15/01/2025 02:38

Desde que Karl Marx publicara su “Manifiesto Comunista” quedó claro que el objetivo final de la recién nacida ideología era la sustitución de la democracia liberal por la dictadura del proletariado. Tras el Golpe de Estado bolchevique perpetrado por Lenin en octubre de 1917 contra el Gobierno provisional de Aleksandr Kérensky y la posterior transformación de Rusia en la Unión Soviética, quedó patente que en realidad la dictadura del proletariado no era otra cosa que la tiranía del Partido Comunista, convirtiéndose así el paraíso prometido en un infierno asfixiante.

Tras la caída del Muro de Berlín en 1989 y el derrumbe de la Unión Soviética en 1991, el socialcomunismo se vio en la necesidad de afrontar un proceso de reconversión política, que le llevo a sustituir la dictadura del proletariado por el socialismo del siglo XXI. Esencialmente, dicha reformulación del socialismo consistió en disfrazar la tiranía comunista en una suerte de democracia iliberal, esto es, un sistema de gobierno en el que periódicamente se celebran un elecciones que presentan la particularidad de ser una esperpéntica farsa por estar la oposición laminada, los medios de comunicación controlados y la ciudadanía atemorizada. En definitiva, parafraseando al escritor italiano Giuseppe Tomasi de Lampedusa, el socialismo del siglo XXI básicamente ha consistido en “cambiar todo para que todo siga igual”.

Un ejemplo paradigmático del socialismo del siglo XXI es la Venezuela chavista. Así, echando por un momento la vista atrás, después de la muerte de Hugo Chávez, acaecida en marzo de 2013, asumió el poder en Venezuela el que hasta entonces había sido su vicepresidente, es decir, Nicolás Maduro. Con un sorprendente parecido a un orangután tanto desde el punto de vista físico como desde el intelectual, N. Maduro a lo largo de sus años de mandato no solo ha acentuado el carácter autoritario del régimen bolivariano, concentrando en su persona prácticamente todos los poderes del Estado, sino que, a su vez, como consecuencia de su incompetencia gestora, ha sumido al país en una crisis económica de tal calibre que más de la mitad de la población se encuentra inmersa en la pobreza más absoluta. En este escenario de crisis institucional y socioeconómica, se celebraron en mayo de 2018 unas elecciones presidenciales absolutamente manipuladas que dieron como vencedor a N. Maduro. La pantomima electoral fue de tal magnitud que el Grupo del G7, la Unión Europea, la Organización de Estados Americanos y el Grupo de Lima no reconocieron la reelección de N. Maduro como presidente de Venezuela por considerar que las elecciones habían carecido de las mínimas garantías democráticas. A su vez, mostrando al mundo la criminal acción de gobierno llevada a cabo por la dictadura chavista, las Naciones Unidas emitieron un informe en el que se señala la ejecución extrajudicial de más de 9.000 personas durante el gobierno de N. Maduro, mientras que la ONG PROVEA ha reportado la detención injustificada de más de 50.000 líderes y activistas políticos opositores al régimen chavista, llevando todo ello al éxodo de más de 9 millones de venezolanos, incapaces de asumir por más tiempo la brutal tiranía ejercida por el régimen bolivariano.

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Toda esta penosa situación condujo a una situación insostenible, de tal forma que en 2023 el Gobierno de N. Maduro y la oposición agrupada en la Plataforma Unitaria Democrática (PUD) llegaron a un acuerdo para la celebración de unas nuevas elecciones en 2024, firmándose para dejar constancia de ello el llamado “Pacto de Barbados”. Sin embargo, todo lo acordado se quedó en agua de borrajas, ya que el dictador venezolano antes de la celebración de los comicios electorales inhabilitó a 5 partidos políticos de la oposición , así como a Mª Corina Machado, la cual, según todas las encuestas, gozaba del fervor de una mayoría de venezolanos.

En este contexto absolutamente antidemocrático se celebraron en julio de 2024 las elecciones, concluyendo las mismas con una aplastante victoria de la PUD liderada por Edmundo González Urrutia, como demuestran las actas electorales exhibidas por los dirigentes del partido opositor al régimen chavista. Como cabía esperar, dado su talante dictatorial, N. Maduro no aceptó la derrota por más que ésta fuera apabullante, de tal forma que, sin presentar acta alguna pero con el apoyo de un Tribunal Supremo sometido a sus intereses, se adjudicó el triunfo electoral, desencadenando a continuación una criminal ola de represión por todo el país, que acabó con la vida de una veintena de personas y con el encarcelamiento ilegal de más de 2.000 venezolanas que salieron a las calles para protestar contra la manipulación de los resultados electorales.

Ante el colosal fraude electoral emergió la figura de Mª Corina Machado, la cual con un arrojo inusual lideró a pecho descubierto las multitudinarias manifestaciones de repulsa contra N. Maduro que se celebraron tanto dentro como fuera de Venezuela. A raíz de todos estos acontecimientos Estados Unidos, Canadá, la UE en su conjunto y buena parte de los países Hispanoamericanos reconocieron a González Urrutia como presidente electo de Venezuela, mostrando su frontal rechazo a la manipulación de los resultados electorales. En contraposición, los países que conforman el llamado “eje del mal”, esto es, China, Rusia, Irán, Cuba y Nicaragua, se alinearon con el criminal régimen de N. Maduro, reafirmándose así en su rechazo a la democracia y su apuesta por la dictadura.

En clave nacional tanto el PP como Vox han manifestado públicamente un apoyo sin fisuras a la oposición democrática, por su parte Podemos e IU, como no podía ser de otra forma dada su naturaleza totalitaria, se han alineado sin pudor alguno con el eje del mal, mientras que, por último, el Gobierno socialcomunista con Pedro Sánchez a la cabeza ha optado por guardar un ominoso silencio que retrata su falta de convicciones democráticas, lo cual, por otra parte, no puede sorprender a nadie, ya que ese muñeco diabólico que responde al nombre de José Luis Rodríguez Zapatero además de ser el asesor áulico de P. Sánchez ejerce las funciones de embajador plenipotenciario de N. Maduro.

Tras el anuncio del fraude electoral, N. Maduro desplegó por toda Venezuela durante los últimos 5 meses escuadrones de policías, militares y paramilitares con licencia para matar, con la perversa intención de acallar las miles de voces que reclamaban el final del criminal régimen bolivariano. Durante todo este tiempo y tras la obligada huida de González Urrutia al extranjero para evitar su encarcelamiento, fue Mª C. Machado la encargada de mantener viva la llama de las protestas del pueblo venezolano, las cuales culminaron con una nueva manifestación el día antes de la toma de posesión presidencial. Ante tamaña afrenta N. Maduro ordenó la detención de Mª C. Machado, para lo cual la cual los escuadrones de la muerte no dudaron en tirotear la moto donde viajaba después de haber arengado a los manifestantes con un vibrante y libertario discurso, si bien horas después, parece que conscientes de la negativa repercusión que a nivel mundial habría de tener su encarcelamiento, la dirección chavista ordenó su inmediata puesta en libertad.

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Finalmente, consumándose el fraude electoral, el 10 de enero N. Maduro, demostrando una vez más su inconmensurable desprecio por la democracia y la soberanía popular, se autoproclamó presidente del Gobierno de Venezuela, quedando así retratado como el mayor exponente de esa nueva forma de tiranía que es el socialismo del siglo XXI.

Dijo en su día Martin Luther King que “La libertad nunca es dada por el opresor, debe ser demandada por el oprimido” y eso es precisamente lo que está haciendo Mª C. Machado al frente de un pueblo como el venezolano que tan solo pretende recuperar su derecho natural a vivir en libertad y labrarse su propio destino, consciente de que de los esfuerzos de la comunidad internacional va a depender en gran medida que sus deseos de liberación acaben haciéndose realidad.

Autor

Rafael García Alonso
Rafael García Alonso
Rafael García Alonso.

Doctor en Medicina por la Universidad Complutense de Madrid, Especialista en Medicina Preventiva, Máster en Salud Pública y Máster en Psicología Médica.
Ha trabajado como Técnico de Salud Pública responsable de Programas y Cartera de Servicios en el ámbito de la Medicina Familiar y Comunitaria, llegando a desarrollar funciones de Asesor Técnico de la Subdirección General de Atención Primaria del Insalud. Actualmente desempeña labores asistenciales como Médico de Urgencias en el Servicio de Salud de la Comunidad de Madrid.
Ha impartido cursos de postgrado en relación con técnicas de investigación en la Escuela Nacional de Sanidad.
Autor del libro “Las Huellas de la evolución. Una historia en el límite del caos” y coautor del libro “Evaluación de Programas Sociales”, también ha publicado numerosos artículos de investigación clínica y planificación sanitaria en revistas de ámbito nacional e internacional.
Comenzó su andadura en El Correo de España y sigue haciéndolo en ÑTV España para defender la unidad de España y el Estado de Derecho ante la amenaza socialcomunista e independentista.
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