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El autor identifica en la novela Reivindicación del conde don Julián (1970), de Juan Goytisolo el plan de deconstrucción (de deconstrucción, no, qué coño, de destrucción) de la identidad de la nación española en la puesta en práctica de la plandemia globalista de la Agenda 2030, glosando sus sucesivas fases mediante una crestomatía de la novela.

      

   “la violencia, la violencia siempre: jalonando discretamente tu camino: convincente y súbita: anulando de golpe el orden fingido, revelando la verdad bajo la máscara, catalizando tus fuerzas dispersas y los donjulianescos proyectos de invasión: traición grandiosa, ruina de siglos: ejército cruel de Tariq, destrucción de la España sagrada”

                             Juan Goytisolo, Don Julián (Madrid, Cátedra, 2017, p. 158)

  

        Y 33 años después, por obra y gracia del trujimán Juan Goytisolo Gay ( Jaun Goytisolokoa, para los basquimanos), el renegado muladí trocó por arte de birlibirloque el título de su aljamiada fatwa yihadista contra España, Reivindicación del conde don Julián (1970), por Don Julián (2004) a secas, apeándole el tratamiento, el neo-mudejarón Juan Ruyztisolo, al villano conde descabalgado (pero aún con don), tras haber renegado el tornadizo de su condición de maldito, enfant terrible de la élite burguesa de la condal Barcelona, para entroncar en Tariq —injertado el ap(r)óstata Gaytisolo por el hassissim asesino de su retrógodo pasado franquista acecinado (léase con sibilino seseo)—, en la sexual transGENETética textual, don Julai ya, entre falsos Tariques y Opas hosti(a)les.

 

 ¿DE AQUELLOS POLVOS, ESTOS LODOS O ACTO DE JUSTICIA POÉTICA?

 

      “insecticida catástrofe no registrada en los anales que tú observas y abarcas con resolución pronta y fría: alcanzando el primer volumen de la pila y depositando entre sus páginas una hormiga y seis moscas: […] cerrando de golpe, zas1, y aplastándolas: ojo/ avizor, cuidando que el guardia no te descubra mientras abres el libro y compruebas morosamente el resultado: con el prurito aperitivo del viejo catador: espachurradas, la masa abdominal por fuera!: indelebles manchones que salpican la peripecia dramática y la contaminan con su difluente viscosidad: […]”

                                          Juan Goytisolo, Don Julián (pp. 144-145)

 

   Seco como la mojama, mojamé amojamado, enjuto mojaputo, la tez agarena de algún ancestro benengeli, lejos de la FE y, por inmisericorde, del galdosiano y misericordioso Almudena socorrido por Benina (“yo soy un moro judío que vivo entre los cristianos”, Drexler), entre sus orejas extranosferáticas y la gongoresca nariz perchada sobre la boca amarga de la mala baba, condenado en efigie (foto del autor) a mironear la profanación de Don Julián, la degradación del prensado de coronavirus entre las hojas de la edición crí(p)tica del libro —cornezuelos de cepas de la covid aplastados entre el hojaldre de un pastel de carne transgénica, de manipulación GENETética, en la cocina de su escritura.

    Y estaba pre-escrita, en el odio de esa “profecía del Tajo” de un viejo cristiano renegón, en la hez y prez a la cimitarra del degüello sarraceno, al alfanje de las falanges de la cruzada de la harka —de la guerra profana del Grande ¿Marlasca? y Misererecordioso—, la prescrita maldición global autocumplida de William Gates, la revelación del(a) Plan(demia) de (sub)Desarrollo en España, en su profeta y precursor wUlyan Geytsolo.

 

 OBSOLESCENCIA PROGRAMADA DE ESPAÑA O LA MANCHA VERDE DEL MOROCCOVID

                                   

   “[…] escuchadme: la baza es segura: mi felonía se prolongará ocho siglos: escrito está en el cielo y vuestros profetas y morabitos lo saben: un desorden sin fin, una corrupción general, una epidemia fulmínea, devastadora: los signos premonitorios se acumulan y el fiero mar del Estrecho deviene liso como una balsa: la travesía no ofrece riesgos: desembarcad!

 y, desde la rauda embarcación de Tariq, pondrás pie en el funesto país y asumirás la dirección general de las operaciones

vestirás de carpeto a tus agentes y montaraces guerreros y los infiltrarás en la futbolera tauromáquica multitud

ocuparás iglesias, bibliotecas, cuarteles, el monasterio de Yuste, San Lorenzo del Escorial, el Cerro de los Ángeles

liberarás la mezquita de Córdoba, la Giralda, la Alhambra

arrasarás el granadino palacio de Carlos Quinto

sentarás tu harén en el jardín del Retiro

fomentarás la apostasía muladí y la propaganda alcoránica

cuando la cuitada Península presente varios focos de infección y la resistencia orgánica se derrumbe, procederás al asalto brutal y definitivo

con las armas agudas de la traición, al frente de los muslimes de tu harka”

                   Juan Goytisolo, Don Julián (p. 237)

 

   “Frank Allen.—Pero ¿por qué vender?

   Ed Hutcheson.—Dinero. Esa es la razón por la que generalmente se vende algo, ¿no?”

                    Richard Brooks, El cuarto poder (1952)

 

   Solo mediante la traición del Mequetrefe en Jefe y su corte y/o cohorte de malsines y paniaguados, con el concurso del colaboracionismo de los feudos bárbaros —del catalán (pero) Aragonès (con acento del revés) y sus bandoleros y salteadores de caminos (canales y puertos), al kapo Capullu de los basquimanos, etnia crudívora (‘que se lo lleva crudo’)  y cuadrúmana (a cuatro manos)—  y las taifas de maulas beriberis apesebrados  y mozárabes atocinados —“los carpetos se sobreviven vacuos e inútiles esgrimidores sin espada, agitan sus brazos y sus palabras con la misma vehemencia de quien cruza su acero con el de un adversario ya inexistente”, premiando a Santiago con su nongratitud: “”galopa, sí, hacia el brumoso mito de donde inoportunamente surgiste: déjanos en paz” (pp. 243-244)—; almogábares, almohadones y vascopalantes, juntos, pero no revueltos,

le es factible (o “hacedero”, diría Hortera y Cansset) almonedar el país al vende-patrias.

     Y si a la traición de la innobleza del primus inter pares; de ese virrey Hasánchez del Imperialismo globalista  en Vieja España y de sus barones, mercenarios del Estado asistencial y misericordioso (mísero y odioso) y mesnadas bobalistas, se suma la incuria del reverendón sOpas Omeya y el adocenamiento apostólico de su sanchidad en la Tierra, el Papamoscas Fakecisco (elevado a la indignidad de la silla de Pedro merced a Indra, esa siniestra mano negra electrónica, iluminado-satánica de Lucifer y manipuladora del voto del colegio (electoral) cardenalicio que hizo luz de gas al candidato del Espíritu Santo) y esa grey de intermercedarios miserereodiosos y teólogo-filosofósiles marxianos, entonces, hermanos en MefiXTO, y a continuación, (ll)oremos por las intenciones del Papa:

 

     “la patria es la madre de todos los vicios: y lo más expeditivo y eficaz para curarse de ella consiste en venderla, en traicionarla: venderla?: por un plato de lentejas, o por un Perú, por mucho o por nada: a quién?: al mejor postor: o entregarla, regalo envenenado, a quien nada sabe ni quiere saber de ella:

[…] o, en último término, por pura gratuidad, por la fulgurante satisfacción del acto en sí: traición grave, traición alegre: traición meditada, traición súbita: traición oculta, traición abierta: traición macha, traición marica: hacer almoneda de todo: historia, creencias, lenguaje: infancia, paisajes, familia: rehusar la identidad, comenzar a cero: Sísifo y juntamente, Fénix que renace de sus propias cenizas: “

             Juan Goytisolo, Don Julián (p. 234).

    

 EL QUE AVISA NO ES TRAIDOR   O ENTRE LA ESPAÑA Y LA PARED

 

    “tres horas escasas de navegación hasta la mole/ borrosa de Gebal-Tariq, antes de dirigirse a uña de caballo hasta el Guadalete y abatir allí, para siempre, las preciadas señas de los tuyos” 

                                              Juan Goytisolo, Don Julián (pp. 172-173.)

 

    Y, tras 50 años y sin tener dónde caerse muerto (¿se exhumarán, por orden del rey Mojamé (en la oreja) sus restos mortales del “cementerio español” de Larache, donde yace junto a su maestro Genet, otro mosquito anofélix como él, entre soldados a los que mandó a tomar por saco el Gral. Silvestre y diera por culo Abd el-Krim en An(nu)al?), se dan condiciones objetivas para la reubicación en Al-Ándalus del conde don Julián:  anti-apóstol Santiago, alzado del “lecho donde Yago”, sometido a un nuevo Almanzor (¿alma de azor?, AlmanSur), Sidi (sin Ifni, finis hispaniae), Cide Hamete (el de la nariz de Berenjena), émulo del Cid que hiciera de su capa un (va)sayo y de mangas, más turbantes, redivivo campeador montado a lomos de mulo muladí, capeador arrebatacapas que campa a sus sanchas, tan campante, por su (falta de) respeto, capador handicapado por su indignidad y fel(aci)onía, a horcajadas sobre un babieca, de la Ceca a la Meca, y descojonándose a carcajadas de su afligida patria, lanzado a una victoria post mortem:

 

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   “convencido de la urgencia y necesidad de la traición, multiplicarás tus centros de alistamiento y banderines de enganche a mí, guerreros del Islam, beduinos del desierto, árabes instintivos y bruscos!: os ofrezco mi país, entrad en él a saco: sus campos, sus ciudades, sus tesoros, sus vírgenes os pertenecen: desmantelad el ruinoso bastión de su personalidad, barred los escombros de la metafísica: la faunesca agresión colectiva se impone: hay que afilar los cuchillos y disponer los dientes: que vuestra sierpe sediciosa se yerga en toda su longitud y, cetro soberbio y real, ejerza el poder tiránico con silenciosa, enigmática violencia:[…]” (Don Julián, p. 235).

 LITERATURA DE ANTICIPACIÓN (O CIENCIA-MICCIÓNVS. DELITO DE ODIO, VIOLENCIA DE GÉNERO (Y PEDERASTIA)

 

    “…África, la cual soltó luego por España sus sierpes, inundándola con nuevos diluvios de gente.”  

                       Diego de Saavedra Fajardo, Crónica gótica, castellana y austriaca

 

    La hoja de puta del Gran Reinicio, del rito (re)iniciático de la Nueva Subnormalidad infarmática de Bill Dates, en manos del hijo de ruta Pedro el Cruel (de Vil) de Castilla, receta, recita y replica, introyectándolo en  el ciudadano, el  precocinado ad hoc relato fucke del discurso de odio xenófobo y racista y (efecto) llamada a la violencia genital (mal llamada de género), genérica y genética (y su postrera invitación a la pederastia).                                

     He ahí las  cuadrillas amenazantes de la avanzadilla de menores no acompañados (de sus padres o tutores) del hospicio reventón de la morisma, apadrinados por el Rey Moro en su turística invasión de Ceuta y Melilla, a cientos, a miles, ¡adelante, pase sin llamar! —“instalados en el confortable Parador de Turismo, los hombres de tu harka otean pacientemente con sus prismáticos y, en un pestañeo, la cacería se organiza” (p. 283)—; menudos peones que ponen en jaque el Reino, escuadrillas del anochecer (con servicio de 24 horas) de menas (a)campando con impunidad de rebaño, menudeando en pillaje al detall y al por mayor, tanto en “kale baraka” como en intifada de “pan por territorios” y violación en manada —“despiadadamente se reparten el sacro botín, embisten y clavan los venenosos aguijones. las escenas de orgía se multiplican, y los gemidos de terror y de éxtasis de las doncellas penetradas por las sierpes alárabes” (Don Julián, p. 321)—, bajo la inmunidad gubernamentaria de Don Julai, el mulo muladí, y el su visir Iznogud Glande Marlasquita (“Marlasquita, quita, quita, lo que se da no se quita” [o “Marlasca me la masca”, que diría Don Álvaro Peranzules, imput(e)ado por odio]), diseminando (o inseminando), trufando (y  nefando), el posfranquista, por fas(cista) o por nefas(cista) “miedo a salir de noche”, que fuerza al nacional al arrimo del confinamiento voluntario.

HOJA DE (CAGA)RUTA (CAPRINA) HISPANA DE LA AGENDA 2030 O ENTRE COL Y KHOL, COVID

 

   Y para someter al terror epidé(r)mico a la población, se han insertado (¿o injertado?) en el paisanaje las verdes cepas de la covid (¿Él vierta nuevo covid en odres añejos?) y, en pack 2×1, la cizaña del plaguicida, espiga génica y filoxera grafénica, de la “vacuna”:

 

“cuando la enfermera anude la correhuela en torno del brazo y hunda la jeringuilla en una de tus serpeantes venas azules, respirarás de alivio y satisfacción

(no estás en Tánger, sino en España, y la sangre que tan maliciosamente ofreces infectará obligatoriamente a la tribu)

espiroquete no, virus de rabia” (p. 231)

 

   Y a la arenga biliosa y rezumante de odios africanos, se suma el “plan estratégico” de aniquilación de la nación, de expropiación de sus tierras, de enajenación de sus señas de identidad y alienación de los naturales del país, condenados a meros “juanes sin tierra”, mawlas, con pechos y alcabalas, víctimas del hidrófobo rechazo al trasvase fluvial —“la rabia, coño, ¿paciencia o  pa/ciencia”?— fin de subvenir a las nece(si)dades del Estado del bienestar de los nuevos hidalgos de bragueta (o hideputas por la jeta, diría Peranzules) y que vienen a engrosan las (h)arcas del reino o del Comendador de los Creyentes:

 

“(el área seleccionada para la metamorfosis y des-caracterización histórica ha sido ha sido cuidadosamente reconocida: llevas contigo los planos topográficos y una tabla indicadora del tiempo: […] el Área H […] para los equipos de fumigación y de tala los puntos de aterrizaje serán marcados por balizas de color azul: en el centro de esta área se montará una emisora de Radio Decca para el envío de helicópteros suplementarios: el equipo que transporte las especies vegetales adecuadas a las nuevas condiciones climatológicas volará a diez mil pies de altura y a una velocidad de trescientas millas: calculando el peso de cada cargamento, se necesitarán paracaídas simultáneos y, como el terreno es áspero, habrá que empaquetarlos con esponja: los paracaídas y cajas deberán cubrirse con alguna sustancia fosforescente para facilitar el rescate: los helicópteros escucharán en dieciocho megaciclos: algo que aclarar?

nada […])”    (Don Julián,  pp. 242-243.)

 

   Manual de instrucciones, pues, del cambio climático: fumigación billmente predicha que altere el paisaje atribuyéndolo al atribulado al sentido de culpa cristiano ex-pañol:

 

   “sobre la monótona horizontalidad del llano y su escueta nitidez orgánica amontonarás masas de nubes que convulsionarán bruscamente el clima […] una laberíntica red de canales de canales impulsará la burlesca transformación: los pólderes [cuyo plan piloto son las tierras ganadas al mar en Gebal-Tariq, el ‘Peñón de Gibraltar’] reemplazarán el yermo […] el agua manará de todas partes: ciénagas, esteros, lagunas y charcas  [¿embalses y pantanos del(a) Plan(demia) de (sub)Desarrollo o, si no, de des/arroyo?] […]

los cerros pedregosos, los mogotes de roca, los berruecos de vuestro mineralizado universo sin agua sufrirán los galopantes efectos de la agresión química […] (pp. 245-246)

los esquistos se cubrirán de nuevas especies vegetales, de prados rientes y amenos: el pardo será verde: el blanco será verde: el amarillo y gris serán verdes [marcha y verde, símbolo de la re(in)volución islámica en los cultivos transgénicos del Plan Marx-Alá.]

 

  Y en acción combinada de asalto a paisaje y paisanaje del sector agropecu(ni)ario —el país/sano y autosuficiente—, embriagado en su confinamiento psico-somático de desinformación (in)mediática directamente en vena, como la vacuna que aguarda paciente, y de bóbilis, con la paciencia de un buey —“el aislamiento predispone sin duda al autoengaño y la euforia, pues sus apreciaciones estratégicas no corresponden a un análisis objetivo y real” (p. 284)—, la razzialización del campo incluirá la erradicación de las especies autóctonas, agrícolas y ganaderas, a fin de arruinar la economía de los kulak de esa “España profunda”, por lo general “in excelsis” ¿o en las nubes’ —“la extensión y profundidad del mal imponen una terapéutica enérgica y rápida: […] haciendo ahumadas de pólvora y preventivas quemas, hasta desarraigarlos para siempre de sus peñas y riscos, de sus estupefacciones alpinas, de sus apoteosis cimeras: cuando el nocivo y semoviente paradigma se extinga y la nueva fauna importada de Australia [¿kiwis y canguros?] se afinque en el liberado paisaje” (pp. 284-285)—, procediendo luego a abastecer el mercado nacional de productos agrícolas magrebíes, mucho más competitivos (pues carecen de los depurados y muy puritanos controles agrarios de la UE), y de reses sacrificadas sin cuidado paliativo alguno, a despecho de la proscripción de la tauromaquia en España, con arreglo al ritual del degollamiento halal, en vivo y en directo, o la matanza de un vaca cuchillada en plena calle de Ceuta —“Los colectivos animalistas guardan silencio ante el salvaje sacrificio musulmán de una vaca en las calles de Ceuta” (La gaceta de la Iberosfera, 23/7/20219)— en ritual ¿anti-vacuna? multiculturalístico.

                                                                                                           

DON (JULIÁN) DE LENGUAS O LO PENTECORTÉS  NO QUITA LO VALIENTE

 

   “en castellano no, en árabe: feliz de olvidar por unos instantes el último lazo que, a tu pesar, te une irreductiblemente a la tribu: idioma mirífico del Poeta, vehículo necesario de la traición, hermosa lengua tuya: instrumento indispensable del renegado y del apóstata, esplendoroso y devastador a la vez: y arma aguda (insinuante) que conjura (exorciza) la africana hueste y magnifica (potencia) su denso apetito de destrucción”

                                        Juan Goytisolo, Don Julián (p. 174)

 

   Y cortarnos la Lengua. La pinza entre la lengua franca de la tecnocracia globalista, ese inglés aljamiado en que los cipayos ignorantes de ambos idiomas están convirtiendo ya el español, y las lenguas bífidas, las lenguas de doble filo de un “Estado Plurilingüe” de siete le(n)guas, inoculadas en besos de un Judas bilingüe que te (re)muerden la lengua.  Pero ¡qué digo, lenguas!, hidra de siete cabezas —catalán, vasco, gallego, aranés, bable, fabla y romaní (y es extraño que el alumbramiento pentecostal (de lenguas a/penas oídas ni leídas) excluya, ¡sí, tú dales ideas!, los dialectos meridionales; panocho, castúo, andaluz y canario), y eso por no mencionar Andorra, Gibraltar, Olivenza, Ceuta y Melilla—:

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   “falta el lenguaje, Julián  

desde estrados, iglesias, cátedras, púlpitos, academias, tribunas los carpetos reivindican con orgullo sus derechos de propiedad sobre el lenguaje

es nuestro, nuestro, nuestro, dicen

lo creamos nosotros

nos pertenece 

[…]

nosotros lo llevamos a la otra orilla del Atlántico con la moral y las leyes, la espiga y el arado, la religión, la justicia

a dieciocho naciones que hoy hablan y piensan, rezan, cantan, escriben como nosotros”

                     Juan Goytisolo, Don Julián (pp. 285-286)

 

   Que en España haya tenido que nacer “Hablamos español”, con el fin de defender el derecho a la elección de la lengua oficial del “Estado” en Educación, relaciones con la Administración o adminiextracción regional, provincial o local de territorios históricos (o ahistóricos), forales (o feudales) o con derechos adquiridos (o sobrevenidos); o de la libertad de expresión, sin más, frente al avasallamiento por parte de  tanto deslenguado del español para decir lo que a uno se le ponga en la punta de la lengua, ¡ya es el colmo!

   Y por si fueran poco la deconstrucción gramatical hacia su parálisis progresiva propiciada por el propio poder político castellanoparlante (y los peores enemigos son los de casa o no hay peor cuña que la de la misma madera) mediante el lenguaje “inclusivo” y la autocensura, autorrectificación del sentido, del “lenguaje políticamente correcto”; el colofón lo pone el icono, signo emblemático del amordazamiento psicofísico y verbal, del mascarillón de proa del bozal, pasamontañas, tapaboca, barbijo,  pañuelo y…hiyab.

   Y en tal Estado pentecostal, el Cafarnaúm que traerá la inclusión curricular del árabe.

Porque  eso no lo previo ni Don Julián Goytisolo. ¿Harina ¿o Arena? de otro costal? Y tal parece que ha de ser más por expolio deconstructivo que por construcción nacional:

 

      “Oh manes de Bagdad, de Córdoba, de Damasco!: vehículo de la traición, hermosa lengua mía: lenguaje pulido y cortante, ejército de alfanjes, idioma cruel y brusco!

[…]

hay que rescatar vuestro léxico: desguarnecer el viejo alcázar lingüístico: adueñarse de aquello que en puridad os pertenece: paralizar la circulación del lenguaje: chupar su savia: retirar las palabras una a una hasta que el exangüe y crepuscular edificio se derrumbe como un castillo de naipes

y galopando con ellos en desenfrenada razzia saquearás […]

y galoparás y galoparás sin tregua por el vasto y asolado país, y cuando la ruina sea completa y la bancarrota absoluta, te pararás frente al mapa de la Península y apuntarás aún con tu varilla de ballena

ah, se me pasaba: y quítenme de ahí ese Guad-el-Kabir!”

                          Juan Goytisolo, Don Julián (pp. 288-289 y 291)

 

 ESCOLIO: ¿EXÉGESIS O ESCOLIOSIS?

  En fin, y puestos a emitir un juicio crítico ¿o cítrico? sobre un texto saludado en su día como comprometido —¿prometer hasta meter o comprometer hasta cometer?— tanto en el contenido como en la forma y, en particular, sobre su el valor como  influenza social, 50 años después, en la irresistible ascensión de la dictadura global-comunista (por llamarla de algún modo), bien pudiera servir el  Don Julián (¿un clásico contemporáneo?) como prueba del algodón de la salud de la libertad de expresión en este Estado de cosas.

  ¿Resultaría admisible, para el Ministerio de la Verdad y los familiares del Santo Ofidio, los comisarios políticos y mandarines culturales de la sobornada prensa prensil, tal centón de pruebas (de imprenta) del delito ¿o dedito? de odio, de llamamiento a la violencia en general —con apología del terror, incitación al vandalismo, la barbarie (y la berberie en serie) y al expolio de bienes muebles y expropiaokupación de inmuebles, así como de vidas y haciendas— y, en especial, a la violación (no indiscriminada, pues es xenófoba y razzista, pogromesista contra españoles/as/os), con acoso, derribo y todo su pliego de cargos por maltrato y violencia de género (sólo sí o sí) con clímax pederasta, si no fuera obra de esa disecada momia de la heterodoxa disidencia de (anti)España?

   ¿No? Pues, en tal caso, y en nombre de la justicia poética (puesto que la otra, patética o peripatética, yerra arrastrando la toga por los lodos que trajeron aquellos barros), profánese (insertando, insectando mejor, en él, virus de covid o, más infame aún, vacuna anticovid). No se prohíba, no (“la fea burguesía” sabe que el tabú activa el consumo), ni se incinere (si acaso inhúmese, o recíclese, que no es éste un “donoso escrutinio”), sino dispóngase a su talante: denúnciese, cancélese, escarnézcase, táchese, deconstrúyase en la deriva derridiana ad libitum, en bajtinesco contrahecho grotesco,  incáutese a sus herederos de derechos de autor que pueda devengar o, en el peor escenario, incluso léase.

   Se dirá que es una novela, una ficción por tanto, una obra de creación literaria de (autor) culto,  producto artístico y, que  a fin de cuentas, no lo lee ni Dios. Los apologetas,  que se trata de violencia simbólica —y que “donde está la palabra no está la cosa” (que dirían Barthes y su séquito de postestructuralistos)—; salvo que fuera un acto de habla perlocutivo, objetaría alguien, en que la palabra es acción en sí misma —el “Os declaro marido y…marida”, p. e., y lo sois ya, de hecho y derecho (y del derecho y del revés, por reversible y “donde dije Diego, digo Diega”, diría la malmarida interrumpiendo el romance;  y donde dice Goytisolo, dígase Gay, en fin, corta, que me estás enredando)—, fiction is (satis)faction  digo, dicho y hecho, un acto mágico en sí mismo (por no decir “imperativo poético”, sospechoso de D’Annunzianismo o neofalangismo). Y los apolojetas, que Ju[li]án Goytisolo ejercía su libertad de expresión antifranquista (antirracista, antimachista, anticlasista, etc.), al reescribir, sin ir más lejos, el cuento de “Caperucita Roja” como violación de la abuela —“(el cadáver violado de la abuela yace hecho trizas bajo el colchón)”— y de “Caperucito” —“abuelita, qué bicha tan grande tienes!/ es para penetrarte mejor, so imbécil/ y, al punto que dices esto, encovarás la culebra en el niño y le rebanarás el cuello, de un tajo, con tu brillante navaja albaceteña/ […] no/no es así/ la muerte no basta/ su destrucción debe ir acompañada de las más sutiles torturas” (pp. 301-302)— a manos de un pobre inmigrante magrebí de cultura lgtb y lo que se tercie.

   Vale. Con una diferencia: que, por la milésima parte de un sentimiento tan legítimo como el odio, en este caso, a uno mismo y su circunstancia (“y si no la salvo a ella, no me salvo yo”, que decía Hortera y Cassette), no sólo le clausurarían a cualquiera de la disidencia o, abiertamente, de la resistencia, el medio de comunicación correspondiente, sino que se lo juzgaría por delito de odio: razzismo, xenofobia, clasismo y homofobia…

   No se trata, por tanto, cavila (cavileño, que no cabileño) el conservador del mundo de ayer, de prohibición censoria o cisoria, de Don Julián, sino del nihil obstat a cualesquiera sean los Don Pelayo y sus secuelas habidas y por haber en esta república de las letras.

Pues, por contra, unos y otros, tirios y troyanos, serán arrojados a la Gehena, según las leyes de la república socialista de las letras, conversa consigo mismo el ya reaccionario.

    Así pues, que la “libertad de expresión” sea  para el social-comunismo rampante derecho a la liberad “de ex prisión” —“¿Libertad para qué?”, le espetaba hará un siglo al peregrino español (del Rif de Abd el-Krim al Kremlin) Fernando de los Ríos el tiránico patriarca y padrecito Lenin, (ex-)conde Don Ulián(ov)—, averígüelo Vargas ¿y Llosa?

Autor

Álvaro Peñas