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El verdadero inventor del comunismo es Lenin. Lenin utilizó a Marx cuando lo necesitaba y lo olvidó cuando el pensamiento de este no conformaba con el pensamiento de aquél, y menos, cuando no convenía a sus fines. Según Payne, Lenin no tenía un gota de sangre rusa y murió envenenado por Stalin. El padre de Lenin era inspector de escuelas y su hermano, Alexander, fue ahorcado por atentar contra la vida del Zar, lo que marcaría a Lenin durante toda su vida.

Lenin fue estudiante de Leyes en la Universidad de Kazán, y cuando hizo el examen final -arrastrando la r al hablar- en noviembre de 1891, fue el número uno entre ciento veinticuatro. Se dice de Lenin que tuvo más éxito como abogado acusador que defensor, y, como puede presumirse, no realizó trabajo manual alguno perteneciendo a la intelligentsia, en la que la teoría estaba por encima de la práctica, y pese a manifestar a Gorki que aquella y el obrero no tendrían alianza alguna.

De alguna manera pertenecía a la burguesía, a la que ridiculizaba presentándola con una doble cara: progresista y reaccionaria al mismo tiempo, pidiendo el fin de la tiranía pero buscando conservar su posición de clase social.

Lenin no conoció a Marx, pero sí a su yerno, Paul Lafargue, y a Laura -hija de Marx-, ante quienes demostró un espíritu revolucionario manteniendo que solo el proletariado podía luchar por la libertad política y las instituciones democráticas. Este espíritu no le impidió dedicarse a cazar, pescar y leer, como hubiese hecho un buen burgués. En este formato teórico Lenin se enfrentó a Bernstein, heredero intelectual de Engels y, en consecuencia de Marx. Bernstein propugnaba una alianza política entre el proletariado y la burguesía, mientras que Lenin creía en una acción armada por dicho proletariado sobre la burguesía. Así, mientras Marx opinaba que la emancipación de la clase trabajadora es obra de la clase trabajadora misma, para Lenin el motor descansaba en un grupo de intelectuales, pues pensaba que la clase trabajadora no podía llegar a la emancipación por su propio esfuerzo.

En ese reducido grupo de intelectuales se encontraba Lenin, razón por la que en su libro “Qué hacer” apenas cita a Marx, y razón por la que opinaba que sólo podía haber una élite revolucionaria, la cual tomaría las decisiones. De élite revolucionaria se pasaría con el tiempo a una élite mundial capitalista, con el NOM que estamos sufriendo en la actualidad.

En la idea de buscar esa élite Lenin luchó, dentro del partido social-demócrata, por un aparato centralizado del partido, en el que él ocuparía el centro. Lo que consiguió fue escindir el partido en dos posiciones: los bolcheviques (mayoritarios) y los mencheviques (minoritarios). Los bolcheviques formaban la extrema ala izquierda del partido social-demócrata que seguirá a Lenin, rompiendo este con los mencheviques. A partir de entonces, para Lenin el pueblo no necesitará la libertad al ser esta una forma de la dictadura burguesa, pese a que -según decía entonces- solo era marxista quien diera tierra a los campesinos, paz a los soldados y el poder a la clase obrera.

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En Alemania, Rosa Luxemburg terminó por rechazar a los bolcheviques por la actitud Lenin de implantar la democracia revolucionaria, destruyendo a los mencheviques bajo la acusación de estar ligados a la burguesía. Para esa democracia revolucionaria los campesinos rusos no contaban al tener el instinto del propietario y, en consecuencia, alejados del proletariado. De entonces viene el alejamiento de Lenin respecto de Trotski, el cual intentó crear un puente entre bolcheviques y mencheviques, lo que le valió ser acusado por Lenin de escisionista, y pese al reconocimiento que realizaría años más adelante ante Gorki, de tener Trotski el talento de organizador, aun confesando que era de los suyos. Alejamiento que bien pudo venir por envidia a Trotski, por ser este el que realmente hizo triunfar la revolución.

El Lenin revolucionario, como buen burgués, mantuvo a Krupskaia como esposa y a Inessa como  amante, aceptando la primera dicha situación. Este revolucionario que veía mal que el zar alcanzase una paz separada con Alemania, con el capital alemán alcanzó Rusia, y tras de cambiar el nombre al partido social-demócrata por el de comunista, alcanzó la paz con Alemania.

Mi amigo Enrique Miguel Sánchez Motos dedica en su libro Historia del Comunismo (cuya adquisición y compra aconsejo) un capítulo a la toma del poder por Lenin. En mi opinión la revolución comenzó sin Lenin en Petrogrado, siendo la cabeza de aquella Trotski, quien lo decidió todo, para más adelante pasar ese poder conseguido a Lenin, de ahí cierta celotipia de este al primero, y el reproche continuo a Trotski de no haberse hecho realmente una revolución al alcanzar el poder más o menos pacíficamente, y  por un interés de convocar elecciones que rechazaba Lenin, el cual organizó la Cheká, a cuyo frente puso al polaco Dzeryinski.

Sin Trotski no hubiese ganado Lenin la guerra civil, y con desconocimiento para el primero, Lenin ordenó el asesinato de la familia Imperial rusa, pese a que el ejército rojo lo comandaban unos treinta mil oficiales zaristas. Con Lenin comenzó el terror, utilizado como arma de masas, convirtiendo su poder -como diría Kautski- en una tiranía de un reducido grupo de hombres. La tiranía de una élite que sufrió el pueblo ruso y la que estamos sufriendo hoy con un capitalismo feroz y voraz, cercenador de la libertad del individuo.

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De ahí que la leyenda de que Lenin se mantuvo alejado del terror y que las decisiones las tomó Dzeryinski, no es verdad, pues Lenin no delegaba. Tras de la hambruna, Lenin creó la Nueva Política Económica, que desvió la teoría del comunismo, tal y como la había descrito en El Estado y la Revolución, abandonando el monopolio del Estado en el comercio de cereales y la requisa de cosechas, sustituyéndolo por una tasa fija en especie o en metálico. De alguna manera, Lenin daba paso a un capitalismo cerrado, recibiendo la ayuda Americana, tanto para superar la guerra mundial como la guerra civil.

Pese a la prevención que mantuvo con Trotski, este fue propuesto por Lenin como presidente adjunto del Consejo de Comisarios del Pueblo, con lo que le hacía su heredero. La mayoría de los miembros de dicho Consejo eran judíos como el propio Trotski. Pero este rechazó la sucesión con lo que firmaría su sentencia de muerte. En el denominado testamento de Lenin, este comienza refiriéndose a la división del Comité Central entre Stalin y Trotski, siendo su preferido el segundo. Pero Stalin acumuló el poder cuidando adelantar la muerte de Lenin. Lo cierto es que de la autopsia del cadáver se descubrió que el cerebro estaba dañado por arterioesclerosis, y del corazón, pulmones y estómago, se indicaba que estaban vacíos, con lo que se descartaba -oficialmente- el envenenamiento.

Stalin tampoco estuvo muy lejos del capitalismo controlador de la economía y, en definitiva, de la política, como quedó acreditado con la ayuda de los Estados Unidos de América antes, durante y tras de la segunda guerra mundial -pese a la denominada guerra fría– pues no dejó de ser la URSS el reservorio que explotar en cuanto al capitalismo tuviese interés en ello, como luego se demostró la puesta en escena de una caída del muro que confirmaba que los grandes capitales nunca salieron de la extinta URSS.  

 

Autor

Luis Alberto Calderón