14/05/2024 03:41

Hoy día ya es sobradamente conocido que el marxismo jamás tuvo como meta mejorar la situación económica de los trabajadores, ni redimir de la miseria a los más empobrecidos.

El día 26 de enero publicábamos en estas mismas páginas un artículo titulado Lenin, Gog y los pobres en el cual citábamos a ciertos líderes marxistas modernos que confesaban que a los pobres no hay que sacarlos de la pobreza, porque en cuanto se les integra en la clase media, cambian su voto a la derecha.

Muchos piensan que el marxismo tiene como objetivo la transformación de las estructuras capitalistas socio-productivas en otras de carácter socialista.

Es absurdo pensar así, ya que el marxismo fue financiado por las más altas instancias económicas anglosajonas, desde sus inicios revolucionarios hasta la obtención del poder soviético, y posteriormente, estos mismos poderes anglosajones cuidaron con mimo exquisito que la Unión Soviética no perdiera su imagen de posible antagonista conflictivo de los Estados Unidos de América. (Financiación de proyectos, trasvase de patentes, etc…).

Es más, en estos días en los que nos ha tocado vivir, cuando el marxismo ha tomado la senda que en su día iniciara Gramsci, y posteriormente desarrollara la llamada Escuela de Fráncfort dando origen al marxismo cultural, mediante el cual dejando atrás la estrategia de la tortura y el crimen, adoptaba aquella otra, muchísimo más práctica y funcional del lavado colectivo de los cerebros, vemos como son los más altos poderes económicos a niveles planetarios los que se esfuerzan en implantar en las distintas sociedades, y con más intensidad en las del hemisferio occidental, los principios y postulados nacidos en el seno de dicho movimiento. (Ideología globalizadora, ideología contrasexual, ideología ecologista con su variante animalista, ideología de muerte con sus variantes abortiva y eutanásica) cuyo manual de instrucciones aparece compendiado en la llamada Agenda 20-30.

Agenda 20-30 cuyo logotipo nos muestran con orgullo, como insignia en sus solapas, tanto el presidente del gobierno ¿izquierdista?, como el jefe de la oposición ¿derechista? , lo cual nos hace pensar en el hierro con el que los ganaderos marcan a las reses que en su hacienda pastan, y que siendo de su propiedad utilizan en función de su personal beneficio, y a fin de lograr los objetivos que, tan solo por ellos, son perseguidos.

Sea de un modo u otro, lo que siempre nos han mostrado los marxistas con nitidez, es el frenético ahínco con el que anhelan incorporarse al espectro adinerado y privilegiado de la sociedad. Sería muy extraño que unas personas tan interesadas en su incorporación a la clase de los socialmente privilegiados, pretendieran eliminarla.

No hace falta retrotraerse a los grandes oligarcas rusos, todos antiguos jerarcas del partido comunista. Aquí en España vemos como los líderes socio-comunistas, tras unos breves años en el poder aparecen como propietarios de viviendas en lugares de altísimo estatus, palacetes lujosísimos, grandes fincas rústicas, incluso, como propietarios de minas de oro.

A este respecto podíamos leer en el número correspondiente al día 16 de enero de 2021 del diario El Confidencial la siguiente noticia:

 El exjefe de los servicios de Inteligencia Militar del chavismo, Hugo ‘El Pollo’ Carvajal, ha trasladado a la Audiencia Nacional que José Luis Rodríguez Zapatero es propietario de una mina de oro en Venezuela y ha anunciado que está realizando gestiones con colegas de Caracas para recabar los documentos que acreditarían esa acusación, según han confirmado a El Confidencial fuentes próximas al caso. La antigua mano derecha de Hugo Chávez también ha adelantado que aportará otras pruebas que implican al exdirigente del PSOE en operaciones de corrupción en su país.

Pues si los objetivos confesados por el marxismo son falaces, ¿ cuáles son las verdaderas metas del marxismo?

Marx decía que “… en general, el reflejo religioso del mundo real solo podrá desaparecer cuando las condiciones de trabajo y de la vida práctica ofrezcan al hombre relaciones transparentes y racionales con sus semejantes y con la Naturaleza. La vida social, de la que la producción material y las relaciones que suponen forman su base, no se desprenderá de la nebulosa mística que vela su verdadero aspecto más que el día en que se manifieste la obra de hombres libremente asociados, actuando conscientemente y dueños de su propio movimiento social” (Karl Marx. El Capìtal, lib I trad. Roy, ed. Sociales, pág. 91).

O sea que Karl Marx basa el “reflejo religioso” en la “falta de relaciones trasparentes y racionales -del hombre– con sus semejantes y con la Naturaleza”, luego ya podemos observar que Marx considera el fenómeno religioso como una consecuencia de que no “se manifiesta la obra de los hombres libremente asociados, actuando conscientemente y dueños de su propio movimiento social”.

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No llegamos a entender cómo, la percepción del otro como un hermano en un Dios Padre y Creador que manda que la interrelación de los hombres entre sí, sea fraternalmente amorosa, puede ser ocasión de “falta de relaciones trasparentes y racionales con sus semejantes y con la Naturaleza”.

Recordemos el mensaje de Cristo “Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda, delante del altar, y anda, reconcíliate con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda (Mateo5.23-25)

Pero bueno, aquí lo que nos interesa es ver como Marx contempla el fenómeno religioso como una rémora para el ser humano, que en la sociedad que él propone debe de desaparecer.

Engels haciendo gala de un cinismo estremecedor hace el siguiente comentario: ”La economía burguesa no puede ni impedir las crisis…las quiebras…el paro…(De aquí) el proverbio: “El hombre propone y Dios dispone”… Pero cuando la sociedad, por medio de la toma de posesión y la reunificación planificada del conjunto de los medios de producción…, cuando el hombre cese de proponer simplemente, y disponga, entonces…desaparecerá la última fuerza extraña que se refleja en la religión y por consiguiente, desaparecerá el reflejo religioso mismo, por la buena razón de que ya no habrá nada que reflejar”. (F. Engels, en Marx y marxismo. Traducción de José Vila Selma, ed. Rialp. Madrid, 1963).

Engels toma “por los pelos” un refrán popular para justificar la pasividad, según él, a la cual es conducido el hombre por influjo de la religión. Podríamos replicar a este sinsentido con otros proverbios que indican lo contrario, como aquel que dice: “A Dios rogando y con el mazo dando”; o aquel otro que de forma distendida y humorística nos impera “Fíate de la Virgen y no corras”; pero sería demencial convertir estas líneas en una compilación de refranes populares.

Si nos interesa, por otro lado, hacer cierto énfasis en el fingido desconocimiento, sin duda voluntario, pues Engels fue un gran estudioso de los textos sagrados, que muestra del Dios cristiano.

El Dios cristiano, mi Dios, no dispone sobre las propuestas que el hombre le hace. El Dios cristiano; mi Dios, actúa a la inversa de lo dicho por el proverbio que Engels menciona. Es Él. Es Dios el que propone al hombre y espera a que sea el hombre quien disponga. El Dios cristiano, mi Dios, le dice al hombre: “Mira estoy de pie a la puerta y llamo. Si alguien escucha mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo”. (Apocalipsis, 1.3.20).

El Dios cristiano, mi Dios. Nos sugiere que no veamos en el otro un mero elemento del sistema productivo, como el marxismo enseña, sino como Su propio hijo, el cual es acreedor de amor, comprensión y respeto por nuestra parte.

Veinte siglos antes de que el marxismo sembrara los países sobre los cuales ejerció su poder, de campos de trabajo esclavo, el Dios cristiano, mi Dios, venía exigiendo la justicia en el entorno socio-laboral: “…mirad el jornal de los obreros que segaron vuestros campos, el que vosotros habéis retenido, está gritando, y los gritos de los segadores han llegado a los oídos del Señor del universo” (Santiago 5.4).

El Dios cristiano, mi Dios, ordena que el trabajo sea la fuente de manutención: “El que no trabaje que no coma” (San Pablo, Tesalonicenses 2.3.19).

No hemos de olvidar que existen gentes que ponen en esta frase de San Pablo, el motivo del profundo anticristianismo de los marxistas. Es proverbial la animadversión que los más insignes marxistas han mostrado hacia el trabajo. No queremos decir que los marxistas sean esencialmente vagos. ¡Vamos! ¡Por Dios!. Lo único que aclaramos, y tal como comenta el genial filósofo e historiador español Antonio Escohotado, es que los jerarcas marxistas jamás dieron un palo al agua en su vida. Claro, que esto se ha debido siempre a su profunda vocación revolucionaria. Pues ya nos informaba Lenin que el revolucionario tiene que ser un profesional de la Revolución. Y en esto de comer de la Revolución, los marxistas, han sido siempre discípulos aventajadísimos de su maestro. .

El día 11 de noviembre de 1954 publicaba el periódico Pravda un artículo en el que se podía leer: “La ciencia ayuda a la Humanidad a penetrar cada vez más profundamente en las leyes objetivas del desarrollo de la Naturaleza…Por el contrario, la religión oscurece la conciencia del hombre, abocándole a la pasividad ante las fuerzas de la Naturaleza y paralizando su actividad creadora y su iniciativa.

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La obsesión marxista por los ámbitos religiosos llega a lo enfermizo. El afán de denostar la religión mediante el fingido ensalzamiento de la ciencia, lleva a los marxistas a los bordes de la psicopatía.

Decimos fingido ensalzamiento de la ciencia, porque llegado el momento no han tenido nunca, los marxistas, pudor alguno en sustituir los conocimientos científicos, por los mandatos que su ideología les imponía.

Recordemos cuando tuvieron que acudir a Lisenko para que éste se opusiera a lo que la genética científica, y por lo tanto experimental, afirmaba. La genética proclamaba que los aspectos culturales no se transmiten genéticamente. Los marxistas opinaban que los hijos de los marxistas, nacían ya marxistas. Pues bueno -se dijeron así mismos- busquemos un científico que diga lo que nosotros queremos que diga, y sanseacabó. Y buscaron a Lisenko que les dijo que sí. Que llevaban razón. Y todos tan contentos. Lisenko medró muchísimo y los marxistas se liaron a tener “marxistitos”.

La frustración de los marxistas vino cuando, por ciertas anomalías en el proceso de gestación no tenidas en cuenta por el camarada Lisenko, comenzaron a surgir de sus propias entrañas, algunos “fascistitos”.

El día 10 de noviembre de 1956 se podía leer en una resolución del partido Comunista de la URSS aprobada en dicha fecha lo siguiente: “Ahora, gracias a la victoria del socialismo y a la liquidación de las clases explotadoras, en la URSS las raíces sociales de la religión han sido arrancadas y la base sobre la que se apoyaba la Iglesia ha sido destruida. Como dan fe los hechos, los servidores de la Iglesia, en su mayoría, han adoptado, en el presente, una actitud leal para con el poder soviético. De aquí que la lucha contra los prejuicios religiosos, en la hora actual, debe de ser considerada como la lucha ideológica de la concepción científica y materialista del mundo contra la concepción anticientífica y religiosa del mundo.

La corrección de los errores cometidos en la propaganda antirreligiosa no debe de conducir a un debilitamiento de la propaganda científico-atea, que es parte integrante de la educación comunista de los trabajadores y que tiene como fin propagar los conocimientos científicos y materialistas en las masas y liberar a los creyentes del influjo de los prejuicios religiosos”.

Y dale. Siempre con la misma monserga. Parece ser que los marxistas son un poquito torpes y no les cabe en la cabeza que la ciencia deambula por sendas epistemológicas que la obligan a manejar exclusivamente variables mensurables, y como consecuencia, los aspectos más importantes de la vida, al no poderse medir, no entran dentro del campo científico.

Luis Pasteur en charla con científicos materialistas les dijo: “cuando la madre de algunos de ustedes fallezca, mediante su autopsia, traten de localizar el amor que esta les tuvo durante toda su vida”.

Parece como si el objetivo y la meta del marxismo fuera matar a Dios. El cultivo del odio como energía dinamizadora; el ensalzamiento de la mentira como herramienta idónea para la consecución de logros; la institucionalización del crimen como método a seguir, son aspectos que de forma indudable son radicalmente opuestos a los que nos propone Cristo resumidos en el amor, la verdad y la vida.

Existen autores que opinan que las raíces del marxismo son de carácter satánico. Nosotros el día 7 de enero de 2023, publicábamos un artículo en estas mismas páginas bajo el titulo ¿Son satánicos los orígenes del marxismo?, en el cual dejábamos constancia de los argumentos de algunos de los autores que así lo consideran.

La realidad, con tozuda evidencia, nos muestra que el marxismo cultural, en nuestros días, proyecta

su urdimbre ideológica, sobre todas y cada una de las retículas, tanto de nuestra sociedad, como de

la totalidad de las sociedades occidentales y cuyo objetivo final puede compendiarse en la escena

que traemos a la cabecera de este artículo como fotografía ilustradora:

El fusilamiento de la imagen del Sagrado Corazón de Jesús llevado a término en el Cerro de los Ángeles. Provincia de Madrid. Día 28 de julio de 1936.

Solo fue la imagen. ¡Ah!…¡Si hubieran podido…!

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Macht Spanien vom Marxismus frei.
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