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Cuanto más cerca estoy de partir hacia la visión de Dios (¡esa es mi esperanza como católico!) más claro tengo que no pienso formar parte, mientras viva, de ese “aprisco” modernista y “evolutivo” en que la Jerarquía está empeñada en convertir la Obra de Jesus, es decir nuestra Santa Madre la Iglesia Católica. La fundó Él y encargó a los Apóstoles propagarla por el mundo. Llegó a España de manos de Santiago el Mayor y durante dos milenios nuestra Patria –con la protección de María desde el Pilar de Zaragoza– la ha mantenido como propia para bien de los españoles.
Pero los sucesores de los Apóstoles, del siglo XXI, al parecer por lo que se ve, quieren enmendar la plana al Verbo encarnado y para ello han encontrado un método ad hoc: cambiarse –transformarse– de pastores en ovejas y hacer de las ovejas, ¡pastores!… A ese invento lo han llamado “doctrina sinodal”. Realmente se trata de arrinconar la Revelación y de promocionar una nueva Iglesia, “sin dogmas, sin moral y sin culto”, quitar de en medio una cosa rancia y, en su lugar, poner “democracia”, “mucha democracia”.
Todo lo que el pueblo decida será moralmente aceptable –como la sodomía, el asesinato de nasciturus y de ancianos—todo lo creído por el pueblo será la nueva Fe, y el culto no necesitará ritos porque todos los dioses son verdaderos y además, demócratas… Se trata, sin duda, de un invento genial para el proyecto de la Sinagoga de Satanás — tantas veces comentado– que se resume en la eliminación del Catolicismo como única religión verdadera y en la neutralización de la Iglesia como proyecto divino para ayudar a los hombres a ser felices en esta vida y llenar la misión recibida del Creador.
Este escrito probablemente escandalice a quien no esté informado sobre lo que está ocurriendo en nuestra santa Iglesia católica, apostólica y romana, pero lo más triste es comprobar que es precisamente, Roma quien apoya este proceso.
Me veo obligado por lo tanto a declarar expresa y públicamente que no pienso ser oveja en ese nuevo aprisco donde las ovejas no están protegidas contra los lobos, dado que son esos carnívoros animales los encargados de cuidar y proteger al rebaño.
Jesucristo nos garantizó la permanencia de su obra hasta la consumación de los siglos, siempre, por lo tanto, habrá un redil seguro para las ovejas que no quieren morir en las fauces de los lobos.
Conmigo que no cuenten, pues confío en el poder de Dios para perseverar en el don de la Fe que, por su gracia, recibí –con la colaboración de mi familia y por haber nacido en España, segundo “pueblo elegido” cuando los judíos no quisieron recibir al Mesías—y en la que deseo morir.
Mis lectores conocen mi admiración por la inteligencia luciferina de la Sinagoga de Satanás que trabaja sin descanso e inventa para cada caso el método adecuado en su guerra contra la Obra de Cristo. El utilizado en el momento presento se resume en “convertir los pastores en ovejas y la ovejas en pastores”. Ciertamente deslumbrante por su sencillez que le permite pasar inadvertido. Nadie lo ha denunciado y por eso los católicos no se han enterado de la traición al Creador que eligió al Hombre para “hacerle partícipe de la Verdad mediante la Revelación”
Hasta el Vaticano II a la Iglesia nunca se le ocurrió enmendar la plana al Padre que, nos fue revelando la Verdad poco a poco al principio pero, finalmente, nos envió al Hijo para trasmitirnos de golpe todo cuanto debíamos saber. A partir de su Ascensión al Cielo ya no sería posible añadir a la Revelación ni una simple “iota”.
Por eso, resulta una locura soñar con una posible “nueva Revelación” nacida democráticamente de la opinión del Pueblo, como está ocurriendo tras el Vaticano II. Con nuevas doctrinas, una nueva moral y un nuevo culto
Vamos a confiar en que los fieles, con la ayuda del Espíritu Santo, descubran la traición, eviten esa trampa silenciosa y se agarren bien al Credo, a los diez Mandamientos y los Sacramentos para no abandonar la verdadera barca de Pedro y seamos mayoría quienes venzan al enemigo con la sencilla frase: “Nunca seré oveja de ese nuevo aprisco”.
Autor
- GIL DE LA PISA ANTOLÍN. Se trasladó a Cuba con 17 años (set. 1945), en el primer viaje trasatlántico comercial tras la 2ª Guerra mundial. Allí vivió 14 años, bajo Grau, Prío, Batista y Fidel. Se doctoró en Filosofía y Letras, Universidad Villanueva, Primer Expediente. En 1959 regresó a España, para evitar la cárcel de Fidel. Durante 35 años fue: Ejecutivo, Director Gerente y empresario. Jubilado en 1992. Escritor. Conferenciante. Tres libros editados. Centenares de artículos publicados. Propagandista católico, Colaboró con el P. Piulachs en la O.E. P. Impulsor de los Ejercicios Espirituales ignacianos. Durante los primeros años de la Transición estuvo con Blas Piñar y F. N., desde la primera hora. Primer Secretario Nacional.