21/11/2024 15:05
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Recién regresado a España, me hizo gracia oír a un delegado comercial de mi empresa  para calificar a  cierto sujeto,  la expresión. “Es una mierda pinchada de un palo”. Me chocó tanto que han pasado  sesenta años y aún me río cuando recuerdo la escena. Quizás se fijó y no  la he olvidado,  por haberme abierto los ojos sobre una realidad no vivida  hasta ese momento.

Y eso me hace preguntarme hoy por la razón  de vivir  en la información diaria, con esa  “mierdecita argentina”,   aburrida, inexpresiva,  sosa y monótona como un disco grabada por robot. Vino a matar su hambre a España y hoy es el rey del Barrio de Salamanca madrileño,  desde donde  se ríe de nosotros gracias a los millones robados por sus compinches desde los organismos oficiales, asaltados constante e impunemente. Y, de ese modo, luchando por la destrucción de España sin descanso,  agradece a nuestra Patria — a todos nosotros– una vida imposible para él en su tierra natal.

A sus vez, la Sinagoga de Satanás le recompensa sus servicios  haciendo de él,  el sol que  ilumina la inteligencia de la izquierda barriobajera    ¿Cómo es posible que esa “luminosa  mierdecita inseparable de su palito”, dé cada día lecciones sobre la interpretación de todos los acontecimientos que nos abruman y aprovechando ese privilegio  para  insultar a cuantos intentan hacer algo por  remediar la enfermedad incurable de nuestra Patria,  después de todo lo que nos debe? Con su “Cadillac” de bolsillo –que nunca habría tenido en Argentina—se permite, copiando a los dos chulos que rigen nuestros destinos, mirarnos por encima del hombre y dictar sentencias magistrales sobre cuanto acaece. 

Y los españoles lo aguantamos y no le embarcamos rumbo al Río de la Plata, por ingrato y cabroncete.  Sé bien  que pierdo el tiempo,  pero me  proporciona desahogo y, de paso,  le deseo que sus odiados “fascistas” pasen de ser “virtuales” –no los veo por ninguna parte– a “reales”,  y…reciba su merecido y aprenda lo que vale un peine.

La condena en Lérida de otro “chulín” –vivimos ahora en un país de chulos— le ha vigorizado su odio a la Justicia y  los hechos dan la razón a José Antonio por su  visión precisa y la consecuente, acción eficaz,  cuando fundó la Falange y enseñó a las derechas cobardes el único camino de lucha frente a estos criminales rojos y separatistas, que por la traición y el perjurio han vuelto,  tras su derrota, con más fuerza.

 Si esa aludida mierdecita argentina tuviese hoy en frente a jóvenes  como los de los años treinta,  si hoy quedaran en España varones en edad universitaria de clara visión de la Historia,   veríamos  a qué se reducía el “pìnchadito” (cuyo nombre no quiero recordar porque me repugna  en bloque y al detalle…)  y su “valor antifascista”.  No pierdo la esperanza, –aunque probablemente no llegue a ver cumplido mi deseo por mi edad—de que nuestra juventud abra los ojos finalmente, y se decida a utilizar los instrumentos de “eficacia probada” (la entienden todos los mariconcetes a la primera). Es más, no  entiendo cómo no ha reaccionado aun nuestro Pueblo, como siempre lo hicieron nuestros antepasados ¿Tan lejos ha llegado nuestra degeneración que, viéndonos en manos de estos miserables canallas –pero mierdecitas chulines en realidad–, “¡no ha pasado nada!”,  ni se espera que pase?

Todo se entiende mejor recordando que hace  cuarenta años –la fecha clave está a cuatro días vista—la Sinagoga de Satanás,  con la ayuda de los grandes perjuros y traidores, sentó las bases para impedir en el futuro,  la reacción de España contra el Gobierno Mundial y lo hizo aniquilando al Ejército continuador del que había salido Vencedor de la Cruzada.  Cabe preguntar: ¿No queda ya en las Fuerza das Armadas ni un adarme de inteligencia y amor a esa Patria que juraron defender… ni de dignidad?

Aprendí muy pronto que Lucifer es un guasón. Quizás, el burlarse de los humanos  es un paréntesis en su Infierno,  que Dios le ha concedido provisionalmente. Y una de las peores guasas del Diablo es haber puesto a la nación  más varonil de la Historia, en manos de  dieciocho féminas y  tres mini varones. ¡Y nuestro Pueblo lo aguanta todo!

Para este artículo creo haber elegido la forma adecuada…“me importa un bledo” (je m‘en fiche)…

LEER MÁS:  La Patria y la Constitución. Por José Papparelli

Cuando vemos como nos ignoran y arrinconan los europeos,–¡esos países que tuvimos humildemente postrados  a nuestros pies durante varios siglos!–  se burlan de nosotros  los moros, y se cachondean los gringos, les confieso que  tiene uno que  amar locamente a España para no renunciar a ser español.  Si ves, además, cómo cuarenta millones  de ciudadanos, son incapaces de echar a patadas a esos  dos o tres mil cabrones, ladrones, cretinos, gente “sin vergüenza” que nos esclavizan… (Habría que añadir todos los epítetos que alguien ha recogido y publicado para ahorrarnos trabajo al hablar del Coletas)

¿Por qué los periodistas serios no deciden  olvidarse de cómo se llaman los políticos e intelectuales y hablan de cosas serias? Si  no quieren gastar sus energías en invitar a los españoles a lanzarse a la calle olvídense de hacer comentarios sobre lo que está sucediendo en España, porque nos están engañando y haciendo perder el tiempo y la vida.

Cumplan con su deber y no confundan  el amor evangélico, con la cobardía globalista… ¿De qué  “actuaciones equilibradas” me hablan?

Autor

Gil De la Pisa
Gil De la Pisa
GIL DE LA PISA ANTOLÍN. Se trasladó a Cuba con 17 años (set. 1945), en el primer viaje trasatlántico comercial tras la 2ª Guerra mundial. Allí vivió 14 años, bajo Grau, Prío, Batista y Fidel. Se doctoró en Filosofía y Letras, Universidad Villanueva, Primer Expediente. En 1959 regresó a España, para evitar la cárcel de Fidel. Durante 35 años fue: Ejecutivo, Director Gerente y empresario. Jubilado en 1992. Escritor. Conferenciante. Tres libros editados. Centenares de artículos publicados. Propagandista católico, Colaboró con el P. Piulachs en la O.E. P. Impulsor de los Ejercicios Espirituales ignacianos. Durante los primeros años de la Transición estuvo con Blas Piñar y F. N., desde la primera hora. Primer Secretario Nacional.