20/09/2024 14:25
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Decía textualmente D. Julio Merino en un artículo reciente: “Este Feijoo no tiene arreglo y ya no se sabe si es que está dormido o es que Génova le ha vuelto tonto”.

Me parece oportuno recordar que la Biblia traduce el “ser moderado” como  “ser tibio”: “¡ni frío ni caliente!” (hace un par de días, en la misa, nos leían el pasaje apocalíptico donde aparece el enunciado.  Todos ustedes recordarán la conclusión a la que conduce semejante tibieza  o moderación, muy claramente expresada en el texto  completo citado  del Apocalipsis: “¡Ojala fueras frío o caliente!”, pero,  como eres tibio, estoy a punto “de vomitarte de mi boca”. Esa misma náusea me ha provocado siempre la valorada y ponderadísima “moderación”

Llevo  más de cuarenta años intentando desenmascarar a ese “partido”,  vomitivo por esencia”,  amamantado por  Fraga  — ¡el  gran traidor al Régimen y a España consecuentemente!–.   (Los mayores méritos del ministro de Franco, fueron haber dirigido la guerra “contra la única fuerza organizada y de peso,  que defendía España”, y haber “desviado el franquismo sociológico hacia la inoperancia absoluta”. Hizo del mismo un perfecto rebaño de mansos borregos que permaneció inmóvil mientras los derrotados de la Cruzada  se apoderaban  de los resortes del poder.  José Antonio pronunció aquella definición que hicimos nuestra sus seguidores: “Ser español es una de las pocas cosas serias que se puede ser en el mundo” pero  el “franquismo sociológico” de esos españoles, fue castrado por Fraga, que  se encargó de neutralizar su fuerza y consiguió cambiar lo dicho por aquel joven idealista que entusiasmó a la juventud de su tiempo, por esta nueva realidad: hoy, ser español  es una birria.

Dicen que “la verdad no ofende” pero me temo que la verdad que proclamo (“ser moderado es equivalente a ser tonto”, —sobre todo en el terreno político )  puede provocar más de una reacción de sentido negativo contra mí.

Los clásicos nos dejaron claro que la vida es milicia” y, consecuentemente, mal se puede vencer si no se quiere luchar. Ser moderado  es una forma de ocultar la cobardía en esas lides.

Viene a cuento este escrito mío porque  los españoles estamos demostrando que lo aguantamos todo sin rechistar. Si después de ver a Sánchez demoler la nación y actuar como un descerebrado sin escrúpulos a la hora de acabar con todo lo heredado de nuestros antepasados,  hemos sido incapaces de salir a la calle –como el dos de mayo o el dieciocho de julio de 1936–  para echar de la Moncloa a patadas  a esa pila de traidores que allí se aloja,  y ni siquiera de dar una prueba de que no consentiremos la aniquilación de España, es evidente que el mayor embustero de la Historia de España, seguirá allí después de las elecciones generales. Sánchez está muy bien asesorado por el Poder Supremo “sin rostro”.

Desde que asumió el mando del Gobierno y contra la opinión general ––aunque me exponga a la condena de la gente considerada normal— creo que tiene muy bien estudiado el plan  de permanencia –aunque no sea producto de su caletre–  y lo llevará a la práctica con éxito. Lo siento por los que esperan verse libres de Falconeti dentro de año y medio. Es un espejismo –a mí entender–  si España no abre los ojos ya, y dudo de su capacidad  para conseguirlo.

Solo faltaba que Feijoo viva convencido de que  puede menospreciar la ayuda imprescindible de VOX, dando así toda la razón a lo aseverado por D. Julio  Rico: ¡actúa como tonto! Tiene el deber de saber que si quiere vencer a Sánchez ha de   reforzar la unión de todos los españoles que esperan recuperar la Libertad y,  para ello es una exigencia mínima, dar calor a las relaciones con los partidos afines en vez de enfriarlas  o anularlas.

Muy malos asesores tiene –o es más tonto de lo que parece– si cree que con la chulería propia de los “se creyentes  genios” ya tiene la derrota de Sánchez en el bolsillo. Cometería el peor de los errores dar por hecho que el actual inquilino de la Moncloa está ya derrotado. “Será un descerebrado sin principios”  pero tiene  el  instinto del  luchador que espera siempre salir vencedor.  Por otra parte la Sinagoga de Satanás sabe muy bien cómo hacer triunfar a sus fieles peones.

A mí, a pesar de lo que llevo escrito no me preocupa tanto el doctor Cumfraude como sus patronos, Soros y Bill Gates,  que están en la sombra y calladitos,  pero tienen muchas horas de vuelo y de éxitos, al contar con equipos poderosos y de larga experiencia en esta guerra. Y me preocupan  tanto más cuanto han sabido actuar con oposición inexistente que les ha dejado el campo libre sin ni siquiera plantarles cara.

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Nada me proporcionaría mayor alegría equivocarme y tener que reconocer  mi error después de las elecciones –si Dios me tiene aún en este mundo—. Quedar en ridículo mientras veo abandonar la Moncloa sería para mí uno de los días más alegres pero me temo  que estoy más cerca del acierto en mi visión que en la alegría del fracaso. Mi experiencia me inclina a  reconocer mi miedo a que se cumpla el aviso de Dante a los candidatos al Infierno: Lasciate ogni speranza, voi ch’entrate,  como absolutamente cierto. Sobre todo porque no sería mi primer acierto cuando he disentido de la opinión generalizada. Me preocupa ver a las llamadas derechas muy confiadas en  ver a España en 2024 viviendo la Libertad y gobernada por el sentido común,  sin  recurrir a la ayuda de Dios. . 

 

Autor

Gil De la Pisa
Gil De la Pisa
GIL DE LA PISA ANTOLÍN. Se trasladó a Cuba con 17 años (set. 1945), en el primer viaje trasatlántico comercial tras la 2ª Guerra mundial. Allí vivió 14 años, bajo Grau, Prío, Batista y Fidel. Se doctoró en Filosofía y Letras, Universidad Villanueva, Primer Expediente. En 1959 regresó a España, para evitar la cárcel de Fidel. Durante 35 años fue: Ejecutivo, Director Gerente y empresario. Jubilado en 1992. Escritor. Conferenciante. Tres libros editados. Centenares de artículos publicados. Propagandista católico, Colaboró con el P. Piulachs en la O.E. P. Impulsor de los Ejercicios Espirituales ignacianos. Durante los primeros años de la Transición estuvo con Blas Piñar y F. N., desde la primera hora. Primer Secretario Nacional.