17/05/2024 08:12
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Las cosas que pasan en España, no suceden en otros países, o al menos así me lo imagino yo. Aquí, en España, cualquier tonto tiene cabida, cualquier barbaridad tiene asiento, y a cualquier cantamañanas se le da mando en plaza.

Me ha venido todo esto a la cabeza porque hace poco, aquí en Andalucía, mi tierra, un periódico de tirada regional (en soporte de papel, como Dios manda), ha publicado una entrevista, a doble página, a Ian Gibson. Tras leerla con detenimiento, me he ratificado en lo que decía al principio de este artículo, a saber: que lo que pasa en España, no sucede en ningún otro lugar y, para comprobarlo, repasemos el asunto.

Ian Gibson es un baboso irlandés que llegó a España en 1965 y, hasta hoy, ha vivido en nuestro país a cuerpo de rey, sin darle un palo al agua, que ya tiene mérito el asunto, la verdad sea dicha. Gibson se inventó un cuento, y no precisamente chino, sino lorquiano, y de eso ha estado viviendo como un marqués, el muy granuja.

El cuento, que Gibson repite como si fuera un mantra, es el siguiente: “que a Lorca lo mataron por rojo y por maricón”, cosa que no es verdad, porque como cualquier persona medianamente preparada sabe ya, a estas alturas de la película de la vida, es que a Lorca no lo mataron ni por ser rojo ni por ser maricón, aunque fuera las dos cosas. A Federico García Lorca lo mataron las rencillas familiares y el odio que le profesaban unos parientes, un odio recocido durante largos años, y que, en el drama de los primeros días de la Guerra Civil, encontró el caldo de cultivo ideal para que se consumara la tragedia urdida de antemano.

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Pero a Gibson no le interesa la verdad, sino la mentira, su mentira, y que los restos de Lorca no se encuentren nunca, pues de ese cuento, y no precisamente chino, sino lorquiano, es de lo que él vive, como un auténtico zampabollos, que eso es lo que es, un zampabollos.

La entrevista a la que antes he hecho referencia, es repugnante, hasta convertirse en nauseabunda, pues en ella, este irlandés asqueroso, pontifica sobre el bien y el mal, habla de nosotros, los españoles, como si fuéramos menores de edad, y se despacha a gusto, como no podía ser de otra forma, sobre la derecha española, poniendo a parir tanto a Pablo Casado como a Santiago Abascal, cosa normal que lo haga, pues justo ese es su pasaporte renovado para seguir siendo considerado progresista y poder comer a nuestra costa, porque lo que pasa en España, no sucede en ningún otro lugar.

Pero donde queda al descubierto el personaje es al final de la entrevista, cuando, sin que se le caiga la cara de vergüenza, porque no tiene, dice lo siguiente: “He sido invitado a miles y miles de copas de vino, y no solo en España, como forma de darme las gracias por mis investigaciones, sobre todo por las de Lorca”.

Y el periodista que le hace la entrevista apostilla, para que no quede ninguna duda: “¿Vino? ¡Se ha bebido varios mares!”.

Y no sólo ha sido vino. Basta con ver su barriga prominente, su cara rechoncha y su tez colorada, para comprobar que también las viandas de tipo sólido han gozado de su predilección, todo ello “de gorra”, como no podía ser de otra forma.

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Dice Gibson en otro momento de la entrevista, que “Lorca es un fenómeno mundial y casi cósmico”, y algo de cierto tiene que haber en dicha afirmación, sobre todo en lo que hace referencia al cosmos, pues él mismo, en base a su mentira lorquiana, ha vivido, y aún sigue viviendo, como Dios.

Autor

Blas Ruiz Carmona
Blas Ruiz Carmona
Blas Ruiz Carmona es de Jaén. Maestro de Educación Primaria y licenciado en Filosofía y Ciencias de la Educación. Tras haber ejercido la docencia durante casi cuarenta años, en diferentes niveles educativos, actualmente está jubilado. Es aficionado a la investigación histórica. Ha ejercido también el periodismo (sobre todo, el de opinión) en diversos medios.