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Este libro de título enigmático trata de la resistencia de la 5a Bandera de Castilla y un tabor de Regulares a la División del Campesino, a la que detiene en el pueblo de Quijorna. Unos mil combatientes falangistas, sin ningún tipo de fortificación, son capaces de detener a los 10,000 rojos de la División del Campesino. Fue uno de esos episodios de resistencia que acompañan a la historia de España desde Numancia hasta Toledo. Desde luego, no tiene la significación simbólica de esos ni ha alcanzado un carácter legendario, pero sigue siendo un episodio singular del que cabe preguntarse por qué es prácticamente desconocido. De hecho, que yo sepa, este es el único libro que trata de él. Para mí ha sido un descubrimiento; hasta el punto de que diría que la Batalla de Brunete podría llamarse Batalla de Quijorna. Probablemente, si se llama de Brunete fue porque ese es el pueblo que los nacionales recuperaron. Quijorna se perdió y permanecería el resto de la guerra en zona roja, pero opuso una resistencia numantina a la División del Campesino, que solo puedo entrar en el pueblo cuando los falangistas y los moros que defendían se vieron obligados a abandonarlo por imposible (y por el deficiente abastecimiento de munición). 

El libro está firmado por Revilla Cebrecos, un falangista de Aranda de Duero, encuadrado en la 5a Bandera de Castilla, que defendió el pueblo, y que salvó su vida probablemente por haber sido herido antes de la retirada. 

El sentido del título queda aclarado en la primera frase del prólogo. Se refiere a los cojones de los defensores; es decir, a su valentía, por supuesto. El comandante de la 5a Bandera de Castilla informaba a la superioridad de que no tenían munición, que había muchos muertos y heridos y que si no llegaban pronto bombas de mano y botellas de gasolina para hacer frente a los tanques la resistencia llegaría a su fin. La superioridad le responde lo que no tenían era cojones, y el comandante le envía de vuelta la respuesta del título. 

El Prólogo cuenta también que Quijorna fue el pueblo en el que más duró la batalla de resistencia al avance del ejercito frentepopulista. Brunete, que estaba prácticamente desprotegido, fue fácilmente reducido por las tropas de Líster, que cruzaron sigilosamente de noche entre Quijorna y Villanueva de la Cañada. Villanueva de la Cañada aguantó dos días. Fue también una resistencia heroica y crucial, porque por Villanueva pasa la carretera que hubiera permitido el envío de tropas y materiales a Brunete para continuar la embestida hasta Navalcarnero, como estaba planeado. Pero también era esencial Quijorna porque Líster tampoco quiso seguir adelante sin tener cubierta la espalda por su flanco derecho. 

Quijorna tardó tres días en rendirse, para desesperación de El Campesino, que había sido residente del pueblo cunado trabajaba de capataz en la construcción de la carretera a Navalagamella. Cabe imaginar que se reservó Quijorna para sí, fantaseando con una entrada triunfal en el pueblo. Pero la Bandera de falangistas y el Tabor de Regulares solo abandonó el pueblo cuando por falta de munición la resistencia era insostenible y el comandante ordenó la retirada. Al final el Campesino solo puede entrar en un pueblo destruido y lleno de cadáveres y heridos. 

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El primer capítulo del libro se titula La Batalla de Brunete, y trata de ella en general. La batalla fue pensada como alternativa a la idea de Largo Caballero de romper la zona nacional atacando por Extremadura. El antiguo estuquista Paco Largo fue descabalgado de la Presidencia del gobierno tras los episodios de mayo en Barcelona al no dejarse mangonear suficientemente por los comunistas. El nuevo gobierno, en que su enemigo Prieto (descabalgado también por los comunistas posteriormente) era ministro de la Guerra, quiere atacar esa zona para romper el cerco de Madrid y detener la ofensiva del Norte, donde ya había caído Bilbao y se iba por Santander. 

Como otras tantas iniciativas del ejército frentepopulista, la operación empezó con una arrancada de potro y se detuvo con una parada de burro. Varias divisiones frentepopulistas fueron incapaces de tomar pequeñas guarniciones nacionales en aquellos pueblos del frente sin defensas naturales de ningún tipo. 

Un asunto debatido es hasta qué punto fue sorprendido el ejército Nacional. En realidad, no hubo sorpresa; se sabía que el ejercito frentepopulista iba a atacar por allí y se reforzaron las guarniciones en los días anteriores en la medida de lo posible. Se sabía, pero no había suficientes reservas para hacer frente a la acometida. Solo se pudieron movilizar un Tabor de tiradores y la Primera Bandera de la Legión. En la práctica, los más sorprendidos, por la resistencia de aquellos pueblos, fueron los rojos. 

Como indicado, la Batalla de Brunete se llama así porque fue en ese pueblo el ejército frentepopulista dio la batalla por perdida y fue recuperado por el contraataque nacional. Brunete estaba algo detrás de la linea de frente y apenas tenía defensores, por eso, la división de Líster, que paso por la noche del 5 al 6 de julio entre Villanueva de la Cañada y Quijorna, ocupó el pueblo a la amanecida sin grandes esfuerzos. 

El caso es que, tras la toma de Brunete, Líster se detiene en lugar de seguir hasta Navalcarnero, temeroso de quedar rodeado, porque Quijorna, a su derecha, aún resiste al Campesino. Una bandera de falangistas, unos 500 hombres, detiene a una división frentepopulista, unos 10,000 soldados. 

El 6 de julio por la mañana deberían haber sido tomados Brunete, Villanueva de la Cañada y Quijorna. Villanueva de la Cañada era importante porque por él pasa la carretera que une Valdemorillo, donde estaba el ejército frentepopulista, con Brunete,  el cruce con la carreta de Boadilla a Chapinería, y desde el que se continuaría a Navalcarnero. Villanueva de la Cañada resiste, y a su entrada se pararía un contingente de camiones, que no pudieron continuar. 

La división de Líster solo hace dos incursiones. Una hasta Sevilla la Nueva, al sur; no encuentran resistencia, pero vuelven. Otra a Boadilla, al oeste. En este caso encuentran resistencia: unos pocos soldados, la mayor parte escribientes y del servicio antigás. Los bravos milicianos del ejército frentepopulista dan la vuelta. El día acaba y solo han conseguido ocupar Brunete, donde no encontraron oposición. Por la noche ocuparan Villanueva de la Cañada porque los defensores tienen que abandonarla. 

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El día 7 tampoco pueden avanzar los frentepopulistas. Por la noche Miaja da órdenes de que se acabe con las resistencias de Quijorna y el Vértice los Llanos, situado al norte de Quijorna. Tampoco se consigue. Quijorna es ocupada solo en la mañana del día 9. El día 11 cae Villanueva del Pardillo. Pero eso es todo. El ejército frentepopulista no puede hacer más y a partir de entonces Franco toma la iniciativa e incluso se plantea tomar Valdemorillo y seguir hasta Madrid. Pero también el ejército frentepopulista opone una gran resistencia y el nacional no tiene suficientes fuerzas. 

La batalla está en punto muerto hasta que el 24 de julio los nacionales toman Brunete parcialmente; los frentepopulistas contraatacan y el resultado pende de un hilo. El 25 de julio, día del Patrón Santiago -fiesta nacional eliminada por el régimen del 76, ¿sería por los malos recuerdos?-, los nacionales toman el cementerio de Brunete al asalto. La aviación descubre una gran concentración de tropas un poco más al norte a la que ataca causándole numerosas bajas dando la puntilla al Ejército de Maniobra. Franco no prosigue la batalla, para volver a centrarse en el norte. El Ejército frentepopulista sale bien escocido. Le costaría otro año intentar una maniobra importante, la Batalla del Ebro, con parecido desarrollo: arrancada, frenada, desgaste y repliegue. 

Una curiosidad sobre Brunete: 

… también son prisioneras unas enfermeras de sanidad militar, entre ellas las hermanas marquesas de Larios, que luego serían canjeadas. 

Digo esto porque Edgar Neville novela este episodio en el relato corto, Las muchachas de Brunete, que comentamos aquí. Califiqué el relato de propaganda, pero vemos aquí que está basado en un hecho histórico. Estas son las muchachas de Brunete.

  

Foto de “las muchachas de Brunete”, María Luz y Maria Isabel Larios, enfermeras de la Sección Femenina en el Frente de Madrid, del libro Recuerdos de una Vida, de Pilar Primo de Rivera. Tras esta introducción del capítulo I, la II parte, titulada, Las resistencias decisivas, detalla esos episodios heroicos, el de Quijorna en mayor detalle, pues es el más largo y el autor participó en él.

 

Autor

Colaboraciones de Carlos Andrés
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