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“Una nación permanece fuerte mientras sus ciudadanos se preocupan por sus problemas reales, y comienza su decadencia cuando se preocupan de los detalles accesorios” Arnold J. Toynbee, historiador británico

“Hoy tenemos bajo control la pandemia. Hay que salir a la calle. Esto decía Pedro Sánchez el 4 de julio pasado en plena campaña de las elecciones gallegas. Añadía más: “Tenemos que salir y disfrutar de la “nueva normalidad”. La consejera de Salud del País Vasco, ha dicho que: la “nueva normalidad” no es posible.

 Uno se queda atónito al comprobar que todavía y a pesar de los contagiados, de los muertos y de los rebrotes, hay ciudadanos que creen en Pedro Sánchez. Que sus palmeros, mamporreros y lacayos simulen creerle se entiende; están pagados. Pero que el ciudadano del común, el que sigue trabajando y pagando impuestos para sostener los gastos palaciegos de este sátrapa, el ciudadano que está sufriendo los efectos de la peor gestión por parte de un gobierno de esta pandemia, le crea; es patológico y de visita a un psiquiatra. Visita de diván, de psicoanálisis. Y mientras él, el ínclito, inefable y nunca bien ponderado Pedro Sánchez; el elegido y ungido de los dioses, se fuma un puro mientras bebe una fría cerveza en el palacio de La Mareta, lugar elegido para sus vacaciones, los rebrotes aumentan exponencialmente y la apertura de los colegios en septiembre, pende de un hilo. Eso sí, por toda la geografía de España se suceden las proposiciones de Podemos para eliminar calles, plazas y bustos del rey emérito, siempre con el apoyo de este PSOE de Sánchez que en nada se parece a aquel que, junto a los demás partidos y pilotados por Juan Carlos I, propiciaron una transición modélica.

Arnold J. Toynbee también apuntó esto: “Las civilizaciones no se asesinan, se suicidan”. ¿Estamos suicidándonos los españoles? esa sociedad adormecida, anestesiada, pazguata, relativista, tolerante hasta el agotamiento que se traga toda la sucia mentira que este gobierno nos vende enlatada en latas contaminadas. ¿Qué es lo que tiene que suceder para que la sociedad despierte de estos sueños de pesadilla que nos visitan insistentemente y que nos anuncian un futuro famélico? ¿Qué plaga bíblica ha asolado el razonamiento y el raciocinio de los ciudadanos que no ven que el flautista de Hamelin, encarnado en la figura arrogante y sobrada de un Pedro Sánchez que se ama a sí mismo más que a nada, nos conduce, como a las ratas del cuento del flautista, al abismo? Solo una plaga, y no bíblica, puede ser la responsable de que toda una sociedad se entregue plácidamente a ser conducida hasta el abismo. Esa plaga recibe el nombre de ESTUPIDEZ, con mayúsculas.

Y cuando termine sus doradas vacaciones en el palacio de La Mareta, bronceado por fuera y por dentro, hará su aparición rodeado de sus palmeros para dar la primera homilía pastoral desde La Moncloa. Envuelto en la túnica color azafrán subirá al estrado mientras sus vasallos harán sonar los crótalos y los molinillos y varitas de incienso arderán envolviendo la estancia en un olor dulzón. Asentando los pies en el suelo, Pedro Sánchez, emitirá sus mantras a los cuatro vientos y, a pesar de los rebrotes y los nuevos muertos, a pesar de la llegada incontrolada de inmigrantes infectados, a pesar de que estos, nada más pisar el suelo español, escaparán pasando a ser bombas de covid itinerantes paseando por calles y plazas de las ciudades, a pesar de las continuadas malas noticias sobre la economía; Pedro hará uso de sus mantras: “Salimos más fuertes” “Solo este gobierno de progreso garantiza…” “Nadie se quedará atrás en la recuperación” “Será una legislatura larga y fructífera” – Fructífera, ¿para quién señor Sánchez? Y nos queda la llegada de septiembre con los nubarrones negros y tormentosos de ¿cómo podrán los niños asistir a la escuela? Pregunta a la que este gobierno de marketing y publicidad no tiene ni idea de cómo se va a hacer.

Y los ciudadanos, viviendo en esta “nueva normalidad” que de normal no tiene nada, seguirán esperando ansiosamente a que llegue el fin de semana para atiborrar las terrazas, las discotecas, las playas, el ocio llamado nocturno: Ni que decir de los que ya disfrutan de las vacaciones de la “nueva normalidad vacacional”. Porque esta sociedad progresista ha alcanzado las más altas cotas de hedonismo que la historia de la humanidad conoce, y problemas importantes pasan por accesorios, mientras los accesorios ocupan el lugar de los importantes.

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Y digo todo esto porque los políticos que gobiernan lo hacen porque han sido elegidos libremente por los ciudadanos, luego tenemos lo que hemos querido sin que nadie nos obligara, ni nos forzara. Y aquí surge la pregunta que siempre me hago: ¿Quién tiene más responsabilidad, los políticos elegidos o quienes los eligen libremente con su voto? Emulando a Sor Juana Inés de la Cruz: “¿Cual es más de culpar, el que vota al político; o el político al malgobernar?