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Ilustrísimos, con dos fotos os describiré el nucleo del fenómeno. La primera es de Irlanda, donde durante largos meses los sacerdotes tenían prohibida decir misa. No habiendo otra forma para realizar el culto, algunos sacerdotes viendo de qué se trata, subieron a los altos con las mejores intenciones como sus antepasados durante la persecución anglicana. El fenómeno covid cierra los templos, no permite dar gloria a Dios. Al contrario que lo dicho en el Evangelio, lo que importa es el cuerpo, no el alma:
La imagen de abajo, realizada en lo que se supone un hospital en el que se luchaba de forma sobrehumana para curar a las personas enfermas del covid, hecha muy al principio de esta crisis. No se trata de ninguna casualidad; al contrario, la foto es una coreografía perfecta con un mensaje subliminal muy claro. La disposición del personal sanitario es réplica perfecta del Señor y los Apóstoles en la Última Cena. El mensaje es: lo natural es sobrenatural, divino. La religión sobra, y la ciencia de ellos te va a salvar. Más detalles por allÍ: las mujeres en puestos de Apóstoles – ¿por qué mujeres no pueden ser sacerdotes? Pregunta muy moderna esa. A la izquierda, chico negro simpático en lugar de Judas. ¿Cómo sabemos que Judas no se ha condenado? No hables tan rápido, y no seas tan carca. De paso, el anuncio de la CRT: „Critical Race Theory“. Sigue el mensaje: la medicina es Dios. Escúchala. Todos deben cumplir su palabra, el clero también y de los primeros. Hay que cumplir la palabra, anunciada en la TV, del autoproclamado dios de su ciencia.
Eso es en esencia el covid. Por lo que, este fenómeno es profundamente anticristiano, tiene por finalidad la destrucción del hombre en su dignidad. Dios levanta al hombre, el sistema anticristiano lo humilla y destruye. De allí que la gente en general ya ni se molesta pensando en dignidad, o el reclamo de su libertad. El que no es digno, tampoco es libre. ¿Libertad para qué?, decía Lenin. Libertad entonces sobra, en todas sus expresiones: para el trabajo, asociación, vida familiar. ¿Derechos, qué derechos? Por eso no les importa a la gente perderlos. Aceptan perder derechos, para que con esa acción los puedan recobrar más tarde. Y con eso mismo manifiestan que esos mismos derechos no les importan. Covid es una ratonera miserable, de cuyos golpetazos gimen los incautos pero ya después del tercer o cuarto golpe… si sobreviven los anteriores.
La vacuna para la que tuvieron que existier niños abortados para poder hacerla. Diciendo los de Vaticano que no problem sobre eso, que no hay que cansar conciencia sobre el tema. Que eso es ok. La vakuna que necesitas para recibir el sello con el que poder viajar, o incluso trabajar, y si ya insistes en que no, entonces te tienen que dar palos literalmente a la nariz cada dos días como en Italia por ejemplo. De la Iglesia oficial que digamos, los que deberían levantar la voz, mutis total.
¿Qué digo? Sí que se oyen palabras, pero en la dirección contraria: la tortura y el maltrato es llamado „el acto de amor“. Eso que nadie ni siquiera te ha preguntado por si quisieras aceptar ese „acto de amor“, eso no es ningún problema. De forma que también la violación en este contexto llega a ser un acto de amor.
Seguimos un tanto más. La gente se muere de esta vacuna, caen gravemente enfermos, hasta los futbolistas de élite se desploman delante de las cámaras, pero desde la Iglesia – de las posiciones oficiales – ni palabra. Miocarditis entre los jóvenes vacunados en constante aumento. Algunos – no pocos, díselos a sus padres a ver si le parecen „pocos“ – incluso murieron. Muchas mujeres con molestias en la regla, con un gran aumento de abortos espontáneos. La policía se ceba con los manifestantes de todo el mundo, entre los que también hay católicos convencidos. Protestan tantos, porque están tratados como el ganado. Empezamos con 15 días de cárcel condicional para bajar la curva, para llegar a las tres dosis si quieres conservar el trabajo. Pero desde la Iglesia ni palabra. Excepto si encima llegan a decir de estos manifestantes que son unos fanáticos alocados.
Hace poco empezaron algunos obispos imponer el pase verde para asistir a la misa. O lo exigen a sus sacerdotes. Esos tenían el papel de avanzadilla para el resto. Ahora los obispos eslovenos, en bloque, piden lo mismo para todos los mayores de 12 años. No quieren agua bendita en las iglesias no sea que alguien se contagie – ¡Señor, cuánta tontería y blasfemia! -, no se les ocurrre recordar a los fieles que deben confesarse para comulgar y vivir en gracia; pero piden en el espíritu de Soros and comp. estar bien y adecuadamente vacunados.
Debo recordar dos excepciones sonadas, de obispos Viganó y Schneider, que luchan en contra de esta locura, especialmente al primero, al cual debemos mucho. Pero para de contar. Los fieles que se oponen a esta violación, junto con las demás personas de cualquier convicción, pero unidos en esta lucha, se ven y experimentan como ovejas sin pastor, dejados a su suerte, incluso ni eso. Como huérfanos pululando por aquí y por allá, mientras reciben calificaciones de (medio) locos, según la TV receta. Escuchan voces y órdagos desde el Vaticano, el primer país del mundo en imponer la vacunación; escuchan su voz como si fuera la de Dios, pero no lo es. Más propaganda de un estilo totalitario que cualquier otra cosa. Hasta los ciegos lo ven.
Todos aquellos que resisten la fuerza del Nuevo Orden Mundial, incluyendo a los fieles, no pueden contar con la ayuda del alto clero. De nuevo: hemos quedado como ovejas sin pastro. Esta batalla ha quedado sin el sostén de la Iglesia oficial.
Los medios os felicitarán. O ni eso. Para este favor. Poco después continuarán con su trabajo, de vez en cuando echando calumnias sobre vosotros mismos por mentiras que no habéis dicho, o actos que no habéis cometido. Ahora esos mismos os felicitan. ¿Es que sois ciegos?
Tenéis que temer la Palabra de Dios y su Juicio, excelencias. De paso, también el juicio justo de la Historia. Despertad mientras todavía tenéis tiempo.
Y los fieles… ¡abrid los ojos!
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