22/11/2024 01:23
Getting your Trinity Audio player ready...
Mayo de 1936, primavera sangrienta, la Falange desde que el Frente Popular ganara las elecciones del mes de febrero se ha visto acosada y atacada, tanto por las milicias de los partidos de izquierdas que se encuentran en el poder, como por la propia maquinaria del Estado, incluido el estamento judicial, que se han postrado ante los nuevos bárbaros que proclaman el «paraíso de la dictadura del proletariado.»
Desde que el Frente Popular llegara al poder, se cuentan por miles las detenciones gubernativas de falangistas sin que se les impute delito alguno, son detenidos por el mero hecho de militar en la Falange, la práctica totalidad de la Junta de Mando, incluyendo a José Antonio, se encuentran igualmente presos desde mediados del mes de marzo.
A pesar de que el Tribunal Supremo declara que la Falange es un partido totalmente legal, sus locales y medios de propaganda siguen cerrados y clausurados, la Falange, ya convertida en milicia prácticamente en su totalidad, se encuentra abocada a actuar en la clandestinidad, pero «NO IMPORTA», los muchachos de la Primera Línea de Madrid se reúnen en museos, mesones y en cualquier lugar en el que puedan pasar desapercibidos, así ocurre de igual manera en el resto de España.
La Falange está preparada para el combate.
La gran violencia ejercida contra la Falange, como no puede ser de otra manera, es respondida con la misma contundencia, aunque José Antonio transmitiera órdenes claras y precisas de evitar provocaciones a partir de la victoria del Frente Popular (ordenó incluso que no se llevaran en sitios visibles los yugos y flechas), los caídos falangistas aumentan en una proporción desorbitada, y la reacción de la milicia azul es igualmente proporcionada a la violencia que soportan día a día.
Podemos decir sin miedo a equivocarnos, que a partir de febrero del 36 la Falange se encuentra en una situación prebélica de enfrentamiento continuo con los partidos izquierdistas del Frente Popular, especialmente con los socialistas y en menor medida con los comunistas.
En este ambiente de preguerra civil, el 26 de mayo, al anochecer, fallecía el falangista santanderino «Marcano» en la Casa de Salud de Valdecilla (Santander).
José Francisco Marcano presentaba la fractura total del cráneo, lesión que a la postre acabó con su vida.
Marcano era un obrero, valiente militante de la Falange santanderina, que en el momento de su muerte tenía 39 años dejando viuda y nueve hijos.
La noche anterior, Marcano cuando salía de su trabajo como herrero en las forjas de la localidad de Los Corrales de Buelna, sobre las 10:00 h.de la noche, fue sorprendido por un grupo de socialistas que le esperaban ocultos en una callejuela poco alumbrada.
Aprovechando su superioridad numérica, los socialistas agresores le propinaron una brutal paliza, fracturándole el cráneo con una piedra de grandes dimensiones, que se encontró al lado de su cuerpo, cubierta de sangre del falangista.
Marcano perdió el sentido pasando toda la noche tirado en la calle, hasta que al amanecer, fue auxiliado por unos vecinos que en un principio le creyeron muerto, aunque le trasladaron de inmediato aún con vida a la Casa de Salud de Valdecilla.
Los socialistas de la localidad de Los Corrales de Buelna, habían preparado para el 26 de mayo la «caza y captura» de cuantos falangistas pudieran encontrar, y por ello también agredieron el mismo día a otro camarada llamado «Nicanor Valera», el cual afortunadamente solo resultó herido.
Unos pocos días antes, también falleció en la misma Casa de Salud otro falangista, también obrero, «José Olabarrieta», como consecuencia de otro atentado socialista, recibió cinco balazos en su cuerpo.
La brava Falange Montañesa, curtida en mil enfrentamientos al mando de su Jefe natural «Manuel Hedilla», no dejaba de pagar con su sangre el precio de mantener en alto la bandera de la Revolución Española.
 
 
 
(Foto inédita del caído Marcano, del Archivo de los Guardianes de la Memoria Azul).
 
 
 

Autor

REDACCIÓN
LEER MÁS:  Entrevista a Jonathan Jacobo Bar Shuali: “Napoleón estuvo ciego ante el orgullo español” Por Álvaro Peñas
Últimas entradas