19/05/2024 03:50
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Reconozco que no solamente tengo un agotamiento mental sino existencial ante un personaje como Sánchez y la tropa que le rodea. Pero también la tengo ante partidos como el Partido Popular, incapaz de articular un mensaje que vaya más allá de lo episódico, sin el más mínimo atisbo de trama antropológica y cultural que recuerde en algo lo que fuimos y hemos dejado de serlo por no creer en nosotros mismos.

 Y también me inunda un profundo pozo en el alma que me hace ser escéptico respecto a las posibilidades de regeneración con las generaciones posteriores al año 1970, año en el que se diseñó la trasformación cognitiva que ha derruido el edificio axiológico y de entramado humanístico que formaba parte de nuestro ethos colectivo. Paisanaje y personaje unidos en el derrumbe nacional. Ya no sabemos qué somos, si nación, o reacción, o proposición o aviación. Es una crisis existencial nihilista encaramada a cada uno de nosotros, cegados ante la imposibilidad de diferenciar el bien del mal, el logro de la verdad o la verdad del logro.

            Es verdad. Mientras no se me demuestre lo contrario personaje y sociedad empiezan a identificarse como espejo y cara, sin saber qué es la cara y qué es la imagen de la cara.

            Sánchez está desmantelando todo. No va a quedar nada en pie. Se ha tomado tan en serio aquello que dijo en su día un vicepresidente de que “a España no la va a reconocer ni la madre que la parió” que va a culminar el propósito de demolición con trilita de todo lo que ha representado nuestro espíritu colectivo y nuestra ontología existencial.

            Lo dijo Zapatero, el padre ideológico de Sánchez y unas de las caras más reconocidas del Foro Sao Paulo… “a la verdad se llega por deliberación”; es decir que la verdad es el fruto, según él de los votos. Nada existe aparte de los votos, con el espejismo de la democracia sojuzgada por la sospecha de falta de limpieza electoral, donde la representación dista mucho de ser proporcional y donde las hectáreas pesan más que los ciudadanos como sumatorio de individuos. Y así estamos. Evidentemente, de esta manera, la única verdad será lo que se diseñe mediante urnas electrónicas que fabriquen la imagen de sufragio.  Y desde ese experimento se llegue a vulnerar gravemente lo que hasta ahora se llamaba Derecho Natural que algunos creíamos que podía coexistir con el Derecho Positivo.

            Voy a poner un ejemplo. Sánchez ha liquidado el Estado de Derecho mediante decretos leyes. Y lo que no ha liquidado, y aún queda en pie tambaleándose, lo va a hacer mediante leyes aprobadas en un parlamento Frankestein, donde los que quieren dejar de ser españoles gobiernan España gracias a la habilidad del doctor fraude para perpetuarse con componendas de las que sí es un relevante mago de lo imposible. El objeto y fin último de este gobernante del desgobierno es lograr la continuidad. Y para ello maneja los hilos de un sector de la sociedad que reivindica lo público mientras que el presupuesto deja de ser solvente para mantenerlo por la ruina a la que la ha llevado el preboste por asfixia. Evidentemente vaciando los bolsillos de los españoles con lo  que ni hay ya servicios públicos solventes ni capacidad de los ciudadanos para nutrir las arcas públicas pues están extenuados con tantas exacciones expropiatorias.  Se queja el mundo de la izquierda de que la sanidad está echa unos zorros. ¿Pero qué esperaban?  Es como si el bombero se queja de la altura de las llamas tras intentar apagarlo con gasolina.

            Personaje y paisanaje.  Y entre tanto nadie se queja de que el Estado de Derecho esté manga por hombro porque las leyes no amparan ya al perjudicado sino al delincuente. No amparan el Estado de la Ley como aplicación de la norma para perseguir al que trata de desmantelar al mismo Estado de Derecho sino que lo adapta al propósito e interés de quien maneja los hilos de la adaptación de la norma a sus intereses de continuidad al frente de las ruinas del país, adecuando la norma (Derecho Penal) a beneficio de quienes rompen o tratan de romper la unidad nacional vulnerando la norma y prevaricando y promoviendo acciones de rebelión o secesión, que ya no se sabe qué es una cosa o la otra.  Y eso sin solución de continuidad respecto a la injusticia de la no justicia en el cumplimiento íntegro de las sentencias de los condenados por terrorismo que circulan por las calles al lado de los que han sido sus víctimas.

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            Me dirán ustedes que soy un derrotista y lo veo todo negro. Y ahí está el problema. ¿Sólo lo veo yo, o es que la esperanza de que haya un proceso de regeneración se ha extinguido?

 

            Mientras tanto, no sabemos si es por ese molde cognitivo nuevo que se ha implantado en las mentes como si fuera un chip en el cerebro o porque el común del común ha decidido desentenderse de lo común; pero lo cierto es que nadie se mueve por esta laminación de los derechos constitucionales de una norma de normas que se ha prostituido a golpe de decretos-leyes hasta dejarla en eso que dijo un ministro durante el confinamiento…. “estamos en un proceso constituyente”. ¿Constituyente de qué?