28/09/2024 17:45
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   Dicen que el franquismo fue una dictadura de partido único. Dejémoslo ahí.

   Y pasemos al tema siguiente. Este sistema de libertades que nos hemos dado a nosotros mismos (sic en la propaganda oficial) no es sino una dictadura de partidos únicos. Si sale otro partido por ahí que le quita los votos al doble partido único, de una manera u otra ya se las arreglan para quitársele de en medio (Rosa Díez, Ruiz Mateos, Hormaechea, Gil, Rivera, a Iglesias ya le llegará también), pues sólo los partidos oficiales del sistema bipartidista tienen derecho a ser votados.

   A Vox, un nuevo partido que entra con fuerza, ya le han etiquetado de populista, racista, fascista, y qué sé yo, que predica el discurso del odio, y tal y cual. Y ya no saben cómo pararle, si es que el mismo Vox no los para a todos (ya se verá).

   El votante de derechas se ha quedado un tanto confundido. ¿No sería mejor ir todos unidos en un partido de centro derecha, en vez de dividir el voto?

   Veamos: antes que nada, habrá que decir que, si se es de centro, no se será de derechas. Lo mismo que tampoco de izquierdas. ¿Alguien pide la unión de los partidos de centro izquierda, PP y PSOE, para no dividir el voto? Pues entonces, ¿por qué pedir la unión de Vox y PP? O, por mejor decir, la retirada de Vox para dejarle al PP el negocio libre de competencia. Del mismo modo también se podría, en justa correspondencia, pedirle al PP que se retire de las elecciones para no quitarle los votos a Vox, para no dividir el voto de derechas, y sin embargo esto a nadie se le ocurre plantear.

   Los votantes confusos e indecisos entre PP y Vox no se han detenido a considerar las diferencias y semejanzas dadas entre dos tan diferentes partidos, vamos a ver.

   Tema por tema. Inmigración, uno de los principales, sino el que más. El PP acoge a todos los que llegan, aunque hayan entrado saltando la valla y a palos contra los guardias. Y no hace falta que lleguen hasta nuestras costas, sino que manda a los buques de la armada que vayan a buscarlos allá donde estén y los traigan a casa. Y, una vez aquí, los gobiernos del PP les proporcionan carta de naturaleza, vivienda, servicios, todo gratis, más una paga para que no se nos vayan, figúrense qué disgusto si se nos van. Aznar concedió la legalización a millones de ilegales que había en España entonces, sin excluir a los que tenían orden de expulsión. Con lo cual estaba invitando a otros a venir y a vivir a costa nuestra (ya hemos visto el resultado).

   Vox, por el contrario, propone la expulsión inmediata de todo inmigrante ilegalmente entrado en España. Ítem más, la expulsión de todo extranjero delincuente o mendigo, fuera de España todos los extranjeros vagos y maleantes, y hasta, si se le apura, de todo aquél que no tenga trabajo y domicilio fijos. Una España, en suma, europea y cristiana. Y no africana y musulmana, como quiere, o admite al menos, el PP siguiendo las normas dadas por las autoridades mundiales en la sombra.  

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   Son posturas, como por lo dicho se entiende, totalmente contrarias y opuestas entre sí. Obsérvese que en esto la política del PP es la misma exactamente que la del PSOE.

   Otro tema capital, las autonomías. El PP, junto con socialistas, comunistas y separatistas, fue el artífice de este estado de las autonomías, y los gobiernos nacionales del PP han entregado más y más competencias a los gobiernos regionales, y han negociado y se han aliado con diputados separatistas. ¡E incluso con los terroristas de la Eta han llegado a negociar!

    Vox, por el contrario, propone el fin de las autonomías y la vuelta al estado unitario, un solo gobierno, un solo parlamento, una sola ley para toda España, en evitación así de tan colosal gasto innecesario y de todos los enfrentamientos que genera este sistema. Pero como ya se sabe que esto de momento no va a poder ser (la modificación de la Constitución lo pone muy difícil la misma constitución), por lo menos se propone Vox, si llega a gobernar, la recuperación por parte del estado de muchas de las competencias cedidas a las autonomías por el PP y el PSOE. Por todo lo dicho, en esto también van juntos PP y PSOE, en sentido contrario va Vox.

   Y como en esto, en otros muchos temas que sería prolijo tratar aquí en breve espacio, como pueden ser, dicho así por encima, los temas del feminismo, la globalización. la educación, el multiculturalismo, las empresas públicas (Vox, partidario de suprimirlas, al menos las no rentables; PP y PSOE las aumentan encima), los cargos públicos y los enchufes (lo mismo que en el apartado anterior), el asesinato de niños no nacidos (promovido tanto por PP como por PSOE), el tema que llaman LGTB (ventajas les conceden PP y PSOE, igualdad con respecto al resto quiere Vox), y tantos otros.  

   Yo en el instituto tenía un libro de texto de Formación del Espíritu Nacional (ahora ya no hay espíritu nacional; todo lo más, regional) firmado por un tal Manuel Fraga Iribarne, que decía, al pie de una foto: “He aquí la falsa democracia. La que pone en los platillos de la misma balanza a Jesús y a Barrabás para que elija la turba enardecida.” Fallecido aquél a quien ya no había lugar a seguir ofreciendo su lealtad inquebrantable, el don Manueliño de marras (quién le ha visto y quién le ve) se metió demócrata de toda la vida y fundó un partido con el propósito de acaparar los votos de derechas para después hacer política de izquierdas.

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   “Hay que aislar a la extrema derecha”. Así declaraban tanto Fraga Iribarne como Santiago Carrillo, cada uno por su parte y sin haberse previamente puesto de acuerdo entre sí.  

   “Yo, antes con Carrillo que con Blas Piñar.” Así declaraba muy ufano el ex ministro franquista Manuel Fraga.

   El PP vota siempre a favor de la imposición de los idiomas regionales sobre el español común.

   El PP vota siempre en contra de la supresión de cargos públicos y de subvenciones prescindibles. 

   El PP permitió que en Cataluña siguieran multando a los comerciantes que rotularan en castellano. Siguió permitiendo la enseñanza únicamente en catalán, en contra de los deseos y aspiraciones de muchos catalanes, votantes suyos precisamente.

   El PP votó en el Congreso a favor de la condena al Alzamiento Nacional de 1936. Con lo cual nos dio a entender que, si hoy se produjera otra situación semejante a aquélla, ellos estarían con los rojos y en contra de los nacionales.

   El PP no quiso derogar la llamada Ley de Memoria Histórica según la cual los buenos en la guerra civil fueron los rojos, los nacionales los malos en consecuencia de lo anterior.

   El PP permitió (y aplaudió) el agravio hecho a Franco sacándole del Valle de los Caídos.

   En suma, PP y PSOE van por un lado. Vox, por otro muy distinto.

   El PP está mucho más próximo al PSOE, como podemos ver, que a Vox.

   Vox y el PPSOE son la antítesis el uno del otro.   

   El que quiera más inmigración e islamización, más enfrentamientos y más autonomías, más cargos públicos, más gasto público improductivo, más globalización y menos soberanía nacional, más derroche y más subvenciones a diestro y siniestro (más bien a siniestro), más impuestos, más inseguridad y más delincuencia, más desempleo, menos libertad, menos bienestar, que vote al PP o al PSOE, da lo mismo.

   El que quiera arreglar la situación, se tendrá que dar cuenta de que su partido es Vox.

   Y lo digo yo, que no estoy en ese partido (ni en ése, ni en ninguno) ni tengo nada que ver si no es la parte que me toca como simple ciudadano.   

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REDACCIÓN