Pegaso Z-102 Cabriolet de 1955.

La ingeniería más vanguardista y avanzada, de la época

Mucho antes de que la palabra superdeportivo entrara en nuestro vocabulario, el más rápido del mundo fue construido en una España económicamente comprometida por una empresa de fabricación estatal cuyo enfoque principal era en camiones, autobuses y otros vehículos industriales. En otras palabras, el Pegaso Z-102 nació de una extraña circunstancia, y dado que fue un esfuerzo tremendamente costoso para un país que se recuperaba de la guerra civil, no se construyeron muchos en el período, y siguen siendo oscuros hoy en día con solo unas pocas docenas sobreviviendo de la corrida de producción original. Un V8 de cárter seco con cuatro levas impulsa la carrocería de aleación (varias carrocerías estaban disponibles de carroceros italianos y españoles como Touring y Serra), y aunque no tuvo éxito en el circuito de carreras, el Z-102 estuvo entre los más avanzados. y los GT de alto rendimiento de su época. Únase a nosotros para dar un paseo por las afueras de Madrid mientras ponemos a prueba el ejemplo de Rafael Pueche de 1955: los autos raros también necesitan ejercicio.

1955 Pegaso Z-102

En 1954 Pegaso Z-102 Serie II Cabriolet de Saoutchik Oferta alta de $ 700,000 Número de chasis 0102-153-0136 Sin motor. 0102-017-0136 Motor V-8 de 165 bhp, 2814 cc, cuatro árboles de levas en cabeza, carburador Weber de dos cilindros, transmisión manual de cinco velocidades, suspensión delantera independiente con trasera tipo de Dion y frenos de tambor en las cuatro ruedas. Distancia entre ejes: 92 pulgadas. •El único Saoutchik Cabriolet Serie II •Un raro ejemplo del superdeportivo moderno de España Si bien Pegaso estaba bien establecida y se destacaba por su producción de autocares y camiones industriales, la empresa lanzó lo que en última instancia sería una incursión de siete años en la producción de un superdeportivo con motor V-8, como los que España o los EE. Resto del mundo jamás vería.

Los deportivos de PEGASO, un bello sueño que fué realidad.

El director técnico jefe de Pegaso era Wifredo Ricart, un diseñador e ingeniero experimentado cuyas asociaciones anteriores incluían el Alfa Romeo 512, y que también era rival de Enzo Ferrari, quien, por supuesto, también era alumno de Alfa Romeo. El Z-102 empleó tecnología de autos de carreras en su chasis y carrocería de aleación. Todos sus componentes fueron producidos internamente en la fábrica de Pegaso en Barcelona. Siguiendo la tradición de los grandes clásicos de antes de la guerra, la fábrica producía solo chasis rodantes que luego se vestían con carrocerías a medida de Touring, Serra, Saoutchik o Enasa, que era un brazo de fabricación de carrocerías interno responsable de la carrocería de varios de los chasis en varias formas. La potencia se producía a partir de un motor V-8 de cuatro levas y totalmente de aleación con lubricación por cárter seco, acoplado a una unidad de transmisión de cinco velocidades.

PEGASO Z-102 CONVERTIBLE 1955

https://www.youtube.com/watch?v=5OHCxTun4dM&ab_channel=EdCAR

En 1951 se construyeron un par de prototipos Z-102, uno cupé y otro cabriolet. Estos ejemplos, que se encontraban entre los carrozados internamente, tenían carrocerías de acero que carecían del estilo buscado por Pegaso e inhibieron el rendimiento debido a su peso. Carrozzeria Touring luego intervino y les dio un lavado de cara a los autos, lo que implicó bajar las carrocerías, reposicionar las luces antiniebla, reemplazar la parrilla con una cruz de dos piezas y revisar los detalles finos para producir un perfil general más limpio que era similar al del coches con los que pretendía competir. El Z-102 entró en producción con un motor de 2.5 litros, como se usa en los prototipos, aunque las variantes incluían motores de 2.8 y 3.2 litros con múltiples opciones de aspiración, incluido un 3.2 sobrealimentado que producía 360 caballos de fuerza. Los ejemplos más rápidos podían alcanzar las 160 millas por hora, suficiente para vencer incluso a un Ferrari de producción en ese momento, e incluso el modelo base tenía una velocidad máxima de 120 mph. Como muchas otras máquinas de lujo y rendimiento que habían ido y venido antes del Pegaso, la producción de estos autos no escatimó en gastos, lo que a su vez supuso una gran presión financiera para la empresa. El último Z-103 se introdujo como una versión simplificada y menos costosa con tres ofertas de motores diferentes, pero hizo poco para mejorar el balance de la empresa.

Pegaso Z-102 Spider Saoutchik

La producción del Z-102 se interrumpió después de 1958, con aproximadamente 84 unidades producidas en varias combinaciones de motor, estilo de carrocería y carrocero. El chasis 3-0136 forma parte de lo que se conoce como la Segunda Serie de Saoutchik. Las berlinettas y descapotables Saoutchik de la Segunda Serie se distinguían entre sí solo por el tipo de parachoques utilizados. Sin embargo, en comparación con la Primera Serie anterior, mostraban líneas más equilibradas, con una curvatura menos enfática de las aletas y más espacio en los pasos de rueda, y la nariz también se revisó con un tratamiento que incorporó los faros y las luces antiniebla dentro de una lágrima. envolvente en forma de Según la referencia de la marca de Carlos Mosquera y Enrique Coma-Cros, se construyeron un total de 18 Pegaso con carrocería Saoutchik; de estos, ocho eran ejemplos de la Serie II, siendo el 3-0136 el único descapotable entre ellos. Se construyeron otros tres descapotables Saoutchik; el primero, 0-0116, se considera un prototipo, y dos ejemplos posteriores, 0-0132 y 3-0134, son Series Is. De particular belleza, y también exclusivo de este automóvil, es el parabrisas suavemente curvado, que carece de un marco superior, dejando solo la línea estilizada del vidrio, lo que produce una apariencia baja y elegante. En abril de 1954, este automóvil, el último de los descapotables Z-102 Saoutchik, se exhibió en el Concours d’Elegance de San Remo en un llamativo azul, conducido por el hijo de Jacques Saoutchik, Pierre, quien para entonces se había hecho cargo del negocio familiar. . Luego, el automóvil se vendió a manos privadas y, en febrero de 1958, su propietario decidió convertirlo en una berlinetta.

1954 Pegaso Z 102 Serie II Cabriolet de Saoutchik

Autor

Miguel Sánchez

Empresario. Licenciado en Marketing y en Dirección de Ventas. Escritor de varios libros, sin publicar, aún.  Aficionado a la escritura y a la historia de España.

Caballero Legionario que fue del  IV Tercio Sahariano Alejandro Farnesio, en dónde estuvo en Mando Bandera. Escogido para portar al Santo Cristo de la Buena Muerte, representando a la Xª Bandera.

Congregante del Santísimo Cristo de la Fe, Cristo de los Alabarderos y María Inmaculada Reina de los Ángeles, en la Catedral de las Fuerzas Armadas

Luchador nato por el  Valle de los Caídos y sus monjes Benedictinos, por nuestro Cristo Redentor, la Familia, contra el Aborto y la Patria Grande, Unida y Gloriosa, desde la muerte del General Invicto.

Amigo, seguidor y admirador de la figura más transcendental y entrañable del siglo XX español, D. Blas Piñar, mi Caudillo, siempre junto a él, tuve el honor de aplaudirle, ovacionarle, dialogar y abrazarle, porque era mi ídolo y lo seguirá siendo por toda la eternidad. Y tengo el orgullo, que de  sus magníficos libros escritos, poseo unos diez, dedicados, con cariño y con su pluma de oro, como escritor en la excelencia.

Últimas entradas

Todos los artículos en ÑTV ESPAÑA

• Actualidad26/04/2024La obsesión por destruir El Valle de los Caídos, como último reducto para ganar una guerra, con absoluta cobardía. Tercera Parte (Escrito dirigido al Grupo Legión Española). Por Miguel Sánchez
• Actualidad23/04/2024La obsesión por destruir El Valle de los Caídos como último reducto por ganar una guerra, con absoluta cobardía. Segunda Parte. Por Miguel Sánchez
• Actualidad19/04/2024La obsesión por destruir El Valle de los Caídos como último reducto de ganar una guerra, con absoluta cobardía. Primera Parte. Por Miguel Sánchez
• Actualidad14/03/2024Alaska: un regalo impresionante que Rusia entregó a los estadounidenses, ¿y que Putin quiere recuperar? Por Miguel Sánchez