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Hace tiempo que venimos observando ciertos complejos en Pedro Sánchez cuando se enfrenta a Núñez Feijóo en el Senado. Los expertos también aprecian cómo se muerde la mandíbula ante situaciones incómodas y, frente a Alberto Núñez, el gesto lo repite constantemente. Numerosas fotografías y secuencias grabadas lo demuestran. A ello se une otro gesto de «mala uva»: mirar de reojo al contrario o justo por debajo de las cejas sin levantar la vista y con el ceño fruncido. Suele hacerlo cuando recibe un repaso a su exposición o lo ponen frente a su espejo de mentiras, trampas, bulos y previsiones desafortunadas. Cada vez estoy más convencido de que al psicópata es la maldad lo que le mantiene.
Si Sánchez se fiaba del excesivo tiempo que tenía en el Senado para desbaratar los argumentos del «gallego de lujo», lo cierto es que fallaron las previsiones como viene siendo costumbre. Feijóo desarmó los argumentos del presidente siguiendo la línea recta: ponerlo ante el espejo de su demostrada falta de transparencia, sus mentiras habituales, su indisimulada estupidez y frente a la realidad del país.
Cada uno es hijo de sus obras y, precisamente por eso, Pedro Sánchez «el mentiroso» salió trasquilado, a la vez que reforzado el ínclito gallego. Claro que, para reforzar a Sánchez, ya está el degradado y denigrado CIS con su cocinero a la cabeza y toda su maldad centrada en vender burras cojas, solteras y enfermizas como lo son sus encuestas. Tezanos echa un capote a Sánchez, a la vez que echa el quilo.
No estuvo de más que el jefe de la oposición recordara y exigiera al presidente del Gobierno socialcomunista la retirada de sus «hipotecas generales del Estado» para el año 2023. El propio Sánchez se sintió desarmado e hizo uso de sus habituales gestos de contradicción y cabreo. «¿Que el Gobierno haya fallado siempre en sus predicciones económicas será insolvencia o mala fe?», espetó Núñez Feijóo a Sánchez ante la cara ruborizada y de vergüenza de Nadia Calviño: otra a quien le traicionan los gestos y reacciones; es decir, desde su forzada sonrisa hasta el encendido de su cara como si tuviera instalada una bombilla roja tras los mofletes.
El presidente del Gobierno se ha quedado sin discurso triunfalista en el Senado. Iba dispuesto a mentir tras no haber trabajado: llevó el mismo discurso que leyó en el Congreso de los Diputados y el inteligente gallego volvió a pillarlo en falta. El mentiroso, Pedro, no parece haber descubierto eso del gallego y la escalera. Más hábil, listo y encendido que el desidioso presidente, Feijóo demostró una claridad de ideas que Sánchez ya no tiene si no usa la mentira y la falsedad como comodines. Lo peor de todo es que sus ministros se han acomodado a esa forma rastrera de actuar. De casta viene a los galgos, aunque sean simples podencos ministeriales.
La credibilidad del presidente ya es nula. En Europa avisan de que, cuando vuelva España a pedir fondos, deberá demostrar que los ha gastado y empleado siguiendo los objetivos marcados, así como que ya dispone de un órgano responsable de la distribución, correcta contabilidad y equilibrio en el reparto empresarial y por comunidades. Hasta ahora han ido chapuza tras chapuza, despreocupándose de ello. Creían que no habría control europeo y por eso a Hacienda le importaban los fondos un pepino, dos rábanos y tres pimientos.
La prueba del bodrio existente es que María Jesús Montero se ha asustado y ha procedido a cesar a la antigua responsable de ello en el Ministerio de Hacienda. Comprobarán, amigos lectores, que ni siquiera aciertan cuando rectifican, si es que proceden a hacerlo. Y como lo harán mal, podremos comprobar que echan la culpa al maestro armero, a la vez que claman a Poncio Pilato. En pocas palabras: como buenos hipócritas, tienen más conchas que un galápago.
¿Hay alguien que pueda demostrar que Sánchez no representa un modelo «agotado» y basado en falsas previsiones? La prueba es que nos ha engañado hasta en el propio IPC, como creía que nos engañaba con las numerosas ilegalidades cometidas durante la pandemia. También los propios organismos independientes lo han puesto de manifiesto y la ciudadanía se ha mofado de cómo Nadia Calviño rectificaba sus previsiones una y otra vez.
Revisen la hemeroteca y comprueben cómo el Banco de España, la AiRef, BBVA, FMI y Funcas, entre otros, han metido el dedo en el ojo al Gobierno y particularmente a la vicepresidenta primera y ministra de economía. No solo le han leído la cartilla, también le han partido el eje.
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