08/05/2024 18:42

Gran parte de lo que se dice o denuncia de la realidad española es repetición de repetición. Lo mismo con otras palabras o mejor redacción. A lo sumo, lo más necesario de vez en cuando es recordar y actualizar los datos…

En la realidad de España no hay nada nuevo, los problemas vienen enquistados y no hay nada que no venga aconteciendo desde hace décadas, y empeorando. Apuntemos sólo los últimos registros: la llamada al orden de la UE al Gobierno de España para que respete el Estado de Derecho (la separación efectiva y real del Poder Judicial y el respeto a las sentencias dictadas); el grave problema del sector agropecuario y pesquero, sector fundamental de nuestra economía; el caos y clientelismo en la distribución de los fondos europeos; el gravísimo problema del narcotráfico y la delincuencia organizada en el Campo de Gibraltar, puerta de entrada de la droga a Europa; la acusación internacional que alerta de la corrupción en el lavado de grandes cantidades de dinero entre nuestro país y Sudamérica provenientes de la droga…

Se hacía muy difícil creer que tras Rodríguez Zapatero pudiera venir uno peor, pero aquí está, vivito y coleando, saltándose a la torera el Derecho y con el Estado a sus pies. Ahora bien, se nos olvida que este tipo no es culpable de todo, que parte, como todos los que se han venido sucediendo, de la línea de demarcación que le marcaron.

Ninguna nación en paz y progreso había completado un proceso de tan hondo calado deconstructivo como lo ha hecho España, y en tan poco espacio de tiempo, con una deconstrucción del orden moral, político, social y económico que es lo que hoy estamos viviendo. Somos uno de los países más corruptos del mundo, una sociedad desestructurada, una nación sumida en la degradación moral, un pueblo al borde de la desintegración.

Con todo, la cuestión es más seria de lo que algunos piensan, y los argumentos los da día sí y día también, y a Dios gracias, nuestro respetado y mi querido amigo Gil De la Pisa… La labor siniestra pero persistente de la Sinagoga de Satanás, cuya infestación en la sociedad occidental, y primordialmente en la sociedad española, ha consistido en sustentar un relativismo absoluto, defendiendo como dogma inmutable e indiscutible la negación de la posibilidad de un conocimiento objetivo de la Verdad, en la que no cree. Así pues, intenta imponer en las sociedades sus creencias. Y aunque habla de una moral, no se ajusta a la conocida como ley natural, sino que la relativiza y la adapta a la circunstancialidad socio-cultural de cada momento histórico. Las consecuencias son inevitables: el libertinaje, la descomposición de las costumbres, la ausencia de pudor, el llamado relativismo en el arte, el deseo de placer, etc.

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Para lograr sus fines, la Sinagoga de Satanás labora por la laicización y el laicismo de Estado, imponiendo sus criterios e ideas a la sociedad civil desde los organismos del poder político y mediático (medios de comunicación social), así como a través del control de la educación. E impone una organización social de estructura estrictamente piramidal, jerarquía y disciplina férrea, a pesar de las apariencias (talante liberal, tolerante y democrático), como se comprueba en las leyes, reglamentos y actuaciones que inspira. Y es que, el objetivo no es otro que la negación de la sociedad cristiana por su odio infinito a Jesucristo.

Ahora bien, estábamos advertidos…

Juan 15:18-16:4

18 Si el mundo os odia, sabéis que me ha odiado a mí antes que a vosotros. 19 Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero como no sois del mundo, sino que yo os escogí de entre el mundo, por eso el mundo os odia. 20 Acordaos de la palabra que yo os dije: «Un siervo no es mayor que su señor». Si me persiguieron a mí, también os perseguirán a vosotros; si guardaron mi palabra, también guardarán la vuestra. 21 Pero todo esto os harán por causa de mi nombre, porque no conocen al que me envió. 22 Si yo no hubiera venido y no les hubiera hablado, no tendrían pecado, pero ahora no tienen excusa por su pecado. 23 El que me odia a mí, odia también a mi Padre. 24 Si yo no hubiera hecho entre ellos las obras que ningún otro ha hecho, no tendrían pecado; pero ahora las han visto, y me han odiado a mí y también a mi Padre. 25 Pero han hecho esto para que se cumpla la palabra que está escrita en su ley: «Me odiaron sin causa». 26 Cuando venga el Consolador, a quien yo enviaré del Padre, es decir, el Espíritu de verdad que procede del Padre, Él dará testimonio de mí, 27 y vosotros daréis testimonio también, porque habéis estado conmigo desde el principio.

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16 Estas cosas os he dicho para que no tengáis tropiezo. Os expulsarán de las sinagogas; pero viene la hora cuando cualquiera que os mate pensará que así rinde un servicio a Dios. Y harán estas cosas porque no han conocido ni al Padre ni a mí. Pero os he dicho estas cosas para que cuando llegue la hora, os acordéis de que ya os había hablado de ellas. Y no os dije estas cosas al principio, porque yo estaba con vosotros.

¡La victoria es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero!

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