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Lo mires por donde lo mires el relato oficial covidiota para idiotas no se sostiene por ningún lado. Delirios y dislates y atrocidades distópicas varias durante el postrer trienio covidicio: falsa enfermedad/pandemia, sin más, atribuida al inexistente SARS-CoV-2 ( más allá de su construcción informática) diseñada para poner en marca un proyecto de reestructuración en todos los ámbitos a escala mundial. Colosal trola con un fin perverso, muy perverso: reformar, revolucionar, controlar y despoblar el planeta. NOM. «Nueva» soldadesca, economía, moral. Y “nueva” humanidad, «mejorada», mesti-transpollada, poblacionalmente empequeñecida. Y aquellas personas que todavía no se han coscado de que la astracanada pangolínica ha sido la patraña más grande jamás contada, es porque no están suficientemente informadas o bien tienen algo en su lentita cocoroota que no funciona con razonable normalidad y deberían hacérselo mirar. Y hablo en serio. Palabrita de antipsiquiatría.
El mayor fraude en la historia estadounidense
Lo postrer. Todo es tan falsario que incluso la oficialísima Associated Press (AP News) reconoce que una gran parte del mentiroso relato oficialnoico es mayúscula engañifa contra el pueblo estadounidense y contra el mundo en general. The Great Grift (La gran estafa), pues, firmada por Richard Lardner, Jennifer McDermot y Aaron Kessler y destacando en esa interesante pieza periodística cómo la Reserva Federal gringa canalizó billones de dólares en gastos de “estímulo” a las arcas de empresas y organizaciones falsas encargadas de abordar la “pandemia”.
En total, se desembolsaron unos 4,2 billones de dólares en “ayuda de emergencia”. Peor que el infame “New Deal” del funesto Franklin Delano Roosevelt. “Los estafadores utilizaron los números de la Seguridad Social de personas fallecidos, además de presos federales, para obtener cheques de desempleo”, revela Associated Press sobre una de esas de tantos fraudes que se extendieron como un vestigio de pólvora durante el covid, y mucho más durante el secuestro domiciliario de marzo-junio de 2020.
Lo de siempre, los ricos se hicieron más ricos y los pobres, más pobres
Con ladrones que saquearon miles de millones de dólares. Y el mayor estafador de todos, por supuesto, fue la Reserva Federal privada y su interminable impresión de dinero fiat/deuda, que se incremento durante la bufa covidiana. Todo ello para apuntalar a Wall Street a expensas de los currelas yanquis. Como resultado de semejante demencia impresora de dinero/no-dinero, la inflación se halla en estos momentos, cómo no, por las nubes. Ni guerra de Ucrania ni pollas en cebolla.
En fin.
Autor
- Nacido en Bilbao, vive en Madrid, tierra de todos los transterrados de España. Escaqueado de la existencia, el periodismo, amor de juventud, representa para él lo contrario a las hodiernas hordas de amanuenses poseídos por el miedo y la ideología. Amante, también, de disquisiciones teológicas y filosóficas diversas, pluma y la espada le sirven para mitigar, entre otros menesteres, dentro de lo que cabe, la gramsciana y apabullante hegemonía cultural de los socialismos liberticidas, de derechas y de izquierdas.
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