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En toda guerra el vencido queda a merced del vencedor; es norma lógica e inalterable. Cómo tratará el vencedor al vencido dependerá de su categoría humana y moral, de sus valores y principios, de lo que le impulso a la guerra y de cómo el vencido se comportó en ella. Conforme a lo dicho, el vencedor optará por hacer la obligada justicia y ejercer la mayor magnanimidad posible o llevará a cabo una cruel y desaforada venganza. Al final de nuestra contienda 1936-39 ocurrió lo primero y se evitó lo segundo hasta límites que nos sorprenden; bien que a la vista de lo que hoy pasa creemos que la justicia se quedó muy corta y la magnanimidad se pasó de la raya.
Pues bien, justo al revés es lo que ha ocurrido con la guerra, que fue y sigue siéndola, y además declarada públicamente, de los separatistas vascongados, o sea, del PNV y de ETA (y de los diversos subterfugios “políticos” de esta última) contra España.
Desde el primer “zutabe” (boletín interno de ETA) en 1962, ETA declaró que su guerra lo era contra España, no contra el Régimen de entonces, ni siquiera contra Franco. En el último, publicado en Abril de 2018, un mes antes de su falsa disolución, se enorgullecía, como muestra de su victoria, de haber realizado contra su enemigo, contra España, 2.606 acciones “militares”, haberle causado 758 bajas (víctimas) mortales –de los heridos y mutilados, así como de otros derivados de los traumas nada decía–, incluidas las que nunca había reivindicado: tres personas asesinadas en Tolosa en 1981 al confundirlas con policías y los de la cafetería de la calle Correo de Madrid; sólo en referencia al atentado del Hipercor lo calificaba fríamente como su “mayor error y desgracia”.
Aquel último “zutabe” fue en realidad, como vemos, todo un parte de guerra final en el que se jactaba de su victoria, de las bajas infligidas al enemigo y de haberle derrotado y tenerle cautivo y desarmado porque… sabía lo que se ocultaba a los españoles entonces y hasta ahora: que entre las condiciones del armisticio firmado con el entonces presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, previa su negociación con el anterior, Rodríguez Zapatero, facilitado por las “tomas de temperatura” de José María Aznar, y los errores y connivencias de Felipe González, figuraban, y en lugar destacado, dos concesiones del vencido, o sea de España, al vencedor, o sea a la ETA y el PNV: a) el acercamiento de sus presos a Vascongadas, la relajación de sus condiciones carcelarias y su paulatina puesta en libertad mediante pretextos “humanitarios” o sin ellos, y b) su libre acceso a las instituciones. Ambas concesiones han sido reconocidas explícitamente por Rodríguez Zapatero e implícitamente, al no oponerse a ello ni con palabras ni mucho menos con hechos, por todos los demás citados.
¿Por qué ahora se echan las manos a la cabeza porque se cumplan dichas condiciones y los vencedores campen a sus anchas acercados a las cárceles en las que viven cual maharajás, de las que salen con permisos a troche y moche y reciben homenajes públicos como corresponde a héroes que lo han dado todo en la guerra que gracias a ellos ha sido coronada por una victoria total y sin paliativos? ¿Por qué se echan las manos a la cabeza quienes se rindieron a ellos desde el principio empezando por aquella falacia del Guti de que “No hay que caer en la trampa”, que en realidad era la trampa en la que cayeron, bien que interesadamente, las Fuerzas Armadas, Guardia Civil y Policía dejándose matar a mansalva sin disparar un solo tiro y “haciendo la carrera” a costa de la sangre de sus compañeros, dejando hacer a unos políticos cuyo ADN era y es la traición? ¿Por qué se echan ahora las manos a la cabeza porque Bildu haya llenado sus listas de “héroes” si fue lo que se pactó, y es, además, lo que subrepticiamente llevan haciendo desde hace varias décadas? ¿Por qué se echan ahora las manos a la cabeza cuando se ha permitido por todos la legalización y existencia desde 1978 de partidos políticos como el PNV y otros declaradamente etarras, así como de ERC y similares de la banda catalufa, que públicamente, por activa y pasiva, declaran como objetivo la destrucción de España? ¿En qué nación que se precie se permite tamaño dislate, así como aquel otro según el cual “en democracia todo vale sin violencia”? ¿Por qué se echan las manos a la cabeza si ni siquiera son capaces de haber hecho cumplir desde que se promulgó la Ley Orgánica 6/2002 de 27 de Junio de Partidos Políticos, cuyo artículo 9, que trata de los motivos para que un partido sea declarado ilegal, en su apartado 3.c dice con toda claridad que será ilegalizado aquel partido que incluya “regularmente en sus órganos directivos o en sus listas electorales personas condenadas por delitos de terrorismo que no hayan rechazado públicamente los fines y los medios terroristas, o mantener un amplio número de sus afiliados doble militancia en organizaciones o entidades vinculadas a un grupo terrorista o violento, salvo que hayan adoptado medidas disciplinarias contra éstos conducentes a su expulsión”? ¿Por qué se echan las manos a la cabeza tantos que siguen con sus votos respaldando desde hace décadas a PSOE y PP, autores materiales de la mayor y más vergonzosa de todas las rendiciones que ha visto nuestra historia, que jamás quisieron realmente combatir en la guerra declarada por ETA y demás afines separatistas vascongados y catalufos, y siguen también aplaudiendo a unas Fuerzas Armadas, Guardia Civil y Policía que a pesar de todo prefirieron confundir la obediencia y disciplina con sumisión y la neutralidad con inhibición insensibles ante los cadáveres de tantos de los suyos, como de tantos españoles de toda clase y condición, sexo o edad?
¡Ay de los vencidos! Y peor aún de los que erre que erre, liderados por los mismos políticos y partidos, PSOE y PP, van a comprobar cómo la indignación que aparentan ahora queda en nada porque… el armisticio que firmaron sigue vigente y fue, en realidad, una rendición, de España y de los españoles, incondicional. ¡Ay de los vencidos! ¡Ay de España, la mayor y más importante de las víctimas!
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ETA ha vencido a España y es ETA la que impone condiciones
Tiene razón el autor en retrotraerse a 1978 ( tal vez habría que señalar incluso la Ley de Amnistía ) con esa malhadada Constitución y su legalización de partidos separatistas, en primer lugar, y a partir de ahí, pasito a pasito… ya sabemos dónde estamos. Porque la gente se conforma normalmente con protestar sobre la «novedad»:
Desde el asesinato vil de Carrero Blanco, la suerte de España estaba echada. Que Dios se apiade de España y reine en ella como prometió al Beato Bernardo de Hoyos lo antes posible.