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Stephen Hawking (1942-2018), científico e investigador británico muy conocido por sus teorías sobre el origen del Universo. Es autor de varios libros que causaron gran revuelo, no sólo por su interesante contenido sino también por lo que implicaban sobre la existencia de Dios. En 1988 publicó “Una breve historia del tiempo” en la que mantenía cierta ambigüedad. Sin embargo, Carl Sagan, que escribió la introducción, dejó claro que la conclusión a la que había llegado Hawking era que entendía el universo como «un universo sin principio ni fin en el tiempo y que no dejaba lugar para un Creador» 

Mucho más directa ha sido la posición de Hawking en su libro póstumo, «Breves Respuestas a las Grandes Preguntas«, escrito por un grupo de amigos y colegas que recopilaron sus ideas básicas y lo publicaron en 2018, pocos meses después de que Stephen Hawking falleciera.  El título del primer capítulo de ese libro va directamente al grano, ¿Existe Dios? y la respuesta de Hawking es rotunda: niega la existencia de Dios porque considera que no es necesario para explicar el origen y la evolución del Universo. En suma, sería una cuestión de fe creer en Dios que es invisible, pero desde el punto de vista de la ciencia si Dios es invisible y no es necesario en absoluto para explicar el origen de lo que vemos, ¿cómo defender lógicamente que existe?

En abril de este año 2022 publiqué un artículo, en este medio, cuyo título era «¿Se equivoca Stephen Hawking?” En él cuestionaba los argumentos de Hawking que negaban la existencia de Dios, principalmente porque Hawking era matemático y físico, pero no biólogo, y daba por hecho que la teoría de la evolución está probada.

En general la teoría de la Evolución se presenta como una teoría que explica que la vida y las diferentes especies que vemos en la Tierra, han aparecido como consecuencia de pequeñas variaciones o mutaciones, que se han producido por azar y que se acumularon durante un largo periodo de tiempo. Después cuando estas variaciones supusieron una ventaja para los seres que las tenían, les hicieron prevalecer sobre los otros que no tenían esas variaciones, dando lugar finalmente a la aparición de nuevas especies.

La Teoría de la Evolución lleva a la conclusión de que Dios no ha tenido ningún papel en la aparición de la vida y de las diferentes especies. El azar y la supervivencia del más apto han sido los motores de la creación. En consecuencia, si Dios no es en absoluto necesario para explicar la existencia de la vida y las especies que vemos, ¿cómo sostener que ese Dios invisible existe? Tal vez, como decía Feuerbach, Dios sea sólo una creación de nuestra imaginación. Feuerbach decía que no es Dios quien ha creado al ser humano, sino que somos nosotros, los seres humanos, los que con nuestra imaginación hemos creado a Dios.

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La crítica básica a la Teoría de la Evolución consiste en señalar que, aunque parezca una explicación lógica, está lejos de ser probada. Hay tres áreas de la ciencia que lo ponen de manifiesto de forma contundente: la Paleontología, la Genética y la Bioquímica.

La PALEONTOLOGÍA es la ciencia que estudia e interpreta la vida pasada en la Tierra a través de los fósiles. Entre sus objetivos está el estudio del origen de los seres vivos, sus cambios a lo largo del tiempo, sus relaciones entre sí y con su entorno, su distribución espacial y sus migraciones.

¿Hasta qué punto la paleontología sostiene que la teoría de la evolución es cierta? Por ejemplo, se podría pensar que una jirafa fue el resultado de la evolución de un ciervo y que ese cambio se produjo porque hubo un tiempo en que las plantas alimento eran muy escasas en el suelo y sólo los ciervos con un cuello más largo podían alimentarse de las hojas de los árboles.          Esto hacía que los ciervos de cuello más corto murieran y que sólo los de cuello más largo sobrevivieran y se reprodujeran entre sí. Si esta falta de alimento en el suelo se prolongaba en el tiempo, los ciervos-jirafa nacidos con cuellos más largos, debido a mutaciones adicionales, prevalecerían, dando finalmente lugar a la especie jirafa.

Por lo tanto, deberían encontrarse restos fósiles de jirafas adultas con cuellos más pequeños, otras con cuellos intermedios y finalmente otras con cuellos largos. Sin embargo, no se han encontrado fósiles de jirafas con cuellos pequeños o intermedios. Lo mismo ocurre en la gran mayoría de los casos de supuesto proceso evolutivo entre especies. Por tanto, la paleontología no puede afirmar que el registro fósil demuestre la existencia de un proceso evolutivo, porque faltan los «eslabones perdidos».

La GENÉTICA es el área dentro de la Biología que estudia cómo se transmite la herencia genética de generación en generación. La genética acepta que en diversas circunstancias se produzcan pequeñas mutaciones (micro mutaciones) en el ADN de los seres, lo que en algunos casos se manifiesta en su exterior. Para que se produzca un cambio de especie, no basta con una micro mutación, sino que sería necesaria al menos una acumulación constante de micro mutaciones en la misma dirección, para que se produzca un cambio notable. En realidad, para que se produzca un cambio de especie, sería necesario que se produjera una macro-mutación.

En el laboratorio, se han podido producir micro mutaciones por medio de la radiación solar, rayos X, nitratos, humo de los cigarrillos, etc. Pero no se ha conseguido ninguna macro-mutación que dé lugar a una nueva especie. Por lo tanto, desde el punto de vista de la genética, no es posible aceptar como probada la hipótesis de que la aparición de nuevas especies se deba a macro mutaciones genéticas producidas por el azar, porque eso no se ha observado hasta ahora ni se ha conseguido en el laboratorio.

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La BIOQUÍMICA es una rama de la química que estudia la composición química de los organismos vivos, especialmente las proteínas, los hidratos de carbono, los lípidos y los ácidos nucleicos, y los procesos químicos relacionados (ej. anabolismo y catabolismo) con los organismos vivos.

Ahora bien, la evolución se produce a partir de la vida. Sin embargo, para que la vida exista, primero deben haberse formado las sustancias bioquímicas necesarias que forman parte de los seres vivos. La teoría de la evolución sostiene que estas sustancias se produjeron por azar y que, también por azar, las reacciones entre ellas dieron lugar a la creación de sustancias más complejas y finalmente a la vida.

Alexander Oparin (1894-1980) fue un bioquímico ruso que en 1924 afirmó que la vida en la Tierra se desarrolló a través de cambios químicos graduales de las moléculas orgánicas, en la «sopa primordial» que se presume que existió en la Tierra hace cuatro mil millones de años.

Stanley Miller (1930-2007), químico estadounidense, realizó en 1953 un experimento que podría explicar lo que ocurrió en la Tierra primitiva hace miles de millones de años. Hizo saltar chispas eléctricas entre dos electrodos, en un matraz que contenía una solución química de metano, amoníaco, hidrógeno y agua, lo que supuestamente representaba la atmósfera primitiva de la Tierra. Tras unos días se observó que aparecieron en este experimento varias sustancias orgánicas, entre ellas aminoácidos. Eso demostró que los aminoácidos primitivos podían haber aparecido por efecto del azar.

Pero el problema es que desde entonces hasta hoy han pasado casi 70 años y no se ha creado ninguna proteína en el laboratorio mediante experimentos similares. Por tanto, la bioquímica no ha demostrado todavía que una proteína pueda crearse por azar. De hecho, no hay ninguna explicación de cómo las proteínas, y los ácidos nucleicos podrían llegar a existir por azar.

Esto nos lleva a dos conclusiones finales principales: 1. No se puede decir científicamente que Dios esté detrás del proceso de creación de los seres. No hay argumentos científicos que apoyen esta afirmación. 2. Pero igualmente hay que señalar que la Paleontología, la Genética o la Bioquímica no avalan que los cambios evolutivos se hayan producido por efecto del azar.

Autor

REDACCIÓN