25/11/2024 22:27
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Hace poco he visto una película que es bien conocida por el público, Sonrisas y lágrimas, de la que me habían hablado bien. En efecto, con respecto a la música y la trama romántica no tengo ninguna crítica, estas emocionan al público, las canciones invitan a cantar junto a los actores.

Pero no es este el motivo por el cual escribo este artículo sino para apuntar y comentar un aspecto, que destaca especialmente al final de la película. Este es el modo de representar el contexto histórico: los últimos años de la década de los años 30 en Austria.

Evidentemente, contextualizar la historia en esa época ya moldea al público a pensar de una forma, traza el camino de los sentimientos de la gente y de esta forma el público sólo puede adoptar una postura ante la película. Así, si la película podría haber concluido con el matrimonio feliz de la pareja protagonista acompañado de la felicidad de los siete niños, se añaden unas escenas más para poder obtener la matrícula de honor, esto es, mostrar a los nacionalsocialistas como la peor calaña del mundo y al resto de personajes como las pobres víctimas. Así, la familia es perseguida por quienes todos sabemos y consigue huir, de esta forma, esa noche el público dormirá contento sabiendo que lo malos han perdido y los buenos han ganado.

En cambio, yo no tengo esa sensación tras acabar de verla, no puedo evitar pensar en cómo siempre hay que manipular a la gente de una u otra forma. Me planteo entonces si todos los premios que ha recibido este filme se deben a su buena música y a la buena elección de los actores o si por el contrario se debe a su mensaje político. Realmente, yo me inclino más por la segunda opción porque si uno lo compara con otras películas que incluyen ese mismo trasfondo histórico, véase La vida es bella o El niño con el pijama a rayas o La lista de Schindler, todas ellas han obtenido gran cantidad de premios. En consecuencia, me quedo insatisfecha y frustrada porque si por lo demás era una buena película, al ahondar en la parte política para presentarla de esa manera, la película pierde valor.

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Si uno quisiera representar a los nacionalsocialistas de otro modo, presentando sus ideas y sus ideas tal como aparecen en sus escritos originales, no podría ni empezar. Inmediatamente sería rechazado, repudiado y en consecuencia aislado; sólo unos pocos podrían entenderle y escucharle sin prejuicios.

Esta forma de presentar la historia, tan tendenciosa, como buenos y malos, me parece muy obvia y básica, pero si con eso se convence a la gente me hace pensar sobre sus conocimientos históricos.

En conclusión, por mucho que se haya hablado bien de este filme no diría nunca que es espectacular porque tanto sesgo ideológico acaba disgustándome.

Autor

REDACCIÓN