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Un hecho real ocurrido en este pueblo de la montaña leonesa, a primeros de agosto del año 1936… Y tal hecho pasó por la vida, igual que pasa una sombra, dejando un rastro de fría indiferencia y olvido… En los detalles pequeños se ven los grandes hechos, malos o buenos, y desde los que se pudo llegar a tanto. Por eso es recogido tan insignificante pormenor que, por nimio, lo explica casi todo. Cómo empieza lo que acaba en tragedia.

Taso no es el protagonista, sino el testigo receptor del hecho que voy a narrar; el otro personaje, era primo suyo, y omito su nombre. Por estos pueblos montañeses son casi todos primos, parientes y allegados.

Solo citaré a Taso, el cual aparece muchas veces en mi libro (Frente Norte, la guerra civil en las montañas leonesas y Asturias), hasta… la nota a pie de página, en la 461, de la 2ª Edición, que dice: («Taso», en estas páginas 24 veces; Eustasio González Cañón. Falleció el 15 de mayo de 2007, en su pueblo montañés, meses antes de cumplir 100 años)

Por el contrario, el otro personaje que bien conocía, no aparece en esta novela coral, Frente Norte, porque cuando hice la investigación de campo por estos escenarios de los hechos, no estaba en ellos, ni pude encontrarlo.

De ahí que tampoco aparece el hecho del sapo fascista, por él protagonizado; igualmente de la información recopilada no salió ni el 50% novelada en la obra.

Quiero decir que la concepción literaria de la escritura que no es periodística, en un servidor, se basa en la creencia de que la realidad supera la ficción, y que no es necesario inventarse nada cuando la misma realidad te da todos los datos, personajes y hechos. Si se escribe sobre la actualidad cotidiana es necesario adaptarse a los hechos que son sagrados, donde los comentarios son libres. Al menos así se muestra la naturaleza periodística, desde el primer periódico español, Diario noticioso, curioso-erudito y comercial, público y económico (1758)  El relato ha de ser cierto, verídico y objetivo, etc., contrapuesto al literario. Pues las dos columnas del periodismo son la información y la opinión, y al margen puede estar la historia, que no es otra cosa que los sucesos y sus personajes, según Emilio Romero, o la literatura entre la cual y la historia va mi novela Frente  Norte… que señalo realista al ceñirme tanto a la realidad que hasta los personajes llevan su propio nombre, lo que no dejó de darme pocos problemas. 

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Antes que nada, una precisión terminológica, y dado que ésta nos lleva a la conceptual: rojo, o rojos, que es el nombre que se pusieron a sí mismos los que así llamamos; mientras que el término fascista, es el insulto de estos a quienes no son ni piensan como ellos.

El término «rojos», me causaba escalofríos en mi niñez, no sé si de calor porque sudaba como un negro, o era que me ponía negro de lo que escuchaba, que me atraía terroríficamente. El miedo quedó estancado y pegadizo entre las peñas mucho tiempo, y no acababa nunca de irse.

Fascista, es una palabra que no suena muy bien, y nunca conseguí entender. Tampoco hice nada por entenderla y siempre la vi horrible como todo lo que venía del enemigo que machacó a mi familia y a la gente trabajadora, honrada y decente, a la que llamaban «misaires«, por ir a misa, y por lo cual sentenciaron de «Fascistas». O sea, fusilables en toda regla.

Cuando llegaba el ejército de Franco a liberar el Norte de la barbarie roja, los huidos que pudieron regresar a las ruinas de sus casas y pueblos, con sus familias allí cautivas, no llamaban fascista, al ejército libertador, si no, salvador. Para los invasores que huían camino de Asturias, por donde habían entrado, llevándose posesiones, animales y las gentes como rehenes, de los pueblos que dejaban reducidos a ceniza, el ejército vencedor, era el enemigo.

Pasado un largo año después de la invasión roja el «ejército salvador» así conocido, y tan esperado desde el primer día, liquidó el frente en un mes. El infierno del dominio rojo -del que poco se ha escrito-, duró 15 meses. El 20 de octubre del año 1937, cuando los nacionales llegaron a Gijón, se acabó el frente norte. Y pasado lo malo, vendría lo peor. Quedaría pacificado el norte, o sea, Asturias y León, mientras el ejército se desplazaba hacia este, a la peor de las batallas: la batalla del Ebro.

Ya estaba destruida más de media España por los propios españoles. Pues conocemos el ciclo histórico de este ingobernable pueblo que sólo funciona cuando le ponen el palo encima y obligan a construir lo que antes destruyó.

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El resto del tiempo se lo pasa preparando la destrucción para la quema total en la nueva guerra civil que inicia, tal y como está sucediendo en estos momentos, con los comunistas en el poder que desde antes de la guerra del 36 no habían estado. Y hoy vuelven a hacer lo mismo.

En Asturias y León, la guerra acabó con la liberación de los pueblos, adonde tanto daño había causado, el ejército rojo, o frente popular, por nombrarlo de alguna forma, ya que no era ni lo uno ni lo otro, y se llamaba de tantas maneras, que se ignora la más acertada. La más común, es la que producía escalofríos a los niños de posguerra: «rojos…» Menos llamarlos republicanos, que así se nombraran algunos, tras dar un golpe de estado a la misma Segunda República, dos años antes, cualquier otro nombre les caería más adecuado.

Los pueblos montañeses estaban convulsionados con el 18 de julio, día oficial del levantamiento del ejército de África. Al fracasar el golpe de estado militar, España quedó dividida en dos mitades, por los pro rusos, de ahí lo de «rojos», que gritaban puño en alto, Viva Rusia, y que por eufemismo o proceder de la república, se les conoció como republicanos. Y por los españoles tradicionales de siempre, que para nada convulsionaron a España con la destrucción y el pistolerismo que originó el levantamiento militar, cuando ya la izquierda, con una sangrienta cadena de muertos, falsifica las elecciones, quema de iglesias, etc., hasta asesinar al jefe de la oposición, José Calvo Sotelo. Aquél que según José María Pemán, «Dios le quiso como mártir». Su asesinato precipitó el levantamiento y la guerra civil.

 

Nota: Continúa y acaba mañana. (y2)