23/11/2024 10:30
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Todos los días realizan una nueva canallada. Cada jornada nueva amanece con la cuerda más tensada. Estamos en manos de una panda de delincuentes, de forajidos que lo único que quieren es acabar con nuestra Patria y lo malo es que quien crea de verdad que existe todavía una sociedad civil o es un ingenuo o un pobre imbécil. La sociedad civil se la ha cargado toda esta gentuza que ocupa los estamentos de la Nación y que ha llegado a propiciar esto que contemplamos y que denominan Estado de Derecho,  riéndose de todos nosotros desde  los tiempos del traidor Suarez y su UCD pasando por González y todos los demás hasta llegar a esta encrucijada de la actualidad con un gobierno, por decir algo, que con su actitud criminal nos ha convertido en una nación en coma y que no reacciona ante ningún atropello perpetrado por esta gentuza.

El ataque sin precedentes al poder judicial es gravísimo y las consecuencias de pasarse por el forro de sus caprichos la sentencia firme del Tribunal Supremo sobre los golpistas catalanes e iniciar con ello un proceso de calado exclusivamente político para con un ilegal y vergonzoso indulto agradar a sus socios de desgobierno puede volverse contra ellos y devolver al pueblo la dignidad perdida paulatinamente desde el año 1975.

El pueblo incomprensiblemente ha tragado varios amargos sapos, uno de ellos el sapo ensangrentado de ver y consentir a los asesinos de ETA reírse de todos nosotros sentados en la sede de la soberanía nacional pisoteando la memoria de las víctimas y sus familias. El pueblo español ha consentido dócilmente el crimen masivo de más de 10.000 compatriotas. Hemos consentido la ruina de un encierro que ha devastado el tejido económico y ha dejado una cantidad enorme de gente en el paro, un paro que estos indeseables disimulan llamándolo ERTE y que estiran como un chicle indecente hasta convertirlos ante unas empresas exhaustas irremediablemente en ERES y no pasa nada.  La mascarilla es solo un símbolo del miedo que han extendido como un virus peor que el chino y que atenaza la razón para que ellos sigan haciendo barbaridades y extendiendo su cáncer por toda nuestra pobre y enferma sociedad.

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Nos quieren dóciles como borregos, lo de la subida de la luz un 44% es para ir directamente a por ellos, pero están tranquilos, comemos de su mano. Todo tiene un límite, aunque no lo veamos llegar por ahora y ante esta situación muchos nos preguntamos qué hace el Rey ante la gravedad del momento y qué hará cuando le den a firmar los indultos ¿caerá en la trampa? Y ¿qué hace el ejército ante los ataques continuados a la unidad nacional? Ya no vale con desfilar solo, hay que actuar con celeridad y arrojo. Las movilizaciones pidiendo al pueblo no sé qué para acabar la protesta tomando cañas en cualquier bar solo les sirven a los políticos de la oposición para la foto de rigor, un mero postureo recolector de votos.  Pero lo que ocurre es muy peligroso y tiene un gran parecido a situaciones de otras épocas no demasiado lejanas porque, jugándonos nuestro futuro como nación y como pueblo, no pasa nada, y yo me pregunto con rabia y con pena… ¿Hasta cuándo?

Autor

Alejandro Descalzo
Alejandro Descalzo
Nace en Madrid en 1958. Estudia en Los Escolapios de San Antón. Falangista. Ha publicado 4 libros de relatos. Apasionado del cine y la lectura. Colaborar en este medio lo considera un honor.