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El alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, acompañado de la delegada de Obras y Equipamientos, Paloma García Romero, la concejala de Moncloa-Aravaca, Loreto Sordo, y el concejal de Centro, José Fernández, ha visitado ayer por la mañana las obras de reforma de la plaza de España y su entorno, donde ha presenciado el final de la excavación del túnel que unirá la calle Bailén con Ferraz que estará operativo antes de que acabe el año. El alcalde ha sido testigo del momento en que las bocas norte y sur del túnel han quedado unidas una vez que han finalizado los trabajos bajo los restos arqueológicos del Palacio de Godoy.
Almeida ha anunciado al término de la visita que antes de que concluya este año los madrileños podrán contar con el eje de la plaza de España en funcionamiento, «un eje extraordinario desde el punto de vista peatonal y de garantía de movilidad» ya que un peatón podrá desplazarse desde el Palacio Real al Templo de Debod y desde la Puerta del Sol hasta la Casa de Campo «prácticamente sin cruzar un solo semáforo», avanzando así en esa ciudad «más sostenible y con mayor calidad de vida que demandan los madrileños».
El alcalde ha agradecido el trabajo de las empresas que trabajan en la ejecución de este túnel, fundamentalmente por la complejidad de las obras que se han tenido que acometer «como consecuencia del hallazgo de los restos del Palacio de Sabatini» y también por la tremenda minuciosidad y laboriosidad, ya que, como ha explicado, ha sido «un trabajo prácticamente de mina».
Excavación del túnel
El método constructivo en este tramo de unos 50 metros de longitud ha sido distinto al del resto del túnel para salvaguardar los restos del palacio. Para llevarlo a cabo, en primer lugar, fue necesaria la ejecución de un paraguas de micropilotes horizontales que permitiera la excavación del túnel bajo las ruinas sin alterarlas y garantizara su estabilidad antes de comenzar la excavación bajo las mismas.
Una vez implementada esta estructura, las labores continuaron siguiendo el llamado ‘sistema belga’, un método manual que consiste en ejecutar pequeñas excavaciones sucesivas apuntaladas para ir realizando el avance de la bóveda completa y limitando el frente abierto, de forma que se garantiza la estabilidad del conjunto. Después se lleva a cabo la llamada ‘destroza’, que es la excavación del túnel desde el nivel de la bóveda (techo) al nivel de la contrabóveda (suelo) para poder ejecutar esta y los laterales.
En la excavación de este tramo bajo los restos han participado más de 40 trabajadores que han extraído manualmente más de 3.100 m3 de tierra, lo que equivale a casi 5.600 toneladas.
El resto del túnel se ha hecho a cielo abierto por el denominado sistema de ‘cut and cover’, consistente en ejecutar dos pantallas de pilotes a ambos lados de su traza y luego la losa de cubierta para posteriormente excavar debajo de esa losa. Ahora, una vez concluidas las labores de excavación, las obras se centran en los revestimientos e instalaciones.
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