21/11/2024 11:41
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Multitudinaria celebración de aficionados marroquíes en toda Europa por la nueva victoria de Marruecos, esta vez frente a nuestra nación vecina y hermana, Portugal.

Muchos de estos marroquíes poseen nacionalidad europea o son nacidos en Europa y por tanto nacionales de pleno derecho en España, Francia o Alemania; países sin embargo a los que no consideran sus naciones aunque les hayan regalado Sanidad, Educación y un DNI. ¿Pero no eran estos los ‘nuevos europeos’? ¿No nos decían eso los políticos que les abrieron las puertas?

Pues no; eso era la gran mentira porque la integración cultural, la convivencia religiosa y racial no existen y ese buenismo era un invento de la Factoría Disney de las elites de Occidente.

Los marroquíes son los súbditos de la Nación que parió a sus padres; sienten a su Nación aunque no hayan nacido en ella; y profesan la religión que no admite burlas a su Dios porque las pasa a cuchillo y ninguna revista blasfema de mierda se les sube a la chepa (a los católicos se nos cagan encima, y ridiculizan incluso al niño Jesús cuya Natividad celebraremos en unos días).

Son marroquíes que por serlo jamás serán cristianos, ni europeos. Y permanecen fieles a su Religión porque sus trazas originales no se han corrompido; porque el islam es el mismo hoy y siempre al contrario que el espacio cristiano y católico europeo convertido en un mundo LGTB, de ideología de género, demoliberalismo y planchabragas.

El fútbol también nos demuestra hasta qué punto Europa está muerta y los pueblos islámicos -y esto lo digo desde la infinita distancia que como católico me separa de ellos- están vivos, se arrodillan ante Dios tras ganar un partido y tienen como Estandartes su Fe y su Sangre.

LEER MÁS:  “Los hijos de Dios no están a la venta” para nadie: pedófilos, conductores de TV, ideólogos, seudo educadores. Por Juan Carlos Monedero (h)

 

Autor

Jose Miguel Pérez
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Geppetto

Los moros se deben al Islam y a su Sultan.
Vienen a España y se traen sus costumbres, su religion y su forma de ser.
Estan suaves y calladitos cuando estan solos, en cuanto se juntan la montan.
Degradan las zonas en las que viven porque su forma de entender la convivencia nada tiene que ver con la de los vecinos
Son moros y deben estar en su bendecida y amorosa tierra marroqui

Gaspar

Pero la sociedad buenista, aborregada, descerebrada, despreocupada, indolente, sumisa, aterrada, inmunda y despreciable no atiende a razones ni a hechos, y dudo mucho que incluso cuando les toque de cerca o directamente a ellos sean capaces de reaccionar salvo para agachar la cabeza. A disfrutar lo votado y a sufrir las consecuencias, hatajo de cobardes miserables y de indigentes mentales profundos.

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