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A iniciativa del Consejo Europeo, pero con el voto en contra de tres comisiones (Agricultura, Pesca y Medio Ambiente), los partidos de izquierda del Parlamento Europeo aprobaron, por una corta mayoría (336 votos a favor, 300 en contra y 13 abstenciones), el pasado 12 de julio, la propuesta de reglamento conocido como “Ley de restauración de la naturaleza” (LRN). A partir de ahora, se iniciarán negociaciones para fijar el texto definitivo de los objetivos y las obligaciones vinculantes para los países miembros de la UE.
La “Ley de Restauración de la naturaleza” (LRN)
Según la exposición de motivos, la “LRN” ha sido elaborada sobre la base de “constataciones documentales” (?) y de “la mejor y más reciente información científica” (?). En base a ello, se afirma perentoriamente que, en la UE, se ha producido una pérdida de la biodiversidad y una degradación de los ecosistemas (el 80% de los hábitats europeos están en mal estado), que perjudican muy seriamente a las personas, a la economía y al clima. Y, como el tiempo apremia, para garantizar un futuro habitable y saludable, es absolutamente necesario tomar “medidas urgentes” para “restaurar los ecosistemas degradados” y así asegurar nuestra supervivencia, nuestro bienestar, nuestra prosperidad y nuestra seguridad a largo plazo. Sólo así la UE será resiliente y se trabajará en pos de “una sola salud”, concepto que establece una relación intrínseca entre la “salud humana”, la “salud animal” y “una naturaleza saludable”.
El objetivo general (cf. arts. 1 y 4) de la LRN consiste, por lo tanto, en la “recuperación continua, a largo plazo y sostenible, de una naturaleza rica en biodiversidad, en todas las zonas terrestres y marítimas de la UE, mediante la restauración de los ecosistemas terrestres, costeros y de agua dulce”, hasta que todos se encuentren en buen estado. Ahora bien, ante la gravedad de la degradación de la naturaleza, hay que actuar urgentemente, para que la naturaleza virgen vuelva por sus fueros. Por eso, de aquí a 2050, deben ser restaurados progresivamente el 90% de los ecosistemas degradados.
La piedra angular de esta restauración es conseguir restablecer la “conectividad natural”. Por un lado, en los ríos; esto implica demoler embalses, pantanos, presas, azudes, para facilitar la circulación de los peces (truchas, salmones, anguilas, etc.); algo que se está haciendo ya en España, donde más de un centenar de embalses han sido derruidos, a pesar de la “pertinaz sequía” que está castigando al campo español. Y, por el otro, la conectividad de las zonas forestales, lo que implica reducir las zonas agrícolas, que son auténticos cortafuegos. Ahora bien, quedan fuera de la “LRN” los cada vez más numerosos, extensos y antiecológicos parques eólicos y huertos de placas solares, que son considerados de interés público y que crecen, como las setas en otoño, en las montañas y en las llanuras de España.
Efectos indeseados o ¿deseados? de la “LRN”
Aplicar la “LRN” y hacerlo en tan corto espacio de tiempo van a tener efectos lesivos tanto para los profesionales del sector primario (agricultores, ganaderos y pescadores) como para los ciudadanos, en general, e incluso para la naturaleza, que se pretende regenerar, recuperar y salvar. En efecto, las asociaciones agrarias, ganaderas y piscícolas (ASAJA y SOS Rural) han levantado la voz contra una ley mal pensada, poco realista e inaplicable, y también contra los eurodiputados españoles, tildados de “traidores”, al haber aprobado la “LRN”, diseñada por burócratas que nunca han pisado la tierra, sin el concurso-consenso de los profesionales del sector y, más bien, contra ellos.
La “LRN” va a provocar una pérdida de tierras de cultivo y de caladeros, en detrimento de la producción de alimentos. Y esto va a poner en peligro el medio de vida y los ingresos de agricultores, ganaderos y pescadores por partida doble: por la reducción de las tierras de cultivo y caladeros; y por tener que sufragar las restauraciones con los fondos de la PAC. Y esto, a su vez, va a agravar la crisis de rentabilidad, el relevo generacional, el envejecimiento y el abandono del sector primario español, lo que va a potenciar aún más la desertización demográfica de la España vaciada y vacía.
Además, con la “LRN”, se pondrá en peligro la soberanía o autonomía alimentaria de la UE, que va a depender, para nutrir a sus ciudadanos, de terceros países que, en general, no son tan cuidadosos con la conservación de la naturaleza, como exige Bruselas a los 27. Por otro lado, se verá afectado el medio ambiente del planeta (degradación de los ecosistemas en otros lugares del mundo para poder alimentar a los europeos; y huella de carbono a causa del trasporte desde países lejanos). Y esto denota una gran hipocresía y una falta de coherencia de la UE, que importa alimentos vitales para alimentar a los europeos, al tiempo que exporta agresiones y degradación de la naturaleza a terceros países para producirlos y conseguirlos.
Bula para los huertos solares y los parque eólicos
Como hemos indicado ut supra, con la “LRN” se pretende recuperar la naturaleza degradada y hacer que ésta vuelva por sus fueros. Sin embargo, quedan fuera de la misma los parques eólicos y los huertos de placas solares, en aras del interés público para potenciar e implantar las energías renovables. Ahora bien, ¿estos parques y huertos no degradan la naturaleza, los ecosistemas y los paisajes, y no son un auténtico atentado de lesa ecología? ¿Y la producción de alimentos y la autonomía e independencia alimentaria de la UE no son también de interés público? Por eso, si alguien considera que la “LRN” es coherente, lógica y ecologista, ¡Que venga Dios y lo vea!
Un ejemplo ilustrativo de este crimen ecológico lo tenemos en el Bierzo (León), crimen denunciado por un manifiesto de la Fundación Prada a Tope. Aquí, como en otras regiones de España, están proliferando los huertos solares, que ocupan o van a ocupar las tierras de labranza (hortalizas, árboles frutales y viñas) del Bierzo Bajo; y los parques eólicos, encaramados en la cimas de las montañas que circundan todo el Bierzo. Esta incoherencia flagrante me ha hecho recordar esa cita de Groucho Marx, que se puede aplicar a los burócratas desnortados de Bruselas y de aquí, y que reza así: “Éstos son mis principios. Si no les gustan, tengo otros”.
Moraleja
Los profesionales del sector agrario y ganadero, como los cazadores, son los más interesados en la restauración y el cuidado de la naturaleza, pero no se ha tenido en cuenta ni su voz ni su voto en la elaboración de la “LRN”, elaborada con criterios ideológicos y no técnicos. Ésta ha sido impuesta por esos falsos profetas del ecologismo, el lobby de “ecolojetas”, aposentado en Bruselas, y aprobada por el descarriado Parlamento Europeo, ese cementerio de elefantes de la casta política europea. Estos estómagos agradecidos y aquellos “ecolojetas”, como hubiera dicho A. Pérez-Reverte, tienen mucha “ideología” y muy poca “biblioteca”.
Para agricultores y ganaderos, la agricultura es naturaleza domesticada y no habrá ni restauración de la misma, ni sostenibilidad, ni lucha contra el cambio climático, sin un campo rentable. Como dejó para posteridad Aristóteles, “primum vivere, deinde philosophare”: primero hay que tener las necesidades vitales cubiertas, que ya habrá tiempo para filosofar. O, como dice la sabiduría popular, no se puede desvestir un santo para vestir otro.
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