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En la genial obra de Eurípides, Medea se enamoró de Jasón, con el que huyó tras ayudarle a apoderarse del celebérrimo vellocino de oro. El caudillo de los argonautas se lo pagó de mala manera: abandonándola años más tarde por la hermosa Creusa, la hija del rey de Corinto. La respuesta de la princesa cólquida, hija de Eetes, y de la ninfa Asterodia, fue degollar, por despecho, a los hijos que había concebido con Jasón. Síndrome de Medea, pues.

Maldad humana (ni masculina ni femenina)

Según una publicación de 2007 (revisada y corregida en 2021) de la columnista de la Sociedad Iberoamericana de Información Científica (SIIC), Sara G. West, y la doctora Susan Hatters Friedman, «la cantidad de asesinatos infantiles por parte de las madres y los padres es más o menos equivalente«. Otro enfoque, añado. El presidente de la Asociación de Criminólogos de España, Carlos Cuadrado, reveló hace dos años que existían más madres que matan a sus hijos que hombres a sus parejas o exparejas…

…Me parece irrelevante la guerra de cifras, honestamente. Lo que escuece es la doble vara de medir: repetir cual implacable martillo pilón – brutal lavado de cerebro a todo trapo – el número de mujeres fallecidas a manos de sus parejas y exparejas, contando desde 2003, para que la cifra repiquetee más impresionante y poder seguir profundizando en sus siniestras (bio)políticas de género: eugenésicas, liberticidas y totalitarias. Hombres maltratado asesinados, brutal realidad elidida.

Descansad angelitos

Me decía un amigo, hace escasos días, que de la niña asesinada hace unos días en la barcelonesa Sant Joan Despí por su madre no conoceríamos ni el nombre. «Ese pobre angelito quedará en el olvido por caer en el lado equivocado de la estadística». Mi amigo, menos mal, erró en su conjetura. Yaiza es su nombre, una niña de 4 años. De esto no te hablará Irene Montero ni nadie se manifestará en la Puerta del Sol por esta pobre niña.

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Madre cuyo nombre ignoramos. En cambio, la madre de las niñas asesinadas en Tenerife se llama Beatriz. El presunto asesino, Tomás Gimeno. Por otro lado, el padre de Yaiza tampoco no tiene nombre. La madre de Yaiza reconoció  que acabó con la vida de la menor para hacer daño al padre de la niña – con quien había cortado su relación hacía dos años y medio-  ya que éste no deseaba volver con ella.

La madre admitió por videoconferencia, desde el hospital, donde permanecía ingresada bajo custodia policial tras matar a la niña e intentar suicidarse el pasado 31 de mayo, que suministró un tranquilizante a su hija cuando se fue a dormir. Por la mañana le colocó una bolsa de plástico alrededor de su cabeza hasta que la cría dejó de respirar…

…Descansen en paz Yaiza y Olivia. Y descanse definitivamente la infame doble vara de medir. En fin.

Autor

Luys Coleto
Luys Coleto
Nacido en Bilbao, vive en Madrid, tierra de todos los transterrados de España. Escaqueado de la existencia, el periodismo, amor de juventud, representa para él lo contrario a las hodiernas hordas de amanuenses poseídos por el miedo y la ideología. Amante, también, de disquisiciones teológicas y filosóficas diversas, pluma y la espada le sirven para mitigar, entre otros menesteres, dentro de lo que cabe, la gramsciana y apabullante hegemonía cultural de los socialismos liberticidas, de derechas y de izquierdas.
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