22/11/2024 07:09
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Debo ser muy corto de inteligencia porque cada vez entiendo menos lo que pasa en mi Patria. Pongamos un ejemplo. ¿Cómo es posible que dos o tres mil pelagatos –de la talla moral de Pedro Sánchez– puedan reírse de cuarenta millones de españoles?…Ese pueblo soberano: ¿es incapaz de reconocer su fuerza?

Un simple alcalde de Móstoles fue capaz de iniciar,  sin contar con nadie,  la derrota del invencible Napoleón, con  cien mil franchutes arrasando España y,  hoy,  con las técnicas que tenemos a mano, ese pueblo soberano no  lo es de arrasar la Moncloa y librarnos de semejantes cabrones? Tengo noventa y cuatro años y cuatro meses, y les garantizo que con cuarenta años menos,  no habría tenido problemas en organizar el “destronamiento” de ese embustero cretino que “se cree dios”. ¿Tan difícil es organizar una ETA — con más poder y más inteligencia– que la criminal que ha derrotado a España y nos gobierna al brazo de ese canalla que solo piensa en poder usar la cama de la Moncloa –y no solo por dos años más– , pues su plan es eternizarse, conociendo la cobardía insuperable del pueblo español? ¿Hemos perdido –los españoles–  la casta que fue capaz de liberar de moros asquerosos el suelo patrio,  o de arrojar al ejército francés o de barrer a los separatistas, rojos y masones mediante las armas? ¿Qué pintan esos inútiles de generales a las órdenes de una “dona”? ¿No tienen agallas para cumplir con el deber que les impone la “nefasta y divina” Constitución –dicen que nos la dimos– , dictada en las Logias para destruir –sin prisas pero sin pausa– la primera nación moderna del Mundo,  creadora del Imperio “donde no se ponía el sol”?  Que no se ofendan si les digo que han nacido castrados,  pues solo los eunucos son capaces de soportar,  sin sublevarse contra esta calamidad de vida que nos dan a los españoles, dos o tres mil hijos de mala madre.

Me quedan pocos años o quizás meses o días de vida pero mi mayor alegría sería presenciar  antes de ir a dar cuentas de mi administración al Juez Supremo, un acto que dignificase la condición de español –que es la mía—dado que,  personalmente,  poco puedo hacer ya,  para organizar a un pueblo que se resigna a morir en la vergüenza de la cobardía más absoluta.

No haced falta ser un genio para encontrar la manera de echar de la Moncloa a esos tipejos, — retrasados mentales–  que se dedican a gastar sus energías intelectuales  en “inventar palabras” y en sacar leyes para idiotas directamente desde el B.O.E.

¿Me quieren decir para qué sirve el famoso Parlamento que pierden su tiempo escuchando a un embustero? Lo mínimo que podían hacer nuestros representantes oficiales,  ya que les toma el pelo es irse tan pronto aparece Falconetti por el Parlamente y si no se presenta –como es costumbre en él—hacerlo cuando  accede a la mesa del presidente, esa inútil de mujer que lo  preside. Ya que les toman el pelo, su obligación es evitarlo ausentándose inmediatamente, antes incluso de abrir la sesión parlamentaria. ¡Que pocas agallas y menos imaginación tienes los líderes políticos! A lo largo de mi vida –ya longeva´´ siempre he tenido por norma que “todo problema tiene solución”, por ella me he regido y les puedo garantizar que siempre he hallado el modo de solucionar todos los que se me han presentado… Arrojar a Sánchez de la Moncloa, evidentemente, tiene solución.

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Me he guiado por el ejemplo de Alejandro Magno ante el nudo gordiano… ¡Es una solución que no falla! Pero para ello es imprescindible olvidarse de los escrúpulos legales, del Estado de Derecho y de todas las martingalas que impiden resolver en forma expeditiva los problemas. Resumiendo solo las soluciones tenidas como de “machos” son eficientes en según qué casos. Lo que sí no es admisible, es NO RESOLVER LOS PROBLEMAS.

Los romanos que fueron nuestros “maestros” en tantas cosas fundamentales, estos casos no les provocaban “dudas”, tenían  claro que “Salus populi, suprema lex”, cuya buena traducción sería: “El bien del Pueblo es la ley suprema”…  No hace falta tener la inteligencia de Platón, de Agustín de Hipona, o de Tomás de Aquino para entender lo que esto significa y cuál es el camino que deberían asumir los españoles de bien para librarnos de los satánicos que se han adueñado del poder en España. Si estuviera en Cuba y usando el lenguaje de aquella tierra diría: ¿Cómo es posible que cuatro “comemierdas”  controlen a cuarenta millones —de los cuales el cincuenta por ciento se suponen que son “machos”–?

Ya sé que podría dedicar mis escritos a temas más profundos pero he sido siempre un hombre acostumbrado a ir directo al grano, y en estos momentos lo más importante es barrera al Dr. Cumfraude de la Moncloa. Todo lo demás es andarse  por las ramas. El cáncer de España –que la llevaría a su desaparición como tal nación– se llama Pedro Sánchez y la primera obligación de todo español decente es hacerlo desaparecer a él.

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Amigo lector: Si eres un Jefe con mando en plaza examina a fondo tu conciencia en relación al cumplimiento del artículo  8. “Las Fuerzas Armadas, constituidas por el Ejército de Tierra, la Armada y el Ejército del Aire, tienen como misión garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional”. 

Y  si no lo eres y tiene algún amigo militar envíale este artículo. A ver si su conciencia le hace moverse. Pues me imagino que  saben leer las obligaciones que les impone la divina Constitución que “nos hemos dado” –según dicen—

Autor

Gil De la Pisa
Gil De la Pisa
GIL DE LA PISA ANTOLÍN. Se trasladó a Cuba con 17 años (set. 1945), en el primer viaje trasatlántico comercial tras la 2ª Guerra mundial. Allí vivió 14 años, bajo Grau, Prío, Batista y Fidel. Se doctoró en Filosofía y Letras, Universidad Villanueva, Primer Expediente. En 1959 regresó a España, para evitar la cárcel de Fidel. Durante 35 años fue: Ejecutivo, Director Gerente y empresario. Jubilado en 1992. Escritor. Conferenciante. Tres libros editados. Centenares de artículos publicados. Propagandista católico, Colaboró con el P. Piulachs en la O.E. P. Impulsor de los Ejercicios Espirituales ignacianos. Durante los primeros años de la Transición estuvo con Blas Piñar y F. N., desde la primera hora. Primer Secretario Nacional.