14/05/2024 21:59
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Los esbirros del Sistema, del rey abajo, impulsados por la codicia insaciable que los recome por la pretensión de poder, siempre vana, y por la incapacidad de contentarse con los bienes que naturalmente se ofrecen, han sostenido, si no montado, el espectáculo sangriento y miserable de la Transición. Si esta nefasta Transición pudiera hablar, exclamaría: «¡Oh santo cielo, qué de monstruos he criado!».

Todos los que, tras la muerte de Franco, agitaron la nación so pretexto de democracia, unos como si defendieran los derechos del pueblo y otros aparentando fortalecer la autoridad de la Monarquía y de las restantes instituciones, aunque simulaban el bien público, luchaban en realidad por sus propios intereses. La oligarquía política emergente y sus meritorios soñaban con tener en sus manos magistraturas, empresas públicas y privadas, autonomías y todo lo demás: transcurrir por la vida prósperos, indemnes, impunes, sin zozobras, y por el contrario atemorizando a los otros con amenazas de multas, juicios, cárceles y muertes. Con habilidad, paciencia y perseverancia, y sin escrúpulo alguno, están a cuatro escaños de conseguirlo.

Estos años de democracia han sido tiempos desperdiciados ante la perversión, la codicia y el crimen. Peor aún, tiempos inútiles y envilecedores, sin tentativas regeneradoras, ni ganas de forjarlas.

Al pueblo nunca le han conmovido las ideas, porque nunca le ha despertado el afán de la verdad; pero antiguamente, al menos, se dejaba impresionar por la elocuencia, aunque fuera falsa. Durante la nefasta Transición no llegó siquiera a eso, y se dejó afectar por las palabras sonoras y vulgares que nada hilaban sino una mentira tras otra, cuando no un vacío tras otro. La oratoria, así, quedó en zafio cantinfleo, y de las ideas nunca más se supo. La multitud se enterneció con el engaño y con su envase pseudodialéctico. Y aunque la luz había venido al mundo hacía por lo menos veinte siglos, y durante el período franquista mucha de ella se había rescatado y mostrado, los hombres y mujeres de la Transición prefirieron las tinieblas a la luz, pues todo el que obra mal -como reza el Evangelio de Juan- odia la luz, para que sus obras no se manifiesten tal y como son.

En esta España en almoneda, vendida o traicionada por los españoles más rastreros, con todos los servicios de información, todos los asuntos exteriores y todos los secretos de Estado al servicio de la antiespaña, es lógico topar con la asociación habitual entre delincuentes y matones con policías y agencias de información de países otánicos y democráticos. Y así nos encontramos ahora con todos los amigos de España, internos y externos, reunidos como cuervos alrededor de su cadáver favorito.

Desde la ciénaga o el sótano donde se encuentran miran a lo alto y, contemplando su cima, sienten un odio irreprimible a la montaña. Del mismo modo, con idéntico sentimiento, una vez asegurados de la muerte de Franco, bailan sobre su cadáver. Nobles y valientes que son.

Aviso a navegantes. Lope de Vega, en El hijo pródigo, advierte a la jerarquía judicial de hoy: «La culpa no castigada, contra el mismo juez se atreve». Ya os llegará, pues, la hora, jueces prevaricadores.

Bolchefeminismo versus Rubiales. Pelea de zorros. Cismas entre pillos o canallas. Justicia poética, pues siempre en estos casos habrá un perdedor entre los malevolentes, algo socialmente higiénico. Conflicto que hastía, que apesta a hipocresía y que nos recuerda lo expresado por el escritor mexicano Juan José Arreola: «Los dos borrachos que se rompen el hocico en la taberna me abruman con su discordia».

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A Rubiales se le podría decir: «tú -y tantos como tú- entraste, ciego de ambición, al juego oportunista del Sistema. Por eso, si te pierdes, que te pierdas, que no hay soberbia más alta que ser faetón de bajezas. La pena es que contigo no se pierdan todos los socialcomunistas, y demás parentela, codiciosos de oro y de poder, y así dejáis a España libre de delincuencia y avaricia.

La derecha española tópica, apátrida y babosa, que siempre se ha dedicado a especular y a aprovecharse de la miseria y los cadáveres dejados por las hordas resentidas de las izquierdas, no quiere reconocer aún la realidad sociopolítica de España, aunque esa realidad diga que ya es un montón de ruinas y cenizas -no sólo materiales-, abatida como se halla por el frentepopulismo más feroz, de la mano de sus globalistas mantenedores. Y ello se debe a que esta derecha especuladora siempre ha vivido bien con los gobiernos izquierdistas, mientras estos les respeten la vida y la riqueza. Algo que ahora, con la entente capitalsocialista en marcha, lo tiene asegurado.

Cuando en sus opulentas mansiones y en sus anónimos y lujosos restaurantes se reúnen los oligarcas financieros y políticos, se guiñan un ojo y sonríen condescendientes, susurrando: «Cayó la trampa y dentro están los pájaros». Y a continuación siguen con sus intrigas, perversiones y negocios, con la mente puesta en engordar más aún la bolsa, y conscientes de su sagrada impunidad, riéndose del pueblo humillado y dormido.

En el patio de Monipodio congresual, los políticos, entretenidos en la destrucción de la patria, mientras manejan la piqueta y se embolsan los penúltimos despojos, entonan su cántico favorito, que han convertido en himno oficial: «Mama el noble y el villano, / mama el padre y el hermano, / mama el laico, mama el clero, / maman todos, yo el primero».

España se ha metido en la guarida del tigre con un pedazo de carne en la mano. La mitad no lo sabe, no huele el olor de la fiera o, si lo huele, se autoengaña diciendo que es perfume. La otra mitad sí lo sabe, pero confía en que los domadores de la bestia convenzan al carnicero para que devore sólo a los otros, es decir, a los fachas.

La sociedad española quiere el goce fácil y perpetuo, pero no sabe, o no quiere saber, que esa sed pueril ni es moralmente loable ni es materialmente posible. A la sociedad española la han convertido en una multitud lactante que desconoce adónde ha de ir. Y que mucho menos sabe de dónde viene, cuál es su bien, cuál su mal, qué debe desear y de qué debe apartarse. La sociedad española es como una multitud de ciegos que rondan por las inmediaciones de un barranco del que ni conocen la existencia ni el lugar.

Sólo los muy lerdos ignoran que la principal premisa de un enfermo para sanarse es el conocimiento de su enfermedad. Quien ignora que está enfermo y, más allá, cuál es su enfermedad, no podrá curarse. Antes que la medicina curativa debe saberse el mal. Los españoles de hoy no saben o no quieren saber que están enfermos; más bien podría decirse que se consideran rebosantes de salud. ¿Cree usted, amable lector, que ha de preocuparse de remedios quien confunde sus vicios por virtudes, quien estando podrido cree que está sano?

Las gentes de bien se sienten fatigadas por culpa de la locura y corrupción de una democracia que aborrecen, y que las obliga a entregarse al retiro, al amargo olvido. A las gentes de bien le parecen lejanos los tiempos en que Washington Irving escribía: «Una vez que se conoce España se explica mejor el arrogante, intrépido, frugal, sobrio español, su arrojo en los peligros y su desprecio a los afeminados placeres. El pueblo español ama la fantasía y narra, a la manera oriental, historias maravillosas».

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Ese pueblo español, antes tópicamente enteco y cetrino y hoy desteñido y adiposo, buenista, piel tatuada a la moda, patinete y vaqueros raídos; antes católico y hoy ateo de izquierdas progresistas, que acude al gimnasio en coche, que antes guerreó contra moros y ahora permite que les violen a sus mujeres, que siempre se rebeló contra los ajusticiamientos de libertades y ahora las acepta con manso acatamiento… Ese pueblo español ¿ ué puede hacer delante de unas urnas, sino aquello que hace y viene haciendo?

Aquél que pretenda servirse del arco y de las flechas para disparar, tiene que saber en donde se propone hacer blanco. De lo contrario, no podrá apuntar ni dirigir el tiro, al menos con provecho. Así de desorientados ven muchos espíritus libres a los flecheros españoles de tertulias, coloquios, blogs, corrillos y demás charlas y conversaciones. Cualquier decisión, cualquier propósito falla si no sabemos adónde apuntamos. ¡Es el Sistema, necios, es el Sistema! Como dejó escrito Séneca en sus Cartas morales a Lucilio, «a quien no sabe a qué puerto se encamina, ningún viento le será bastante propicio».

El ciudadano ideal es el que muere en pie, invicto. Si las adversidades que padece son por su causa, ya que fue incapaz de evitarlas, ha de ser incapaz también de rehuirlas, enfrentándose a ellas con la convicción de que puede vencerlas, si es que quiere aquello que está por encima de todo: la libertad. El buen ciudadano sabe que el esfuerzo abre camino. Y en su fuero interno alienta la seguridad de que todo fanático y todo déspota, tan gravosos para el común, deben ser sometidos por la sabiduría, que es la única libertad. El espíritu libre sabe que, si quiere sujetar toda cosa a su arbitrio, ha de sujetarse él antes a la razón y a la justicia.

«Creéis que estas son piedras. No es cierto, es un tesoro; es símbolo de un tiempo de glorias y valor, de un tiempo en que la honra valía más que el oro y que nadie la vida quería sin honor». Así reza la inscripción del castillo de La Coracera, de San Martín de Valdeiglesias, mandado edificar por don Álvaro de Luna en 1432. Eran otros tiempos, que los espíritus libres están obligados a recuperar.

Autor

Jesús Aguilar Marina
Jesús Aguilar Marina
Madrid (1945) Poeta, crítico, articulista y narrador, ha obtenido con sus libros numerosos premios de poesía de alcance internacional y ha sido incluido en varias antologías. Sus colaboraciones periodísticas, poéticas y críticas se han dispersado por diversas publicaciones de España y América.
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Geppetto

La Transicion, como su nombre indica, fue el cambio de sistema politico que los politicos del regimen franquista hicieron para llevar a España a un régimen demócrata liberal sin alarmar a los españoles, muchos de los cuales asociaban, con razón, liberalismo con desmadre, masonería y republicanismo criminal.
Los politicos franquistas, llevados de la mano por el Rey , la embajada USA y las de Alemania y Francia urdieron la gran estafa que significo dicha transicion y que finalmnte salio adelante a pesar de la oposicion frontal del socialismo y el comunismo, que finalmente la aceptaron porque no les quedo mas remedio, no tenian fuerza suficiente para imponer la ruptura politica y social con la España que moría(y escribo España no régimen) con Franco.
Desde el primer momento se vio que la deriva hacia la destruccion de la unidad nacional era un hecho que, obligado por las circunstancias, no se podia poner en marcha con claridad,pero que, gracias a una Constitucion que permitia todo tipo de apaños sectarios ha conducido a España a una situacion sin retorno en la que la division nacional es un hecho.
La ruptura que los socialistas( separatistas había tres) intentaron en 1977 la han hecho en 2023 de forma tranquila y con el aplauso de unos españoles entontecidos que no quieren ver en el lio en el que se han metido y que barrera de su presente y su futuro todo vestigio de avance social o de bienestar mientras España se balcaniza con las consecuencias que la historia enseña.
Los culpables de los graves problemas que tienen enfangada a España son sus políticos, con su rey a la cabeza y los propios españoles,cómplices de la destrucción de España

Aliena

Por desgracia así es.

Aliena

«El espíritu libre sabe que, si quiere sujetar toda cosa a su arbitrio, ha de sujetarse él antes a la razón y a la justicia.» Qué gran lección.

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