09/05/2024 03:14
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¿Qué sentido tiene hoy, tantos años después y ante el feroz ataque de quienes quieren borra su memoria, seguir recordando el Alzamiento del 18 de julio de 1936? Me atrevo a afirmar, sin ninguna vacilación, que es la deuda de GRATITUD que España, y con ella la civilización occidental, tienen contraída con quienes ofrendaron sus vidas a la Patria y a la Fe cristina.

    Deuda de gratitud, que es el pago al que como seres sociales estamos obligados y comprometidos ante lo que fue la inminente sovietización de España y de toda Europa.

    Propósito del que con detalle dio cuenta el diario inglés The Times, el 3 de mayo de 1938, acerca de la organización del Komintern en España, confirmando los documentos hallados en diferentes lugares como Valencia, Sevilla, Badajoz, Mallorca o Gibraltar. Planes que mostraban, que la instauración de un soviet en España estaba de completo acuerdo con los planes de la Revolución Mundial, a la que se aludía Lenin en un artículo de 21 de octubre de 1927 (Obras de Lenin, Edición Rusa, volumen XXI, páginas 319-20): “A Europa hay que tomarlas por detrás, por la Península Ibérica”. Y en el apéndice a “La Revolución Rusa” (W. H. Chamberlain, Macmillan & Co., páginas 473 y 475-76).

    Documentos que daban cuenta de una reunión, el día 16 de mayo de 1936, en la Casa del Pueblo de Valencia, a la que asistió el delegado de la III Internacional, Ventura, y por parte del Cuerpo Central del Comité Revolucionario para España, Aznar, Rafael Pérez y otros varios. Las tres personas mencionadas acaban de llegar de Francia, en donde cambiaron impresiones con la Delegación del Partido Comunista francés y la C.G.T. (central sindical), en cuya reunión estuvieron presentes los comunistas franceses Garpius, Thorez y Freycinet, y en la que se acordó llevar a cabo un movimiento revolucionario conjunto en ambos países a mediados de junio, en cuya fecha presumían que el Frente Popular francés habría asumido el poder y León Blum sería primer ministro. Al pleno de Valencia también asistieron Lomovioff y Tourochoff, de la URSS.

    En cuanto a las medidas que se tomaron, fueron las siguientes:

    “1ª. Trasladar la organización central de propaganda a Marsella, calle Montpelier, 85, al edificio Estudios Internacionales.

    2ª. Desencadenar, en el mismo día que estallara dicho movimiento, una campaña de agitación por todo el mundo, que se denominara “antifascista”, para que así claramente exprese que toda la clase proletaria está detrás del movimiento.

    3ª. Instituir un Comité de Enlace al servicio de tales propósitos, compuesto por el antes mencionado Ventura y también por Comlin, Magne, Lupine o Supovine Baternier y Aznar, al cual se adicionarán los antes dichos Lomovioff y Tourochoff”.

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    4ª. Provocar sistemáticamente huelgas de naturaleza económica y social en todas las grandes ciudades de España, en forma tal, que sirvan de preparación a los sindicatos para la revolución y para ensayar el grado de resistencia de la organización. (Varias de estas huelgas ya habían sido declaradas en Madrid y en otras provincias).

    5ª. Desplazar a Casares Quiroga del poder, ya por medio de una votación adversa en el Parlamento o por cualquier otro medio. Un atentado a su vida no parece posible tomarlo en consideración, debido a las precauciones de que se rodea.

    6ª Desacreditar a los miembros dirigentes del Partido Socialista que están tachados de reformistas, como Prieto, Besteiro, etc. Esto tiene que realizarse de tal manera que sea hecho público y notorio. Si el Congreso del Partido Socialista fuese aplazado, tal como desea la fracción de Prieto, en el Partido (Comunista) se provocaría la ruptura de la U.G.T. (central sindical socialista) con el Partido Socialista, a primeros de junio y se iría al reconocimiento oficial de la separación.

    7ª. Provocar huelgas en Asturias, Huelva y Bilbao, teniendo en cuenta que son las localidades en las que las personas arriba mencionadas y también González Peña han influido sobre los centros obreros.

    8ª. Celebrar una reunión en Madrid, el próximo 10 de junio en los locales de la Librería Internacional de la calle de Pablo Iglesias, núm. 11, Chamartín de la Rosa, al que quedan invitados los siguientes: Thorez, Cachin, Auriol, Fonchaus, Ventura, Dimitroff, Largo Caballeros, Díaz, Carrillo, Guillermo, Antón, Pestaña, García Oliver y Aznar.

    9ª. Confiar a uno de los “radios” de Madrid -núm. 25, compuesto de miembros activos de las fuerzas de Policía- la tarea de eliminar a los personajes políticos y militares prominentes que habrán de jugar un papel importante en la contrarrevolución.

    10ª. Establecer los siguientes enlaces: Eguidazu y Mateos, de Vizcaya, con Rafael Pérez, de Navarra, para Irún-Hendaya-Aranda de Duero. Azcoaga y Sertucha, de Madrid, para Madrid-Aranda. Valdés, Fronjosa y Carballido, de Barcelona, para Marsella-Barcelona. Rodríguez Vera y Jaume, para Barcelona-Madrid”.

    Deuda de gratitud en defensa de la Fe católica, que desde la instauración de la II República estuvo sometida a acoso y derribo, porque su propósito no era otro que destruirla, como de sobra quedó manifestado en aquella sentencia de Manuel Azaña: “España ha dejado de ser católica”. Intransigencia que choca con el hecho de que no sólo la Santa Sede reconoció a la República durante todo el tiempo que estuvo vigente, sino que la Iglesia española demostró mucha paciencia al soportar su política hostil.

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    Se comprende, entonces, que desde el principio se incendiarán iglesias, templos y conventos, y que se persiguiese, incluso se asesinase a sacerdotes y religiosos, como se hizo en la Revolución de octubre de 1934, paso previo a lo que se iniciaría de forma sistemática y general tras el triunfo fraudulento del Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936: la persecución contra toda persona que fuera o se declarase católica. A partir de cuyo momento, los católicos, por defender su fe, se convierten en testigos frente al mal. Testigos que serán “mártires”, porque eso significa ser testigo.

    Mártires todos ellos los que padecieron persecución o muerte, y no sólo los reconocidos por la Iglesia in odium fide, porque la persecución contra toda persona que fuera católica tuvo carácter general en las zonas que quedaron bajo dominio “rojo”. Como fue el caso de mi tío, LUIS VALEE, encarcelado en la cárcel de Ventas y posteriormente fusilado en Aravaca, el 29 de octubre de 1936.

    En el Evangelio del domingo pasado, 16 de junio, decimoquinto del Tiempo Ordinario, se nos narra la parábola del “sembrador” que todos conocemos. Hoy recordamos con verdadera y sentida emoción a quienes sembraron con su sangre en tierra buena, y esa tierra dio (40 años de Paz y Prosperidad) y sigue dando, pese a todo, muchos frutos. Y es así, porque ellos fueron, “lluvia y nieve del cielo” como dice Isaías en la primera Lectura de este domingo, “que empapa la tierra, la fecunda y la hace germinar, para que dé semilla al sembrador y pan al que come”.

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Geppetto

El 18 de julio los españoles enterraron la ya muerta republica española.
EL REGIMEN QUE ESPAÑA TENIA EN EL MES DE JULIO DE 1936 ERA UN REGIMEN REVOLUCIONARIO y afortunadamente fue rechazado consecuentemente por los españoles.
Si España existe es gracias a esa revolucion de hombres sensatos que se llamo Alzamiento Nacional

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