20/09/2024 07:28
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Hace algún tiempo le oí decir a un monárquico convencido (de los últimos de Filipinas, claro) que las Monarquías son válidas mientras son solución de problemas, pero dejan de serlo cuando en lugar de ser solución se transforman en problema… y muchas veces habré oído y leído al Gran Luis María Ansón decir que «La Monarquía de todos» tenía que ser de todos, que la Monarquía que retornase tras el paréntesis de la Guerra y la Dictadura no podía ser sólo de los franquistas, que el Rey (naturalmente su Rey era Don Juan, el conde de Barcelona, y todavía lo es para él como Juan III) tenía que ser de todos, azules, rojos, grises, castellanos, andaluces, catalanes, vascos, gallegos, valencianos o canarios…

¡¡ Dios, y si ahora los catalanes no quieren al Rey y Cataluña se separa (como parece ser inevitable) de España, y le sigue el País Vasco… y el Rey de España deja de ser «REY DE TODOS LOS ESPAÑOLES»… ¿Qué hacemos entonces con el Rey Don Felipe VI?…¿Qué hacemos en ese caso con un Rey y con una Monarquía que en lugar de ser solución se transforman en problema?…

Yo lo tengo claro, y lo digo en pleno uso de mis facultades mentales: o Don Felipe es Rey de todos los españoles o no debe ser de ninguno. Ni el Rey ni la Monarquía pueden ser causa de ruptura de España… Porque  — palabras de Alfonso XIII a Gil Robles en 1932—  por encima de la Monarquía o de la República está, estará siempre, tiene que estar España

También lo dijeron Unamuno, y Ortega, y Marañón, y Pérez de Ayala y hasta el mismísimo Azaña («Antes de aceptar la independencia de Cataluña prefiero dialogar con Franco») o el otro aquel que dijo «Prefiero una España roja antes que una España rota».

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Así que o se coge el toro por los cuernos cuando todavía se está a tiempo o ya saben, y los primeros que lo deben saber son S.M. el Rey Don Felipe y el autor de «La Monarquía de todos», mañana será demasiado tarde… y más viendo lo que hoy mismo estamos viendo: que los destructores Pedro y Pablo se van a cargar de un plumazo (un simple proyecto de Ley Orgánica) no sólo el Poder Judicial, sino también el Consejo de Estado, el Tribunal de Garantías, el Constitucional… y sabiendo ya que van ¡¡a por los 300!!  para hacerlo todo legal y democráticamente. Como Napoleón el 18 Brumario («El Arte de un Golpe de Estado está en darlo sin perder la apariencia de legalidad»)

Jí, jí, jí, jíííííííí… y así hasta que os veáis en Montmartre (lo menos malo) o en la Siberia de los camaradas (lo más seguro) llorando como Boabdil…Vosotros, los que queréis ser moderados y del Centro.

Y digo «os», porque yo, afortunadamente, me habré ido antes.

Autor

Julio Merino
Julio Merino
Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.

Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.

Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.

En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.

En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.

Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.

Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.