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Vemos como estos días el conflicto entre Ucrania y Rusia se encuentra al rojo vivo y amenaza con convertirse incluso en una gran guerra, de momento confinada al Este de Europa. Más aún nadie descarta en estos momentos que este conflicto pueda extenderse globalmente. El presidente ruso Vladimir Putin afirma y de hecho este tema se ha convertido en una obsesión para él, que Ucrania y Rusia son un mismo pueblo y que en realidad Ucrania forma parte de Rusia. Para Putin, dominar Ucrania ( un país con una extensión mayor que España y poseedor de importantes materias primas) sería la clave para poder reconstruir la parte esencial de la antigua URSS o el antiguo imperio ruso zarista (dado que Bielorrusia y parte de las antiguas repúblicas asiáticas de la URSS ya se encuentran bajo su control en la práctica)
Lo cierto es que la historia de Ucrania y la de Rusia se encuentran muy entrelazadas, pero ¿ son realmente el mismo pueblo?. En el contencioso entre Rusia y Ucrania la historia es uno de los campos de batalla. Tanto Rusia como Ucrania se disputan la herencia histórica del Principado de Kiev, también conocido como el “Rus de Kiev”. El Principado de Kiev fue el imperio más extenso de Europa entre mediados del siglo IX y el siglo XII, tras derrotar a jázaros, búlgaros y finlandeses y llegó a su esplendor con el monarca ya cristiano Jaroslav I (1018-1054). Entró en decadencia y desapareció debido a las invasiones mongolas a mediados del siglo XIII.
Este imperio fue fundado por “varegos”, también llamados Rus, es decir vikingos de origen sueco que fueron extendiéndose hacia el sur y mezclándose con las tribus eslavas de la zona estableciendo su capital en Kiev, que fue en aquel momento la ciudad más importante de Europa. Este imperio llegó a dominar lo que hoy es Ucrania, Bielorrusia, el norte de la Rusia europea y parte de Finlandia, desde el Báltico al mar Negro. Lo gobernó la dinastía Rúrika que tenía como símbolo un tridente. El tridente es hoy es el escudo de Ucrania y el símbolo nacional del país. Este imperio, que mantenía un activo comercio con Bizancio y que era en realidad una federación de tribus eslavas, se desintegró a partir del siglo XIII.
De sus cenizas surgieron diversos estados, el más importante de los cuales fue el Principado de Moscovia, origen de la actual Rusia y que acabó derrotando al imperio mongol. A partir del siglo XVI, los moscovitas se llamaron a sí mismos “Rusia” y “rusos”, queriendo asumir la herencia histórica del antiguo Principado de Kiev. En cuanto a Ucrania propiamente, estuvo en los siglos finales de la Edad Media en la órbita de Polonia y de Lituania y a partir del siglo XVII quedó bajo el dominio del pujante Imperio Ruso. Los ucranianos tenían y tienen su propio idioma, diferente del ruso, pero sobretodo a partir del siglo XVII la esencia de la nacionalidad ucraniana fue la religión ya que la iglesia ucraniana volvieron a la obediencia de la Iglesia Católica, en Roma, abandonando la iglesia Ortodoxa, en la que permanecieron los rusos. Desde entonces los ucranianos se reincorporaron al catolicismo, aunque con un rito propio, de carácter oriental, que aún conservan. Desde entonces también los católicos ucranianos han sufrido numerosas persecuciones a manos de los rusos, ya durante el zarismo, ya durante el comunismo.
En 1917-18 Ucrania aprovechó el caos provocado en Rusia por la revolución y la caída del zarismo, para independizarse en alianza con Alemania, pero el nuevo poder soviético reconquistó Ucrania en 1918 y 1919. Más tarde, en tiempos de Stalin, en los años 30, se produjo la terrible hambruna provocada dentro de la política estalinista de acabar con los campesinos que se negaban a someterse al colectivismo forzoso en toda la URSS. Política que en el caso de Ucrania derivó en un genocidio específico, como han demostrado los historiadores, para intentar acabar con el máximo número de ucranianos católicos posible. Murieron 4 millones de ucranianos.
Durante la Segunda Guerra Mundial Ucrania jugó un papel clave desde el punto de vista estratégico ya que se convirtió en el principal campo de batalla en la lucha entre los ejércitos alemán y soviético, cuando el III Reich invadió la URSS en 1941. Las tropas alemanas tomaron Kiev y la mayor parte de Ucrania y fueron recibidas entre aclamaciones, como libertadores por la mayor parte de los ucranianos (igual que ocurrió en los países bálticos, Estonia, Letonia y Lituania). La mayoría de los ucranianos imaginaron entonces que el Reich establecería una alianza con una Ucrania independiente pero se llevaron una amarga sorpresa ya que Hitler no tenía eso en mente; antes al contrario consideraba Ucrania como “la joya de la corona” del nuevo imperio alemán que quería construir en el Este. Ucrania, con sus vastos recursos agrícolas y minerales estaba destinada a ser la principal fuente de materias primas para Alemania.
Hitler entregó Ucrania a un despiadado gobernador nazi, Erich Koch que sometió a Ucrania a una brutal explotación. Esta política fue tan contraproducente que algunos historiadores alemanes se han referido a Koch como “el hombre que más hizo para que Alemania perdiera la Segunda Guerra Mundial”. Koch consiguió convertir a los ucranianos de partidarios de Alemania en enemigos y así empezaron a proliferar las guerrillas pro soviéticas, sobre todo en el este de Ucrania, siempre la zona étnicamente más proclive a Rusia. En 1943 y 1944 tuvieron lugar grandes batallas ente alemanes y rusos en Ucrania. En 1943 el ejército alemán logró contener la contraofensiva rusa pero al año siguiente los alemanes se vieron obligados a retirarse inexorablemente, aunque sin dejar de combatir.
Por otro lado los ucranianos siempre han sido un pueblo combativo y a partir de 1943 surgió la UPA o “Ejército Insurgente Ucraniano”, una potente guerrilla nacionalista que se lanzó a combatir tanto a alemanes como a rusos. La UPA causó decenas de miles de bajas tanto a alemanes como a soviéticos pero a partir de 1944 cuando el Ejército Rojo penetró de nuevo en profundidad en Ucrania, la UPA empezó a colaborar cada vez más con el ejército alemán contra los rusos. Ya después de la guerra la UPA siguió luchando contra los soviéticos hasta principios de los años 50. Causó fuertes bajas a los soldados rusos pero finalmente Stalin acabó con la guerrilla ucraniana con métodos despiadados. 500.000 ucranianos fueron deportados a Siberia y el líder de la UPA, Stefan Bandera, que se hallaba refugiado en Alemania fue asesinado por agentes soviéticos en Munich.
Como dato curioso podemos añadir que el capitán Palacios, oficial español de la División Azul, prisionero en la URSS, que lideró numerosas iniciativas de resistencia de los prisioneros españoles de la División en el Gulag, recordará más tarde en sus memorias que cuando los rusos le internaron en la cárcel de Moscú, como castigo, en dificilísimas condiciones, sólo pudo sobrevivir gracias a la ayuda y la protección que le brindaron los prisioneros ucranianos de la UPA frente a los presos comunes rusos. Prisioneros ucranianos que eran muy respetados por los presos comunes rusos en las cárceles y campos de concentración de la URSS, como señala Palacios.
Finalmente en 1991 al caer el comunismo y derrumbarse la URSS, Ucrania proclamó su independencia, aunque durante años tuvo gobiernos prorrusos, hasta que la la llamada “revuelta del Maidan” en 2013 llevó al poder a gobernantes deseosos de romper la tutela de Rusia. Putin respondió a eso ocupando territorios del este de Ucrania como la península de Crimea y las regiones de la cuenca del Don o Donbass. Y así hemos llegado a la tensa situación actual.
En definitiva tal vez la descripción más precisa es que Rusia y Ucrania, a pesar de sus vínculos históricos no son el mismo pueblo, sino dos pueblos distintos. Ucrania no fue parte constitutiva de Rusia en su momento. Más bien, el concepto de patria rusa es posterior en varios siglos a la Ucrania representada en su día por el Principado de Kiev.
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