21/11/2024 17:33
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Con Franco agonizante y un príncipe imberbe que fiaba a EE. UU. la estabilidad de su incipiente reinado, la partida de póker político reclamaba como pago al nuevo Borbón, el mejor caladero de pesca de áfrica y los mayores yacimientos estratégicos de fosfato a cielo abierto, esos que Franco negó a Nixon y a Carter mientras diseñaba su proyecto de armas nucleares – «islero» – que nos situaría como líderes en el mundo, ya éramos la 8ª potencia económica mundial, no había deuda pública y poseíamos la 3ª flota de pesca.

 

Y aunque el Borbón prometió en El Aaiún que el honor del ejercito quedaría incólume, el general Gómez de Salazar se veía forzado a arriar nuestra última bandera un 13 de enero de 1976 en Villa Cisneros, tras una pantomima muy bien orquestada. «La marcha Verde» de miles de desarrapados desarmados y con agua para apenas dos semana, se detuvo en la frontera desafiando a un ejército bien pertrechado y de alta moral, el mismo que sería obligado a retirarse como tributo a un nuevo tiempo de ruina y desolación, vestidas de libertad y falsa prosperidad, para una nación entonces soberana y sin deuda pública, hoy quebrada económica y moralmente, desunida y fracturada: La democracia.

 

El nuevo y bisoño sultán moro, Mohammed VI erro en tiempo y forma con su bravata ante Aznar y el islote de Perejil, su patada en la espinilla a un presidente que no trago con las coacciones pesqueras y se las tuvo tiesas con el moro. George Bush fumaba puros con él, planeando cómo terminar la inconclusa invasión en Irak que Kofi Annan y Francia habían convertido en su obsceno negocio privado, pagado con sangre yankee (petróleo por alimentos). Asaltar el islote de Perejil le llevó al mayor de los ridículos internacional. Eran otros tiempos.

 

Desde entonces varias cosas han cambiado 360º el tablero geoestratégico del magreb:

-Zapatero no solo insulto la bandera de nuestro aliado EE.UU.; desde el PSOE andaluz orquestó un referéndum por la independencia del Sahara, para después visitar al sultán y fotografiarse tras un mapa de Marruecos anexionando las islas Canarias, Ceuta y Melilla. 

-Trajo después la «Alianza de Civilizaciones» con el otro sultán turco, y tras ello el tratado de Marrakech, que en esencia proclama que las futuras invasiones migratorias serán recibidas y atendidas de buen grado por España.

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En esta coyuntura, nuestro gobierno socialcomunista golpea día si y día también al aliado Yankee y a Israel, única democracia que defiende valores occidentales en el oriente medio y si sabe enfrentarse con coraje al terrorismo islámico que reclama Al-Andalus como territorios a reconquistar. Pero España ya no es un socio fiable para USA: la gobiernan los judeófobos amigos antisemitas del narco tiranías comunistas bolivarianas, asociados a los hijos de ETA y el golpismo catalán, que prefirió la inmigración islámica a la hispana.

 

El sultán, paciente sabedor de nuestras debilidades y con muchos socialistas en nomina, ha construido una nueva base militar en Tánger – que mejora Rota – para cobijar a la VI flota cuando terminemos de romper las pelotas al yankee, 

reconoció a Israel como estado y ha suscrito un solido tratado de defensa, cuya compra de armamentos supera en tecnología a nuestros equipos. 

 

En pago, EE.UU. realizó las mayores maniobras navales con Marruecos frente a las islas canarias y reconoció la soberanía de Marruecos sobre el Sahara. Añadan a esto la ampliación de las aguas territoriales marroquíes que anexiona las españolas en Canarias (con reservas estratégicas de minerales) y la constante presión invasora sin una respuesta firme, y entenderán que la crisis de hoy solo era cuestión de tiempo, e irá a más, a mucho más.

 

Tras abrir las cárceles de Marruecos, excusándose en el COVID, los moros asaltan por cientos y con impunidad nuestras fronteras, agrediendo con heces y ácido a la guardia civil, sabedores de que estos no pueden defenderse, se lo prohíbe Grande Marlaska, y cuando desembarcan en nuestras playas les esperan nuestra floreciente industria hotelera y las azafatas de la cruz roja listas para bailar reguetón. 

El desembarco de Ibiza fue vergonzoso: dispararon decenas de cohetes tras desembarcar ahuyentando a los turistas y llamando a la policía para ser trasladados a hoteles; exigían que tuvieran piscina.

 

La excusa de esta última ola invasora de 10.000 ismaelitas en un día, es un turbio líder del «Frente Popular por la liberación de la saguia y el rio de oro» acogido por otra turbia enfermedad – ¿cáncer, Covid? – y varias denuncias por violación a una menor – ya saben, son sus costumbres y el PSOE se pone de perfil. 

El Frente Polisario que en 1975 servía a los intereses de Marruecos y al bloque soviético de Argelia y Mauritania, hoy solo se apoya en pocas tiranías árabes que defienden el terrorismo antisemita pro palestina, exigiendo recuperar Al-Andalus cono parte de la nación islamica.

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Mientras, los saharauis agonizan en las ardientes arenas de tinduf, abandonados por el PSOE, por PODEMOS, por la escena política internacional y la cobardía de unos gobiernos españoles que se cubrieron de vergüenza renunciando a defender su soberanía cuando tocaba. Una vergüenza que solo lavan asociaciones privadas españolas que cada año acogen a niños saharauis, los nietos de quienes guardan su DNI español, añorando una época con respeto, representación en cortes y un futuro de prosperidad bajo la enseña nacional.

 

España se desliza hacia el precipicio como nación, mientras Sánchez regala al sultán los más modernos todo terreno que no tiene ni la guardia civil, retira las concertinas que protegen nuestras fronteras, permite la anexión de nuestras aguas canarias, riega con cientos de millones al sultanato – disfrazado de ayuda humanitaria – y soporta la traición europea, que viola el tratado dando preferencia a los productos de la huerta mora frente al nacional, o cobija a los golpistas catalanes en Waterloo.

 

Mientras se firmaba del tratado defensivo con EE. UU. el sultán compró un nuevo velero de más de 80 millones € y otro palacio en Francia cuyo valor supera los 100 millones, una factura que pagan las vidas de sus súbditos en las aguas del estrecho.

 

«Ceuta y Melilla son tan marroquíes como el Sahara» Saadeddine Othmani, primer ministro de Marruecos, diciembre de 2020.

 

«Será el vientre de nuestras mujeres el que nos dé la victoria». Huari Bumedian, Presidente de Argelia, 1974

 

«Solo estaremos en paz con los árabes cuando amen a sus hijos más de lo que nos odian» Golda Meir, primer ministro de Israel. 1957

Autor

REDACCIÓN