnoli in Italia agli esordi della «maniera moderna», Giunti Editore, Florencia, 2013. Catálogo de la exposición homónima en la Galería de los Uffizi entre el 05-marzo y el 26 de mayo de 2013.
[4] Trabajó en la decoración de las Logias del Vaticano –concretamente en la Logia de León X– junto a otros discípulos de Rafael como Baldassarre Peruzzi (1481-1536), Giulio Romano (c.1499-1566), Polidoro de Caravaggio (c.1499-1543) y Perin del Vaga (1501-1547). Está documentada una primera estancia en Roma al menos desde 1514 hasta 1520 y, según la investigadora Liliana Campos, en su libro Pedro Machuca en Italia y en España –Universidad de Jaén, 2021–,  una segunda en 1527.
[5] Vivió en Roma desde 1536 hasta 1556. Trabajó con Danielle da Volterra en los frescos de la Capilla de Lucrezia della Rovere en la  iglesia de la Trinità dei Monti, en Roma. Excelente anatomista, ilustró la magna Historia de la composición del cuerpo humano de Juan Valverde de Amusco.
[6] Primer viaje a Italia: de agosto de 1639 a enero de 1631. Segundo viaje: de noviembre de 1648 a junio de 1651.
[7] Autor del sepulcro del cardenal Diego Hurtado de Mendoza (1509) en la Capilla de la Virgen de la Antigua de la catedral de Sevilla; del sepulcro del Infante Don Juan (1512-13), en la iglesia de Santo Tomás, en Ávila; del sepulcro de los Reyes Católicos (1516-17) en la Capilla Real de la Catedral de Granada y del sepulcro del cardenal Cisneros en Alcalá de Henares. Obra esta última que no pudieron ver culminada ni Fancelli ni Bartolomé Ordóñez, fallecido apenas un año después.
[8] Riccardo Naldi. Bartolomè Ordoñez e Diego de Siloe. Due Scultori Spagnoli a Napoli agli Inizi del Cinqueccento, Editorial Arte,m, 2019.
[9] Según la investigadora Liliana Campos, en su libro Pedro Machuca en Italia y en España, el artista estuvo en Italia al menos entre 1514 y 1520 y durante un segundo período, en 1527, en Nápoles.
[10] El arquitecto Federico Zuccaro, el pintor Luca Giordano, los escultores Leone Leoni (1509-1590) y su hijo Pompeo (1533-1608), etc.
[11] Véase los arquitectos Filippo Juvarra (Mesina, 1678 – Madrid, 1736), Giovanni Battista Sacchetti (Turín, 1690 – Madrid, 1764) y Francesco Sabatini (Palermo, 1721 – Madrid, 1797); el escultor Giovanni Domenico Olivieri (Carrara, 1706 – Madrid, 1762); los porcelanistas Giuseppe, Carlo y Felipe Gricci; los Galeotti –toda una saga de marmolistas encabezada por Domenico, y seguida por su hijo Giambattista y sus nietos Giuseppe y Domenico–, o el pintor Giambattista Tiepolo (Venecia, 1696 – Madrid, 1770).
[12] Sofonisba trabajó para Felipe II de 1560 a 1573, casó con Fabrizio Moncada y murió en Palermo.
[13] Vicente Carducci (Florencia, c.1577 – Madrid, 1638) fue autor, entre otros, de los 56 cuadros del claustro del monasterio de Santa María del Paular. Se instaló en Madrid junto a su hermano Bartolomé (Florencia, c.1560 – Madrid, 1608).
[14] Patricio (Arezzo, c.1540 – Madrid, 1612) y su hijo Eugenio (Madrid, 1574-1634).
[15] Hijo del también escultor José Pagniucci Baratta (c.1800-1871).
[16] Autor, entre otras obras, del magnífico sepulcro de Colón en la catedral de Sevilla.

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