21/11/2024 15:27
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Sin darse cuenta, como los seres humanos.

Afeitándose diariamente, nadie se entera de que morimos un poquito cada día. Sólo las fotos antiguas nos van mostrando el deterioro.  Probablemente, por esa razón,  únicamente los viejos, podemos ver claramente, al comparar la vida de hoy con la de hace sesenta,  setenta, ochenta años, o más,  y cómo se muere España sin enterarse.

En eso pensaba ayer, asistiendo a  misa por TV pues,  el coronavirus, el calor, la familia y los años, no me dejan todavía ir en persona a las iglesias. Recordaba, la maravillosa fiesta de la “Madre”, en su ASUNCIÓN al Cielo de otros tiempos. Cuando, de niño y en plenas vacaciones, bajo  el brillante sol de Castilla  e inmerso en la alegría de los pueblos,  pletóricos de chavales felices, eran  la mejor estampa de la vida y de la alegría de existir. Recuerdo,  cuando en  el palentino Perales de Campos, no empezaba el baile, al son de la modesta y alegre dulzaina, hasta que en casa de los Antolín, mis primos,  no dejaban de cantar tras la comida…El pueblo se acercaba a ver disfrutar a la numerosa familia de voces envidiables. Hoy ese pueblo — y muchos más — de la alegre meseta,  esta “muerto”. A las nuevas generaciones les faltan hijos y alegría.

Esta ”postal” y otras similares, por su rebosar de vida, eran la consecuencia de la esencia de una “raza” que Vasconcelos llamó “cósmica”. Y se lo debía a la FE, elemento esencial de su naturaleza. Tuve la suerte de vivir,  esa España toda vía rebosante de vitalidad y estoy hablando de los años treinta a sesenta del siglo pasado, cuando,  a pesar de los doscientos años de dominio liberal y satánico,  empeñados en acabar con nuestra Patria, aquellas generaciones lograron provocar “el Alzamiento del Pueblo”, realidad que asombró  al mundo al ser capaz de ganar la única batalla que la Humanidad  ha infringido al Marxismo, –unido al Anarquismo y al Separatismo satánicos– y retrotraernos al Siglo de Oro durante cuarenta años..

Esa vitalidad Hispana, nacida de la Fe, le dio aliento a Castilla para descubrir nuevos mundos, y empujó luego a España a convertirlos en un Imperio donde “no se ponía el sol” y poblarlo de catedrales y Universidades. Me decía, no ha mucho,  una brasileña: Mi Patria no ha tenido la suerte  de las naciones vecinas. Portugal no supo, o no quiso,  imitar a España, ni nos dejó una herencia  igual al resto del continente.

Yo, nunca lo había pensado, pero mi amiga está en lo cierto. Dando una vuelta por Brasil, no te topas con las  mismas maravillas, que admiras visitando Lima, México, Quito, o cualquier otra capital de nuestro Imperio. Y me  lo decía con pena. ¿Cuál es, en efecto,  la herencia portuguesa en sus colonias, salvo el idioma?  Por el contrario algunos extranjeros honrados y preparados, científicos e intelectuales,   que recorrieron “nuestra Provincias de Ultramar” ( antes de independizarse) reconocieron y proclamaron, sin complejos, la igualdad  e,  incluso,  la superioridad de las mismas en relación a Europa.  Desgraciadamente, en nuestros días, la Sinagoga de Satanás la logrado un nuevo éxito mediante el “indigenismo” estúpido, desagradecido y canalla,  creado y financiado por ella.

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Ayer sentí la proximidad de la muerte de mi Patria,  asistiendo a la misa trasmitida desde la Sede Primada  de Toledo. Me hizo pensar así, el ver profanado nuestro culto, viendo al arzobispo presidirlo luciendo el “bozal satánico”. Mi tristeza aumenta cuando compruebo, en nuestras misas solemnes, la ausencia de la música gregoriana y del latín – la lengua propia de la Iglesia–. ¡Qué pena ver en ruinas la liturgia de la Religión — única verdadera–  que hizo grande a España,! ¿Cómo no se va morir nuestra Patria –me digo a mi mismo– si la propia Iglesia,  alma de nuestra esencia nacional,  ha claudicado ante la Sinagoga de Satanás?

Y, consecuencia lógica e inevitable, al agonizar la fe,  de nuestros pueblos, ha desaparecido la alegría. Yo tampoco doy “puntada sin hilo” y si titulé un artículo “España, ya  no canta” (u otros así: “Toque a rebato”,  “el PP gran traidor…) es, simplemente,  en pos de un objetivo único: abrir los ojos de los lectores sobre algo cuya trascendencia no parece importar. ¿Cómo no reacciona ante la guerra de todos nuestros políticos importantes (salvo Abascal) contra  nuestra Santa Fe y, en favor de la destrucción de nuestra Patria?

¡España se muere sin remedio! Ayer fue para mí un día triste.  No se hace nada, salvo “hablar, hablar y hablar”, o lucirse con análisis muy equilibrados y ajustados a las leyes, respetuosos con la sacratísima libertad democrática, el Estado de Derecho y lo sacrosanta Constitución que “otros se dieron”… (Yo voté “¡no!”. Me negado siempre a sumarme al “infinito número de tontos” adoradores de la “Democracia Liberal Partitocrática”, votantes del “¡Sí!”) El tiempo me ha dado la razón: Y la Constitución ha conducido a las simas malolientes de las corrupciones de todo tipo y nos lleva directamente a la esclavitud, –muy próxima ya– precedida del hambre, la hambruna…y ,  probablemente, seguida del “tiro en la nuca” y las cunetas de nuestras carreteras. 

Autor

Gil De la Pisa
Gil De la Pisa
GIL DE LA PISA ANTOLÍN. Se trasladó a Cuba con 17 años (set. 1945), en el primer viaje trasatlántico comercial tras la 2ª Guerra mundial. Allí vivió 14 años, bajo Grau, Prío, Batista y Fidel. Se doctoró en Filosofía y Letras, Universidad Villanueva, Primer Expediente. En 1959 regresó a España, para evitar la cárcel de Fidel. Durante 35 años fue: Ejecutivo, Director Gerente y empresario. Jubilado en 1992. Escritor. Conferenciante. Tres libros editados. Centenares de artículos publicados. Propagandista católico, Colaboró con el P. Piulachs en la O.E. P. Impulsor de los Ejercicios Espirituales ignacianos. Durante los primeros años de la Transición estuvo con Blas Piñar y F. N., desde la primera hora. Primer Secretario Nacional.