03/10/2024 14:25
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Queridos Lectores:

Con el presente artículo comienzo, con notable retraso, mi colaboración con el CORREO DE ESPAÑA, publicación digital que cuenta con todas mis simpatías. Cuando la acordamos aún mantenía una vieja ligazón de amistad que me impidió meterme en faena hasta que ¡Al fin! una vez liberado del compromiso moral asumido, que al igual que una vieja relación sin amor me iba sumergiendo lentamente en el tedio hasta llegar a hoy, que con el ardor propio de una quinceañera enamorada me abalanzo en brazos de mi nueva editorial, una vez liberado del corsé intelectual al que últimamente venían tratando de someterme. Los medios nunca serán libres mientras estén sutilmente sujetos por las interacciones políticas y sus señuelos publicitarios, pero como dicen nuestros vecinos de Italia “PORCA MISERIA” y así, mi antiguo periódico camina lentamente por la senda que lo conduce a esa arcadia feliz y aletargada del conformismo y la claudicación, actitud que me parece intrínsecamente reprobable porque conlleva el asumir una visión parcial de esta triste realidad que tenemos el sagrado deber de censurar y combatir hasta el día ¡Dios lo quiera! en que las urnas asuman la impagable misión de apartar esta pesadilla de nosotros y llevarnos a hacer oídos sordos de las falsas promesas políticas aparcando rencillas y envidias, pasto que alimenta a nuestra cabaña lanar. Y, una vez alcanzados mis sueños libertarios me veo entregado en cuerpo y alma a mi nueva aventura, estimulado por la necesidad de poder drenar ese molesto acceso cargado de ira e indignación que, al igual que el volcán de Cumbre Vieja, periódicamente erupciona dando vida a mi pluma y haciéndome sentir libre y útil, pese a mis setenta y cuatro primaveras en las que aún me quedan muchas cosas por decir, cuando la ocasión lo propicia. Momento en que saco del baúl mis arrestos juveniles, pese estar ya en esa época de mi vida donde ya no me importa que el grifo de la cocina goteé, el gato afile las uñas en el terciopelo de los sillones o algún vecino imbécil invada mi ascensor con su maldita bicicleta mientras se muestra vestido de mamarracho, como una especie de Bahamontes de todo a cien.

Y profundizando en estas confidencias íntimas les confesaré que la rebeldía razonada fue una fiel compañera en mi andadura vital en la que no he encontrado charco donde no me haya metido y, con mi afición a dejarme mecer por el destino como un bañista lo hace en el mar con el pecho rendido al sol, a veces, a lo largo de una existencia un tanto agitada, en mi condición de incansable aventurero me he visto protagonizando “situaciones difíciles” que, una vez superadas, me han fortalecido mentalmente hasta permitirme atesorar un pequeño capital de recuerdos y buenos amigos desperdigados por varios países, a los cuales recurro cuando mi actual existencia de septuagenario se me hace un tanto agobiante. Pero también he de confesar que, este truco de refugiarme en el jardín selvático de la nostalgia, no me sirve de nada cuando me topo con algún imbécil contemporáneo que, de pronto, se ha trocado en intrépido luchador antifranquista o en lo tocante a ellas, con algún adefesio que muestra entre gruñidos sus colmillos ensangrentados de hembra castradora que pretende hacerse con el trofeo de mis modestas gónadas, y es entonces cuando desenvaino la espada, limpio su hoja con TRES EN UNO, bajo el yelmo (para los ignorantes bilingües y masterizados, yelmo no es una cadena de cine sino un aditamento del atuendo guerrero muy usado en el pasado) monto en las cervicales cansadas de mi viejo jamelgo y pico espuelas tratando de que coja la directa y me permita arremeter contra las huestes enemigas, esquivando con destreza los testarazos que una turba insidiosa e ignorante me atiza por mi condición de blanco, heterosexual, patriota y católico, y por ello, en lo que respecta a ¡SANTIAGO Y CIERRA ESPAÑA!, aquí me tienen, blandiendo mi “fiel espada vengadora” ya que no me queda más remedio que seguir luchando frente a algunos cretinos apesebrados que llaman a mi puerta exigiendo la cancelación de un ficticio saldo deudor, fruto de las relaciones entre sus ancestros y los míos y así, cargado de testosterona, salgo de mi dulce letargo nostálgico mostrándome fiero como una “lideresa” del puñetero LGTBI encabezando una manifestación proabortista.

Y es que el sector culto y sensato de nuestra sociedad vive asediado por la insistente intromisión cotidiana de una caterva de desarrapados beligerantes. Y me obliga a vivir inmerso en una maldita pesadilla, que nos atenaza cruelmente y nunca muere al amanecer, obligándome a hacerles frente y acordarme, con harta frecuencia, de la madre que parió a esta famélica legión de patibularios vestidos con atuendos horteras, pero con marcas de lujo en sus distintas variedades, ya sea sindicalistas o exegetas fieles al pasado criminal de sus abuelos, que tratan de robotizarnos estabulándonos en celdas donde nos ordeñan concienzudamente hasta la extenuación. Por lo tanto, fiel al viejo dicho taurino de ¡ANIMO, VALOR Y MIEDO! grito ¡DESPERTA FERRO! y leña al mono hasta que aprenda el catecismo… del padre Astete, claro. Y, una vez vencido y humillado el enemigo, dejaremos de decir aquello de ¡Es tanto lo que me pasa que ya no me pasa nada!

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Una vez concluido este largo preámbulo, me apresto sibilinamente a administrarles la primera dosis de mi vacuna antipopulista (les prometo que esta pócima de lógica emulsionada con franqueza es absolutamente inocua y no producirá reacción alérgica o impotencia a sus descendientes) invitándoles a que lean mi primer artículo titulado:

 

Esa puñetera costumbre

Dice un viejo proverbio chino: CUANDO EL SABIO SEÑALA A LA LUNA, EL NECIO SOLO VE EL DEDO.

Tristemente en nuestra España son multitud aquellos que ven solo el dedo tendiendo a encasillar a todo nacido en alguno de los grupos generados por la política o el fútbol y yo, que me precio de ser riguroso e intentar moverme en ese selecto club de “los bien informados”, me expreso en función de mi independencia ofreciendo los humildes frutos de mi floración intelectual a quien quiera degustarlos, lo cual provoca, en algunos lectores, la formulación de, no siempre laudatorios, juicios de valor. Esta costumbre tan hispana unida a la envidia es la nueva divisa nacional y, en este caso, no es de aplicación el atenuante de la ignorancia dado que hoy en día ¡GRACIAS A DIOS! (ojo, no empecemos, es una exclamación nada más, no me tilden de “meapilas”) en nuestra patria la enseñanza ya no es un coto vedado para las mayorías, lo triste es que pese a estos avances sociales nuestros conciudadanos reúsen el adentrarse en el mundo del conocimiento y eligiendo revolcarse como gorrinos felices en ese cóctel de orina y excrementos al grito de ¡SOY ESPAÑOL, CASI NÁ!

Personalmente sostengo que un buen ambiente familiar aderezado con buenos profesores y algunos viajes, no para “ir de putas”, abren al ser humano el crepúsculo dorado que le guiará en su camino para alcanzar esa meta ambicionada de la equidad y el respeto. Sobre este particular permítanme que les ofrezca un chismorreo intrascendente: Un amigo mío, al que tengo por hombre sensato e inteligente, me confesó un día que disfrutaba enviando mis artículos a su grupo de afines, muchos de ellos englobados en la “clase médica”, para divertirse viendo como los “galenos” se rasgaban las vestiduras clamando al cielo por lo que consideraban “mi censurable tendencia a escorarme a la derecha”. Siempre me descolocó la actitud de este “sector privilegiado” que amasa su fortuna jugando con dos barajas mientras mantiene la seguridad y el prestigio que le proporciona su labor en el sector público pese a lo cual, su manifestada actitud ante el mundo deja traslucir el sentimiento de que el destino les hubiese negado “el pan y la sal” argumentando razones ideológicas discordantes con su estatus económico, lo cual evidencia una inmadurez sobresaliente o, en román paladino: “un chocho mental”, que esperamos se clareé a la hora de emitir los diagnósticos de su doliente clientela, también me da que pensar el ver que, pese a su soberbia profesional, pierdan su valioso tiempo con los desvaríos mentales de este modesto juntaletras. Y así, abundando en el camino de las confidencias les contaré que han llegado a mis oídos algunos juicios de valor de un reducido grupo de lectores (que por cierto, hablando con lenguaje políticamente correcto “me importan un carajo”) colgándome el San Benito de supuesto ultraderechista, racista y xenófobo ¡Quién lo diría, tanto imbécil en un número tan reducido de personas! y en consecuencia con lo expuesto invito a estos “ignorantes politizados” por aquello de “instruir deleitando” a conocer algunas de mis supuestas verdades, por si tienen a bien dedicarles unos minutos de atención, y dado que el mensaje es gratuito supongo que no será reusado por estos “intelectuales de textos futboleros” al igual que hacen los toros con falta de trapío. Comencemos:

Que una mujer sea amable no significa que sea una puta insinuándose
Que un político nos mareé con su verborrea propagandística no significa que sea un hijo de la anteriormente aludida
Que un jovencito sea educado y sensible no significa que sea maricón

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Y, en síntesis:

Que un modesto “articulista vocacional” trate de analizar con solvencia nuestra triste realidad no significa que sea un “peligroso nazi” que desfila por el pasillo de su casa marcando el “paso de la oca” a los sones de la “DAS LIED DER DEUTSCHEN”

Pero eso sí, el que, a bote pronto, trate de acomodar a una persona, a la que no conoce, en un casillero humano y angosto en función de supuestas ideologías o preferencias futbolísticas carece totalmente de sentido, por el contrario, lo que sí lo tiene es que cuando un individuo manifiesta públicamente hallarse satisfecho con la situación actual de España solo puede significar tres cosas:

O que el aludido está chupando indecentemente de las ubres del poder
O que deglute y traga a pies juntillas una información parcial y prostituida
O que es UN IMBÉCIL SIN REMISIÓN

Por lo demás, no juzgo a nadie porque le guste la tortilla de patatas con cebolla, la paella con chorizo o el Nesquik en lugar del ColaCao. Ni mucho menos, porque en lugar de solazarse con las “nalgas de Manolita” lo haga con las de “Manolito”. ¿Qué más da?

Abramos los brazos para retener a esa hermosa fémina llamada “diversidad” y escapemos de los dogmáticos, así como de aquellas etnias e ideologías que dividan a la humanidad en dos subconjuntos excluyentes y enfrentados: gitanos y payos, judíos y gentiles, islamistas e infieles, o “rojos seráficos” y “burgueses explotadores”. ¡POR FAVOR, ABRAN SUS MENTES! y escapen de los clichés p.e. no todos los niños son adorables, no todas las madres son buenas, no todas las izquierdas se cimientan en los principios morales de amor y lucha por el bienestar de la humanidad y, hagan caso a este consejo, no viajen fijando sus ojos en el “dedo del extraño” o, lo que es peor, en el “culo de la extraña”. Y nunca olviden aquello que dijo Ortega de que el “español solo emplea la cabeza para envestir” o en román paladino que: “el español folla con la cabeza y piensa con los cojones”.

Yo que no sigo ninguna bandera aparte de la que me ha sido dada al nacer, la de mi querida patria, me duelo cuando veo como mis compatriotas sufren por las traiciones que pergeñan estos desalmados ¿Y ustedes? Creo que también, a pesar de que no lo manifiesten, por ello permítanme que les formule un ruego, abandonen la actitud frívola y el miedo al qué dirán y no apliquen sus estúpidos prejuicios a esos seres hermosos capaces de ascendernos a los cielos o sumirnos en las simas infernales, me refiero a las mujeres.

Y como colofón final, por favor, repitan conmigo:

D’Annunzio no pasó a la historia como fascista sino como poeta
Kafka no pasó a la historia por ser “un puto judío tuberculoso” sino un gran escritor
Oscar Wilde no pasó a la historia por ser un irlandés “SOPLANUCAS” sino un genio de la literatura
Cassius Clay no pasó a la historia por ser un negro que daba tortas como panes sino el rey del boxeo
Louis Armstrong no pasó a la historia por ser un negro que tocaba la trompeta sino por ser un músico extraordinario

Y un sinfín de ejemplos más.

Y recuerden: A los “pobres negritos”, que vemos morir de hambre en la TV mientras comemos, no les importa que los califiquen por la pigmentación de su piel, sino que las antiguas potencias colonialistas en un acto de hipocresía los dejen en manos de “dictadores sinvergüenzas”, que viven como sátrapas a costa de sus miserias, ante la indiferencia de las sociedades ricas que se expresan con “lenguaje políticamente correcto”.

Y si han leído todo y lo han asimilado, me gustaría concederles un “título de juja”, pero para eso ya están algunas universidades de todos conocidas.

RECOMENDACIÓN

No dejen de escuchar la famosa canción del poeta francés Georges Brassens titulada en español LA MALA REPUTACIÓN. En su letra se dice: en el mundo de hoy no hay mayor pecado que el de no seguir al abanderado.

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