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Ajustadísima camisola, engominado peinado estilo «cenicero», collar de cuentas, ojos ligeramente beodos, cautivadora y veraz sonrisa binaca, creíble despreocupación, pectorales diríase que tallados por el egregio Praxíteles: he ahí a un humano, razonablemente atractivo, de nombre, les sonará, Pedro Sánchez Pérez-Castejón. Alguien que, todavía, ignoraba, o aparentaba ignorar, ser un pura sangre woke. Entonces, un fascinado bon vivant, un despreocupado del futuro (político) que no atendía a premura alguna ni a lo políticamente correcto, sino que confiaba en el eficaz efecto balsámico de generosas y bien mixturadas dosis de ron con cola –y tal vez de otras nevadas sustancias- mientras en el chiringo de la playa sonaba, incansable, hasta el arribo de la alborada, uno de los cúlmenes musicales de Blur:  Song 2.

“Malo”, pero aproximadamente humano

Leve y noventera estampa, captado Sánchez en fausto instante, gloriosamente custodiado por ignota y, en principio, hermosa joven que luce un sombrero vaquero y con la que aparenta disfrutar de una parrandeada noche de fiesta. Él, Pedro, nuestro actual e ilegítimo títere NOM, humano, demasiado humano.

La imagen, muy aciagos años, tardofelipistas o aznaríes, ese tiempo en el que nos dijeron que fuimos felices. La moza que se abraza a Cum Fraude nos sirve para corroborar lo que siempre se ha comentado del Sánchez humano previo a la «escalada» (con su consiguiente «desescalada») en el aparato del PSOE – cuatro letras, cuatro mentiras – y acabar ennoviándose con la legítima (¿legítimo?), verbigracia: era un puto bala perdida, un ligón de playa (y de urbe), un perito en clausurar antros y garitos y boliches. Era, conjugándolo pésimamente, «malo». Pero aproximadamente humano.

Extasi Extano, porque no había un mañana

Esa camiseta ajustada, ese collar de cuentas, ese pelopincho deviene apretada síntesis de una España que hace tiempo feneció, corruptísimo tardofelipismo y atroz aznarato, su funesto España va bien, España funciona: la de las primeras ediciones del letal Gran Hermano, la nocherniegas rutas del bakalao, Chimo Bayo mediante, Extasi Extano, la de las frenéticas raves en los maños Monegros para cabriolear más allá del amanecida al son del sin par Carl Cox, las imperdibles expediciones agosteñas al castellonense FIB porque siempre tocaba Placebo de puta madre y, horror, el boom de los primeros tronistas.

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Una España que ya no existe compendiada en ese pelo engominado, peinado hacia arriba con mimo y cuidado y sutil precisión, frisando el hortera, horterísimo estilo ‘cenicero’. Por desgracia, espantajo estético, el peinado del momento, sucumbiendo él y casi toda la peña a horrísonas modas. Pero, ojo, el collar. Punto de no retorno. Ese collar de cuentas, marfileñas y amarronadas alternándose, comprado a un hippie en ibicenca ínsula. De hecho, el collar de cuentas culmina a la perfección el conjunto, un toque surfero, muy Le llaman Bodhi, para acabar cincelando con todo ello un look completamente desinhibido. Sin un mañana por venir.

Esa afligida estética dominante – ese «inconsciente» y funesto y ominoso gregarismo que llevaba a cualquier menda lerenda a hacerse tribal tatuaje, perfilarse tenebrosa perilla o hacerse un alisado japonés -, pero que transitando las calendas, ains, abisman al personal en amarga y apesadumbrada y desconsolada nostalgia, tenuemente ribeteada de cierta vergüenza propia…

Hacia el lado oscuro de la Fuerza

…En 1995, Sánchez participó junto a la ONU para negociar el definitivo descuartizamiento de Yugoslavia promovida por la asesina OTAN, liderada en esos momentos por el criminal de guerra, Javier Solana, hermano de Luis Solana (memento Alcácer). El Clan de los Solana, pues.

A finales de ese año, en el núcleo de la inducida guerra balcánica, Sánchez se desplazó hasta Dayton, ciudad industrial de Ohio, donde se celebró la conferencia-farsa que pretendía poner fin al “conflicto”. Fue junto a una delegación española dirigida por Carlos Westendorp, ‘Alto Representante ‘ de la ONU durante dos años. En su equipo incluyó a Sánchez.

Dos años después, el Lenin de Tetuán participó en el programa de debate Moros y Cristianos presentado por Javier Sardá. En aquel momento, tal y como manifestaba Mediaset, el ahora presidente acababa de comenzar sus estudios de Ciencias Políticas, y en su intervención «ya se destilaba su espíritu inconformista y algo rebelde que los años y las responsabilidades han ido domando». Sic.

De Pedro Sánchez a Perro Sandez: cumpliendo genocidas agendas

En 2011, Pedro Sánchez formó parte de una delegación del sorosiano National Democratic Institute (NDI), que realizó un seguimiento de las elecciones marroquíes del 25 de noviembre del citado año para «supervisar la legalidad del proceso». El grupo, en representación del lobby del Partido Demócrata americano  – tal cual está inscrito en el registro de la masónica Bruselas – , se hallaba formado por Francesca Binda (Canadá), Tova Andrea Wang (Usa), Jeffrey England (Usa), director residente del NDI en el país alauí, y, claro, el propio Sánchez.

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Luego, lo sabido. Idas y venidas en el PSOE. Mociones de censura. E ilegítimas presidencias, con masónicos saludos de “despedida” al ecto-plasma Rajoy. Sánchez virando hacia Palpatine. O, tal vez, Darth Vader. Ascendiendo grado y escalones en la Pirámide. Es lo que hay: el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente. El poder, siempre corruptor. Para alcanzarlo, incluso microfísicas migajas. O para mantenerlo. Sánchez, otro verbigracia…

…El yayo Soros, cómo no, clave de bóveda. O Piedra Rosetta. Nueva York, cautivadora ciudad de citas. Una dócil marioneta puesta por los siniestros globalistas para reventar España del todo. Fase solve, hoy. En dos años, Cagado, fase coagula. Y las genocidas agendas, cumpliéndose a la perfección. La 2030. O la, menos conocida y más inhumana, 2045. Y más allá. Lo llevan con cierto retraso, pero sin tocar apenas comas. Ni puntos.

En fin.

Autor

Luys Coleto
Luys Coleto
Nacido en Bilbao, vive en Madrid, tierra de todos los transterrados de España. Escaqueado de la existencia, el periodismo, amor de juventud, representa para él lo contrario a las hodiernas hordas de amanuenses poseídos por el miedo y la ideología. Amante, también, de disquisiciones teológicas y filosóficas diversas, pluma y la espada le sirven para mitigar, entre otros menesteres, dentro de lo que cabe, la gramsciana y apabullante hegemonía cultural de los socialismos liberticidas, de derechas y de izquierdas.