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El pasado 15 de mayo Iñaki Anasagasti publicaba en face book una extensa crónica recordando batallitas, para, de paso, dar leña a Putin, lo cual es fácil pues sumarse a la moda informativa donde se simplifican temas complejos con argumentos fáciles de estilo maniqueo es lo que queda bonito en el panorama de la sofística que domina en el contexto de la Agenda 2030 y del Orden Mundial al que este señor rinde pleitesía. Ya saben que ser nacionalista y globalista a la vez es como ser blanco a medias, es decir gris. Pero esa es la realidad de los hechos efectivos.

En el citado mensaje, el protagonista de aquella famosa frase de “loro viejo no sabe hablar”, para excusarse por no saber vascuence, al tiempo que exigía a los demás que lo aprendieran, aprovecha que el Pisuerga pasa por Valladolid y por otros castellanos lugares, para referirse con estas palabras a la negociación del Estatuto de Autonomía Vasco por aquellos tiempos: “Al regresar de Moscú me tocó en el avión el asiento contiguo a Javier Rupérez. Me hizo una confesión. Él y Fernando Alvarez Miranda habían sido enviados a Alemania, Bélgica, Venezuela y Estados Unidos en 1979. Suárez no estaba dispuesto a admitir la Disposición Adicional del Estatuto de Gernika (sic) y consideraban la posibilidad de enfrentarse frontalmente (sic) al PNV y debían explicarlo a estos países donde se suponía teníamos amigos y entrada. La Disposición es la que dice que ‘la aceptación del régimen de autonomía que se establece en el presente estatuto no implica renuncia del Pueblo Vasco a los derechos que como tal le hubieran podido corresponder en virtud de su historia…’ [las negrillas son mías] No era admisible. Sin embargo, tras quince días viajando por el mundo, al llegar a Barajas compraron en el terminal El País que decía con grandes letras en su portada que Suárez había aprobado el proyecto de ley estatutario con Disposición incorporada. Casi les da algo. Un dato para la historia. Como lo que me dijo Suárez delante de Benegas. ‘Solo cuando estuve dispuesto a dimitir abordé la devolución del Concierto par Gipuzkoa (sic) y Bizkaia (sic). Hoy no sería posible. Otro dato.”

Hombre, pues supongo que Anasagasti se dará cuenta de que con esta revelación no pone precisamente en el altar de los justos a Suárez y su loada trayectoria que tan vehementemente acostumbran los   apologetas de la Transición transacional, salvo, ¡¡¡oh paradojas!!!, por os vinculados al señor Anasagasti.

Señor Anasagasti. Si usted lee, cosa que no preveo, este artículo de este humilde sufridor del Régimen psudodemocrático  de los exégetas del nacionalismo aranista vasco, podrá ilustrarse de lo que decía un exiliado como usted con peor fortuna como fue Claudio Sánchez Albornoz, en relación a “[…] los derechos que hubieran podido corresponder [a Euskadi] en razón de su historia”.  Vayamos a ello….

Palabras literales de Claudio Sánchez Albornoz recogidas en  su libro Vascos y Navarros en su primera Historia (pp 403 y ss) y en los voluminosos tomos de España un enigma histórico (Como es posible que Anasagasti desconozca que Sánchez Albornoz fue uno de los más reconocidos medievalistas, significo esto hecho pues las palabras del ilustre presidente del gobierno de la II República en el exilio pertenecía, a esa estirpe que es “rara avis” en el panorama político).

Veamos derechos históricos, si es que existen… “Las tierras vasconizadas en el siglo V -los vascos actuales- continuaron integrando, por tanto, el embrión de España bajo el gobierno del monarca de Oviedo. Y cabe deducir que colaboraron a las empresas comunes con lealtad y con entusiasmo, de la ausencia de todo movimiento secesionista vasco contra el Rey Casto durante el medio siglo que reinó en Asturias. A lo largo de esas cinco décadas el País Vasco resistió con heroísmo las acometidas sarracenas, como las resistieron cántabros, astures y gallegos, a cuyos destinos se hallaba gustosamente vinculados los vascos defendieron a veces con los otros súbditos de Alfonso II los pasos de entrada a la Asturias transmontana. Mientras, el otro pueblo de habla eúscara (sic) vivía unido a los renegados del valle del Ebro a quienes debían el poder los Aristas, y vivía de ordinario en paz con Al Andalus. Sólo después de la ruptura entre navarros y muladíes, a mediados de siglo, por causas que he estudiado al examinar las relaciones de los vascos y los árabes, cambiaron los soberanos de Pamplona  el rumbo de la política internacional y se acercaron a los reyes de Oviedo. Pero el último de los Aristas, Fortún, prisionero en Córdoba durante algunos años y abuelo de un príncipe andaluz en su hija engendró el futuro emir Abd-Allah al padre de Abd al-Rahman IIIsiguió mediatizado por los islamitas cordobeses. Y fue preciso el golpe de estado del 905 -apoyado por Alfonso de Oviedo y por el conde de Pallarspara que en Navarra empezara a reinar una nueva dinastía, fiel aliada de los soberanos de Asturias y León contra los musulmanes.”  “Los dos pueblos de habla vasca siguieron separados: los vascos de hoy continuaron unidos a los otros pueblos cristianos, regidos desde Oviedo y en seguida desde León, la nueva sede regia. Durante muchas décadas alaveses y vizcaínos resistieron, unidos a los castellanos, los ataques de los últimos cachorros de los Banu Muza. Los vascos contribuyeron con sus hombres y su espíritu al nacimiento de Castilla; y del condado de Castilla formaron parte esencial durante el siglo X. Los documentos acreditan la importancia de la aportación vasca a la colonización de las nuevas tierras castellanas ya testiguan la extensión de la autoridad condal de Fernán Gonzáles yd e sus sucesores hasta muy dentro de la tierra eúscara. Integró ésta, por tanto, la nueva comunidad histórica llamada a los más altos destinos; y dio con ella sus primeros pasos en la historia. Sólo a fines del siglo X Navarra se anexionó una parte de Alava y sólo en 1029, tras la crisis de la dinastía condal castellana, Sancho III el Mayor incorporó a su reino la nueva Vasconia la Euscadi de hoy y la Castilla de antaño, que así siguieron juntas su declinación hacia Pamplona. […]”  “Poseen los vascos una contextura temperamental propia, como poseen otras distintas cada una de las agrupaciones regionales hispanas, pero su estructura funcional no los distingue radicalmente de los demás grupos humanos de España. Las características, ditirámbicas o peyorativas, que se les atribuyen coinciden en su esencia con las que constituyen la esencia de lo hispánico. Es sugestivo el paralelo entre la manera de estar en la vida que suele definirse como típica de los españoles y la contextura vital de los éuscaros o vascos; ese paralelo descubre el estrecho parentesco que las une. Tal coincidencia se explica sin esfuerzo, pues ha sido en Castilla donde se ha forjado el arquetipo de los hispánico y lo castellano en buena parte prolongación histórica de lo vasco. Son mayores las diferencias que van apartando a lo éuscaro de los estilos de vida de las otras comunidades humanas de Hispania. Desde el sencillo y rígido pivote de Vasconia, las varillas del abanico español avanzan lentamente hacia el barroquismo portugués, el barroquismo andaluz y el barroquismo levantino. Lo vasco sería la raíz cúbica de lo hispano; y lo portugués, lo andaluz y lo levantino, lo español elevado al cubo. La fidelidad de los vascos a su tradicional estilo de vida tampoco ha sido dispar de la que han guardado al suyo Galicia, Asturias, Castilla, Andalucía, por ejemplo. La única causa de diferenciación entre los vascos y los otros españoles estriba en la perduración, en una zona cada vez más reducida de Vasconia, de la vieja lengua éuscara, que Dios conserve por los siglos de los siglos. Es decir, ni la raza ni la historia ni la contextura temperamental ni el amor al ayer… separan a los vascos de los otros hermanos de España. Los distingue de ellos solamente la supervivencia entre los vascos de un habla que en el extremo límite de la hoya y de los montes vascones ha resistido al avance, allí particularmente despacioso, de la romanización. La perduración no interrumpida de se proceso va haciéndola retroceder poco a poco, de continuo hacia los Pirineos. El euscaro no es, por tanto, el habla de todos los vascos: muchos de ellos no la entienden hace tiempo. El que hoy llamamos español es tan legítimo patrimonio de los habitantes de Euzcadi como de los hijos de Castilla. Muchos vascos comenzaron a hablarlo tan temprano como los primitivos castellanos, mucho antes que los castellanos del Duero hacia el sur. […] 

“Vasconia o la España sin romanizar. Sí; y además la abuela de España. Como dije al principio de estas páginas, a través de Castilla, a cuya generación contribuyeron, los vascones han proyectado su espíritu y su temperamento hacia Hispania y hacia todos los pueblos hispanos, y por eso España y lo español pueden ser pensados desde el país vasco. He aquí por qué Vasconia o la España sin romanizar es la abuela de la España actual. La abuela gruñona que no se reconoce en su nieta y reniega de ella. La abuela que sueña grandezas de tiempos pasados y que repite gestos y dichos de entonces  Dios y fueros- es un lema digno de labios medievales. La abuela tozuda que quisiera vivir como antaño el sentido particularista de los vascos es de pura estirpe hispana. La abuela que todos comprendemos y amamos con filial devoción; a la que es prudente dejar vivir a su agrado dentro de la patria común española -también su hija, Castilla, gustó en tiempos de vivir libremente. La abuela que guarda todavía recuerdos de nuestro más remoto ayer, de un ayer muchas veces milenario, cuyas raíces de hunden en la primigenia tierra de España”

 

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Pues eso…