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Decía el maestro iniciático Hermes Trimegisto que “como es arriba es abajo” y, siguiendo esta línea de pensamiento, también podría decirse que “como es el pasado, es el presente”, o “como era ayer, es hoy”.
Traducido a la modernidad, este fenómeno de repetición de los hechos en el tiempo se puede explicar mediante la idea del Déjà vu —en francés “ya visto”— que alude a un tipo de paramnesia del reconocimiento de alguna experiencia que se siente como si se hubiera vivido previamente. Básicamente, se trata de un suceso que se siente que ya ha sido vivido.
Esta idea es también la que subyace en la teoría de raigambre oriental del “eterno retorno”, que se refiere a un concepto circular de la historia, que afirma que ésta no es lineal, sino cíclica, de tal modo que, una vez cumplido un ciclo de hechos, estos vuelven a ocurrir con otras circunstancias, pero siendo, básicamente, semejantes, en una especie de “reencarnación” de acontecimientos, equivalente en el nivel histórico de la rueda de reencarnaciones —“samsara”— en el nivel individual.
Si queremos explicarlo de manera más prosaica, ese Déjà vu puede ilustrarse con la vuelta a la casilla de salida de algunos juegos, en los cuales suele haber una casilla con el símbolo de la muerte, que provoca la vuelta al comienzo de quien cae en ella.
Sin embargo, a diferencia de esta visión cíclica del tiempo, la filosofía hermética no postula nuevas combinaciones en otras posibilidades, sino que los mismos acontecimientos se repiten en el mismo orden, tal cual ocurrieron, sin ninguna posibilidad de variación. De esta forma, se asume que todo lo ocurrido y lo que ocurre en el universo, ocurrió ya y será así hasta el fin de los tiempos.
Aplicando esta filosofía al presente de España, se comprueba que los hechos actuales que sacuden nuestra Patria responden plenamente a ella, demuestran de manera contundente su veracidad, pues el apocalipsis español provocado por la amnistía a los golpistas catalanes ya lo hemos vivido, y no solo eso, sino que la situación dantesca que estamos viviendo hoy se puede hacer extensiva a muchos de los acontecimientos del 36 que desembocaron en la Guerra Civil.
El día 6 de octubre de 1934, Lluis Companys proclamó de forma unilateral «el estado catalán dentro de la República federal española», golpe de Estado que fracasó estrepitosamente porque no consiguió movilizar a los catalanes y porque el general Batet, siguiendo órdenes del gobierno de Alejandro Lerroux, liquidó el golpe en 10 horas, siendo detenidos tanto Companys como todos los miembros de su gobierno.
Este desafío independentista se aprovechó para su desarrollo de la revolución desencadenada por las izquierdas —especialmente el PSOE y la UGT— un día antes, el 5 de octubre, cuyo objetivo era liquidar la “República burguesa” para instaurar en España la dictadura del proletariado, siguiendo el modelo bolchevique.
Aunque en 2017 no hubo ninguna revolución roja, el desafío soberanista planteado por Puigdemont encaja como el Déjà vu de Companys del 34.
En las elecciones generales de febrero del 26, el Frente Popular llevaba en su programa electoral la amnistía para los golpistas, tanto de la revolución comunista como del golpe de Companys. Conseguido el poder mediante un pucherazo estratosférico, Manuel Azaña firmó el decreto-ley de la amnistía, dando luz verde al regreso de Companys como un héroe a Cataluña. El 29 de febrero, se ratificó a Companys como presidente y este, a su vez, confirmó a todos sus consejeros en sus puestos: es decir, Déjà vu en Waterloo, pues Puigdemont regresará desde allí como un mesías barretinado, trayendo las tablas de la independencia desde las cimas de Montserrat.
Sánchez no llevaba en el programa del PSOE la amnistía a los golpistas catalanes, pero ni falta que le hacía, porque ya sabemos que el digo-diego del psicópata es de tal calibre que justo hace lo que dijo que no iba a hacer, de modo que en su no-programa cabría hasta que los niños viene de París, y que los sociatas son demócratas-de-toda-la vida. Podría ser un remedo de Groucho Marx, cuando dijo aquello de que “estos son mis principios, pero, si no le gustan tengo otros”, si no fuera porque Sánchez, lisa y llanamente, no tiene ningún principio que no sea alimentar su patético ego.
Tras la amnistía del 36 vinieron unos meses horrendos, donde los frentepopulistas violaron impunemente los derechos humanos, camino de la dictadura roja que pretendían implantar las izquierdas, formadas por una coalición entre PSOE, comunistas (véase SUMAR como Déjà vu), ERC, PNV, y otros partidos de izquierda… Como vemos, muchos de sus protagonistas eran los mismos que ahora quieren volver a intentar la dictadura comunista, que tenemos ya muy avanzada.
Y, desde luego, no es nada conspiranoico ver en el atentado a Vidal-Quadras un Déjà vu del asesinato de Calvo-Sotelo, en la madrugada del 13 de julio de 1936.
En lo que difiere significativamente la situación actual de la España del 36 es en la presencia de Felipito el jarretero, ya que no somos aún una República, pero, visto el tancredismo del “Rey pasmao”, es como si no estuviera, con lo cual su cobarde inacción acerca otro Déjà vu a la España actual.
Pero, indudablemente, el mayor Déjà vu que está padeciendo España es el ataque despiadado de las entidades demoníacas que actuaron en el 36, y que están redivivas de nuevo entre nosotros, resucitando a los zombis de los diabólicos milicianos que sembraron el terror en la Segunda República, pues no tengo ninguna duda de que gran parte de las hordas rojiprogres y separatas de ahora están poseídas por los mismos demonios que se encarnaron en los frentepopulistas de antaño, llegando a ser sus ectoplasmas, herederos incubados por la semilla de los diablos que acongojaron nuestra nación en aquella etapa fatídica de nuestra historia.
Si nos remontamos en el tiempo, este Déjà vu a la española tiene una raigambre incluso bíblica, ya que la copulación de los ángeles caídos con nuestros gobernantes que se operó en el 36 y se está produciendo en España en los últimos tiempos tiene su más claro ancestro en la coyunda entre los demonios y las hembras humanas que se describe en Génesis 6:2: “viendo los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas, tomaron para sí mujeres, escogiendo entre todas”.
De estas coyundas surgieron los “Nefilim”, transliteración al español de una palabra hebrea que significa “Los que hacen caer” o «los caídos»: es decir, los que llevan a los hombres —y a las Patrias— a la perdición. En el Génesis se llama “Nefilim” a las criaturas engendradas por estas coyundas contranatura, seres de gran estatura, conocidos como los “gigantes” en numerosas de la Antigüedad. También se les llama “Gregori”, término griego que puede traducirse como “observadores” o “vigilantes”, seres que se enamoraron y se aparearon con las «hijas del hombre», naciendo de esta unión una raza de semidioses conocida como los Nephilim.
Esto nos llevaría a interrogarnos sobre la verdadera naturaleza de esos seres perversos que intentaron destruir España en el 36 —aunque llevan mucho más tiempo conspirando contra nuestra Patria—, y que están otra vez derrapando sus increíbles maldades en la actualidad, para continuar con el acoso y derribo a España, baluarte de esa catolicidad que tanto odian, y que tienen la misión de destruir. En efecto, estos seres malvados, ¿son humanos? ¿son demonios? ¿son “Nefilim” redivivos –es decir— seres engendrados por la cópula entre humano y “ángel caído”? ¿son humanos poseídos por íncubos y súcubos, en abracadabrantes noches en Mote Pelado? En una palabra, ¿son verdaderos Nefilim, surgidos de nuevo en un diabólico Déjà vu?
Estos interrogantes nos llevan a preguntarnos si los demonios pueden tomar corporeidad entre nosotros, cuestión que la Biblia responde afirmativamente, pues en ella se cuentan historias que hablan sobre ángeles presentándose con cuerpos humanos para dar un mensaje a alguien y hasta tuvieron funciones biológicas corporales, comieron y bebieron con los seres humanos. Si esto es así, también los “ángeles caídos” pueden hacer estas cosas, incluso copular, por supuesto, y gobernar, faltaría más.
No hay ninguna duda de que estos “ángeles caídos” han procreado a los “nefilim” que han diseñado la diabólica Agenda 2030, y de que estamos asistiendo a una avalancha demoníaca global desde hace tiempo, pero este Déjà vu a la española es apocalíptico, porque lo estamos padeciendo por segunda vez en poco menos de 100 años.
Sin embargo, volviendo al tema del “eterno retorno”, no podemos acusar a ningún destino ni a ningún mal karma que estemos otra vez bajo las garras de los milicianos satánicos, ya que este “game over” del ataque a nuestra Patria no obedece a ninguna rueda reencarnacionista, puesto que obedece completamente a una conspiración de manual orquestada contra España, ya que el hecho de que se repita este dantesco Déjà vu se debe a que los frentepopulistas derrotados en el 36 han urdido una segunda vuelta de su diabólico plan del 36, con el objetivo de vengarse de su ignominiosa derrota, estableciendo casi las mismas circunstancias del 36, con el objetivo de salir victoriosos en esta ocasión, para así borrar su fracaso de entonces, ya que no les vale solo la victoria, sino conseguirla reproduciendo el mismo escenario, para así cumplir con los satánicos rituales a los que obedecen.
Después de la amnistía vino el desastre comunista del Frente Popular, el cual acabó con su derrota sin paliativos ante la España tradicional, la España de siempre, la España católica. Es indudable que el ejército español de ahora no es —ni de lejos— el del 36, pero el pueblo español se ha levantado, se ha alzado contra la tiranía, para defender la unidad de España, en un fenómeno que podría catalogarse también como un Déjà vu del Alzamiento militar —incluso del 2 de mayo de 1808— que acabó con la República. Si el ciclo histórico se repite, también venceremos en esta guerra que la España de siempre libra contra sus ancestrales enemigos.
Para terminar, es inevitable hacer mención de lo que dijo Karl Marx en el inicio de “El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte”: “La historia se repite dos veces: la primera como tragedia, y la segunda como farsa”. Lo cual me lleva a esta otra frase: Conspiraron como nunca, y perdieron como siempre”.
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Todas las democracias tienen el mismo «talón de Aquiles» que consiste en que en ellas se produce una división, o una polarización, entre sus habitantes causada por las dos ideologías políticas mayoritarias: la conservadora y la progresista. Una nación que tenga un régimen democrático solamente puede sobrevivir a largo plazo y con estabilidad social si por encima de las diferencias ideológicas existen unos valores fundamentales que son compartidos por toda la población, como son el patriotismo (es decir, el amor a la Patria) y la conciencia de pertenecer a la misma civilización (que en el caso de España es la Civilización Occidental de raíz cristiana).
Me recuerda mas al 2 de mayo, se levanta el pueblo y los militares no salen de los cuarteles.