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María Teresa Díaz ingresó en la Falange de Bilbao prácticamente desde la fundación, y por eso tenía el carnet nº 1 de las mujeres falangistas de Vizcaya, siendo nombrada su Jefa por el mismo José Antonio.
A mitad de julio de 1936, María Teresa se desplazó hasta Madrid para recibir órdenes exactas respecto al papel de la Falange Vasca en el alzamiento militar contra el Gobierno del Frente Popular de la República, a tal fin el 16 de julio volvió a Bilbao después de haberse reunido en Madrid con un enlace de la Junta de Mando clandestina. Nada más llegar a Bilbao, y para evitar sospechas, desde el teléfono de una peluquería de una camarada, procedió a convocar a los militantes para que estuvieran preparados.
El alzamiento en Bilbao fracasó y por eso el día 20 Mari Tere decidió buscar un refugio, ya que se habían iniciado las detenciones y «paseos», intentando ocultarse en casa de la secretaria de la Sección Femenina, la camarada Emilia Santos.
Para Mari Tere no era novedoso actuar en la clandestinidad, ya lo había hecho en anteriores ocasiones, una vez se enteró de que iban a hacer un registro en la sede de Falange en la Calle Ripa y ella se encargó de ocultar seis pistolas, cuando se dirigía a un lugar seguro fue parada por la Policía preguntándole el contenido del paquete que llevaba en las manos, fue tal su aplomo al contestar que era café, que la Policía la dejó pasar.
El coraje de Mari Tere era legendario en Bilbao, una vez que estaba vendiendo el semanario estudiantil «Haz», un grupo de estudiantes de la FUE intentó arrebatarle los periódicos, ante lo que Mari Tere se defendió dándoles paraguazos, hasta que llegaron otros camaradas para defenderse de la agresión.
Pero otra vez pagó cara su valentía, durante la campaña electoral de inicios del 36, le dieron una paliza en la Gran Vía, a plena luz del día, por oponerse a que un grupo de marxistas arrancaran los carteles que iba pegando un camarada, recibió multitud de puñetazos y la agresión solo finalizó cuando un viandante la defendió y permitió a Mari Tere que se refugiara en un portal cercano.
También fue detenida por la Policía cuando repartía hojas de propaganda de Falange, la respuesta contundente de Mari Tere defendiendo sus ideas fue de tal calibre que el Jefe de la Fuerza Pública le dijo que no podían detener a una mujer tan valiente.
Por eso, el 20 de julio tenía claro lo que debía hacer, e intentó ocultarse con su camarada Emilia Santos, pero cuando la llamó a su casa, le contestaron que acababan de detenerla, Mari Tere decidió ir a casa de una amiga que vivía el el mercado del Ensanche, estuvo allí todo el día y por la noche regresó a su domicilio.
Al día siguiente, disfrazada de anciana y acompañada de su madre, fueron a casa del Dr. Aguirreche estando ocultas en el sótano varios días hasta que tuvieron que abandonar el refugio, pues sospechaban que las habían delatado.
No pudieron volver a su domicilio, pues había sido ocupado por unos milicianos, después de andar de un lado para otro al final consiguieron que les cedieran a precio de oro una buhardilla en la Calle de la Estufa nº 4, de allí y como consecuencia de registros que se estaban efectuando en el barrio, tuvieron que escapar y refugiarse en la Iglesia de San Nicolás, donde un antiguo militante de Falange, expulsado de la organización, reconoció a Mari Tere e intentó agarrarla pero gracias a la madre que se interpuso, Mari Tere se escapó.
Estuvo deambulando por las calles sin rumbo fijo durante varios días, con gripe y sin tomar ningún alimento más que una limonada, por las noches dormía dentro de una gabarra.
Más adelante decidió esconderse en la mina «Malaespera», conviviendo con otros refugiados de ideología marxista, pero temerosa de ser reconocida al final decidió trasladarse a Baracaldo donde, sorpresas de la vida, la acogieron en una guarida de comunistas llamada «La Tribu Moderna», allí permaneció Mari Tere tres meses hasta que se marchó a Begoña.
Allí esperó hasta que al final, en el mes de junio de 1937, llegaron las tropas nacionales, realmente Mari Tere salvó la vida gracias a su valentía y coraje.
Al acabar la Guerra, María Teresa siguió ostentando la Jefatura de las Mujeres Falangistas Bilbaínas.
Otra heroína de la Falange cuyo recuerdo no puede quedar en el olvido.
(Foto inédita de María Teresa Díaz de la Vega, del archivo de los Guardianes de la Memoria Azul).
 
 
 

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REDACCIÓN
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