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Ya dijo en 2005 Benedicto XVI (el Papa alemán al que, casi aún de cuerpo presente, ya despellejaba la extrema izquierda atea y la extrema derecha tontaina) que se estaba configurando una verdadera dictadura del relativismo «que no reconoce nada como definitivo y que deja sólo como medida última al propio yo y sus apetencias». Era, y sigue siendo, casi imposible decirlo mejor.
Esa «dictadura relativista», que hace 18 años parecía estar empezando, hoy está en todo su esplendor, y a diferencia de otras dictaduras, no la ejerce un señor con gorra militar y espadón, sino una mayoría social despistada, atolondrada e ignorante, incapaz por completo de diferenciar entre, por ejemplo, la vida de una persona y la de un brócoli. Incapaz de entender cuál es el origen de la dignidad humana, único y principal motivo por el que nuestra vida merece más protección que la de un roedor.
Cuando, en medio de este autoritarismo idiota ejercido por una mayoría social y promovido por partidos políticos marxistas, progres y liberales, hay alguien que levanta la bandera de la ley natural y la moral objetiva, se produce una reacción furibunda. Porque la verdad ha creado rechazo siempre, y siempre por la misma razón: porque la verdad deja desnudo al impostor. A Jesús de Nazaret, Dios y hombre, lo quisieron lapidar y despeñar los mismos que después dictaron su injusta sentencia de muerte, solamente por decir la verdad.
Hoy casi nadie se atreve a contradecir los dogmas del relativismo rampante que tiene el aborto, la eutanasia, la ideología de género y el transhumanismo como puntas de flecha. Porque esos cuatro jinetes del apocalipsis zombi llevan el inconfundible sello del mal: los cuatro conllevan injusticia, dolor, crueldad y muerte. Los cuatro son hijos predilectos de Satanás, y precisamente por ello, las joyas de la corona del régimen progre-liberal reinante en casi todo el mundo.
Por eso acierta García Gallardo al ofrecer en Castilla y León que las futuras madres puedan escuchar el latido del corazón de sus hijos desde su vientre. Porque en ese latido de vida está la verdad. En ese latido se manifiesta rotundamente la fuerza de un nuevo ser, que trae de serie una dignidad eterna, una dignidad contra la que nada pueden los mercachifles y papanatas que hoy tienen el control del planeta. Una dignidad que proviene de Dios, que es indestructible, y que una madre siente en sus entrañas mucho antes de que los demás quieran empezar a opinar o a juzgar.
Acierta García Gallardo y acierta Vox al dar este paso sin precedentes en la defensa de la vida de los no nacidos, después de años de connivencia culpable en las administraciones públicas gobernadas por el PSOE y el PP. Acierta en la propuesta, y acierta cuando promete «no dar un paso atrás» en su puesta en práctica, por mucho azufre que salga de las bocas de los enemigos de la verdad y de la civilización. Porque defendiendo la dignidad eterna del no nacido, estamos defendiendo el antídoto contra la barbarie y la autodestrucción.
Autor
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Nació en Madrid en 1975. Es Doctor en Periodismo por la Universidad San Pablo CEU. Ha dedicado casi toda su vida profesional a la radio, primero en Radio España y desde 2001 en Radio Inter, donde dirige y presenta distintos programas e informativos, entre ellos "Micrófono Abierto", los Domingos a las 8,30 horas. Ha dirigido la versión digital del Diario Ya y es columnista habitual de ÑTV en Internet. Ha publicado los libros "España no se vota" y "Defender la Verdad", "Sin miedo a nada ni a nadie", "Autopsia al periodismo". Esta casado y tiene un hijo.
Acabo de leer de un tirón su libro «Autopsia al Periodismo» que empecé esta madrugada. Magistral.
Esperemos que sus esfuerzos y los del resto de personas honestas y valientes den sus frutos en la lucha contra la lacra comunista masónico satánica que está arruinando y destruyendo España y la sociedad cristiana civilizada.
Muchas gracias, D. Rafael y equipo de ÑTV ESPAÑA, y mucho ánimo y un cordial saludo a todas las personas de bien.
Ese mismo ofrecimiento, que no obligación, tomado por una parte del gobierno autonómico de Castilla y León, en cuanto a que una mujer embarazada, tras escuchar el latido de la vida que lleva en sus entrañas, puede decidir, debería servir de ejemplo a otros gobiernos autónomos, para que hicieran algo más por la hermosa vida que por su puñetera ideología.