22/11/2024 07:04
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Después de la Sentencia del constitucional, ha lugar repetir, con algunas modificaciones este artículo del pasado año, ligeramente modificado:

«Estoy plenamente decepcionado de tus conocimientos legales, sino es por mala fe, y dotes de mando si es que alguna vez hubiera tenido la duda de que tenías alguno. Llegaste anteayer a tú Cuartel General en Ferraz, donde está de guarnición tu Estado Mayor de ineptos y corruptos y te dijeron que mañana deberías hacerte cargo de un pueblo, el español, al que serias dado a reconocer con las formalidades de un juramento o promesa ante el Rey y la Constitución que no estás cumpliendo.

Mandar es, ante todo, prever, concebir, imaginar; luego preparar; más tarde dirigir la acción; y, por último, vigilar su funcionamiento. Ni siquiera has previsto, o quizás sí, con escondidas intenciones, lo que se nos venía encima a los españoles, pueblo al que debías dirigir y proteger.

Prever, concebir e imaginar son funciones que tus facultades personales, plagiar, hacer trapisondas y mentir descaradamente con ayuda de los comunistas, han entorpecido de tal manera que somos la primera Nación de todo el mundo en el triste ranking de infectados, defunciones y mala gestión de los pocos medios sanitarios que a los profesionales de la salud les has proporcionado para paliar un desastre que se preveía de magnitudes universales; ni siquiera has sido capaz de repartir las mascarillas compradas en un bazar chino, en el que ¿te engañaron?, para percibir supuestas comisiones, según dicen los medios de información no gubernamental; es que por no ser capaz no lo has sido ni de proclamar el Estado legal que correspondía; preparar la acción, dirigirla y vigilar su funcionamiento, es organizar, instruir y gobernar.

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Bien dice Mayer, en «La psychologie du commandement», que se comete un error al admitir que no hay más manera de mandar, si tú los has hecho alguna vez y sabes lo que es, que la de uno mismo; los principios son invariables, pero los métodos cambian con los hombres, en relación con sus temperamentos; lo malo, como es tu caso es no tener ninguno y mandar al día, siguiendo la inspiración de tus asesores corruptos, amorales y comunistas.

Y no sólo esto es cierto; lo es también que la forma y formas que, para el trato con otros partidos nacionales, que no los independentistas, no es la acertada, demostrando la soberbia del «listo que todo lo copia».

Deberías cuidar, ciudadano Presidente, para dar satisfacción a esta exigencia en el Mandar, que cualquier trabajo que se realice tenga una finalidad terminantemente indicada y de todos conocida y no esconder aquellas otras finalidades inconfesables, para que así puedan converger hacia ellas los esfuerzos de cuantos deben cooperar a aquél; dirigirlos debidamente es, precisamente, organizar; y esto, lo mismo se trate de servicios mínimos como repartir mascarillas de papel mojado, que de obras, que de instrucción de tus asesores.

A propósito de esta última, y antes de acabar con este artículo-carta, quiero decirte algo de la función de instruir que se consideró como la finalidad de mandar: error grave, ya que unos asesores bien instruidos no es sinónimo de una Nación bien mandada, como queda demostrado con la compra de sus voluntades sin tener en cuenta el beneficio e interés general del resto de ciudadanos; pero ¡¡¡aunque quisieras¡¡¡ ¡¡¡Quién es capaz de instruir a tal cantidad de asesores que se muestran por miles en los ministerios¡¡¡ Lo que indica que estos ministerios son unas agencias de colocación de personal mal instruido y peor leído.

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Y he aquí cómo tener asesores leales e instruidos es enseñar a los hombres, con cosas que han de olvidar pronto y otras que no deben olvidar nunca como el servicio al bien general de España. Y con el bagaje de estas últimas, si su deber los llama a ser incómodos con el que manda, es seguro que pondrán toda su alma en recordar las primeras y en ser buenos patriotas. Por eso te decía que mandar es instruir; o, como Mayer escribe, instruir, cuando se es el Mando de la Nación quien da la instrucción, es también mandar.

Has olvidado, por tanto, si alguna vez lo has sabido, que tu acción de mandar externa consistía en educar, gobernar, organizar e instruir.

Y de todo esto se te pedirán cuentas más pronto que tarde y pagaras las setenas que, para que lo sepas, no es otra cosa que siete veces la pena con que has castigado a tus conciudadanos.»

Autor

REDACCIÓN