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Feijóo, que no es diputado, que no puede intervenir en el debate del estado de la nación, ha ocupado entre aplausos, con coreografías preparadas, de los suyos, el escaño de jefe de la oposición. Un hecho que conlleva un alto contenido simbólico dentro de nuestra memoria democrática, ahora que está bien tan de moda.
El jefe de la oposición fue un puesto inventado/pactado por Manuel Fraga y Felipe González para que Fraga fuera, en palabras suyas, “la leal oposición”, y se quedara ahí aceptando las leyes socialistas, a cambio de ello tendría todo el protagonismo para crear el otro partido necesario liquidando a lo que entonces se consideraba como derecha.
Fraga cumplió y domesticó a sus votantes para que tragaran con las leyes socialistas fingiendo que se oponía a ellas (camino ya observable en AP); inauguró la coerción sobre el votante mediante el miedo al PSOE (todo, hasta la entrega ideológica, para echar a González -luego a Zapatero y ahora a Sánchez-) y la tesis del voto útil (que sigue fielmente el PP de Casado y el de Feijóo que en nada se diferencian). La resultante fue entonces la aparición del PP, ejercicio de transformismo de AP incluido.
Fraga aceptó entonces, tácitamente, ser el recambio temporal a la hegemonía socialista que ha marcado nuestra historia política. Lo hizo para seguir siendo el designado jefe de la oposición. Así la política quedaba fija en el debate González-Fraga, en el que siempre triunfaba González entonces en un “matrimonio de conveniencia” con el emérito autoexilado en el Golfo.
Aplicar al PP en su historia reciente, más allá de lo formal, el concepto de oposición es a mi juicio un exceso.
Lo es, porque en el PP sueñan con el bipartidismo y en el PSOE con la hegemonía de la izquierda que deja por breve tiempo, por agotamiento, el poder. Un modelo en el que el PSOE pone lo ideológico y el PP asume sus leyes pivotando su razón de voto en la gestión. Esa es la doctrina Feijóo.
Feijóo ha ocupado su escaño de jefe de la leal y franca oposición. Esa es la noticia. Oposición franca de genuflexa, no de Franco, no vaya a darle un infarto al señor Núñez Feijóo.
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