21/11/2024 11:42
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Tras la execrable y repugnante blasfemia de Antonio Soler en TV3% se pueden extraer algunas reflexiones. En primer lugar nos hace meditar en la gravedad de la blasfemia, mofarse de Dios o de la Virgen, de lo más sagrado, es algo muy grave y temerario para nuestro destino eterno. No puede haber una insolencia mayor que una vil criatura desafíe abiertamente al Creador.

El blasfemo, si no se arrepiente, lo acabará pagando duramente en esta vida y en la otra. Como en todo pecado, en el caso de Dios la dignidad del ofendido es infinita, aunque aquí es especialmente grave, pues no es un pecado por debilidad, sino un desafío a Dios. Después de Dios, lo más grave es blasfemar de la Santísima Virgen, que si bien es criatura, es la verdadera Madre de Dios y Reina y Señora de todo lo creado.

No voy a entrar en el hecho de si los blasfemos, si realmente en su fuero interno creen que no hay Dios, pecan formalmente, pues la fe es necesaria para salvarse y vivir en actitud de ateísmo militante y con chulería blasfema es comprar muchos números para acabar eternamente alejados de Dios, salvo un posible arrepentimiento, que no es tan fácil, al menos humanamente hablando.

La historia está llena de casos, no hay que irse al Titanic y su trágico destino, de personas que han blasfemado y han tenido un gran castigo en esta vida, incluso un terrorífico final. Con Dios no se juega. Al blasfemo no le queda otro camino que el arrepentimiento, pedir perdón a Dios y a los hombres y reparar su ofensa.

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No es esa desde luego la actitud de Antonio Soler, que se hace el ofendido, arremete contra todos y amenaza con seguir blasfemando, poniendo a la Virgen del Pilar en el punto de mira. Está en una actitud impenitente y con la intención de continuar mofándose de Dios públicamente, algo que no tiene nada que ver con el humor ni tiene pizca de gracia.

Algo positivo podemos sacar de esta historia y que da un poco de esperanza, aunque no es para tirar cohetes. El rechazo a esta repugnante blasfemia ha sido prácticamente unánime en todos los estamentos de la sociedad (de la Iglesia, de la política, de la cultura…) Siempre están los típicos energúmenos, que significa poseídos, recalcitrantes, que se han puesto del lado del blasfemo.

El tiempo lo dirá, pero insisto, una blasfemia pública e impenitente es algo muy grave y que no puede quedar impune, ni siquiera en esta tierra. Muy loable como siempre la labor de Abogados Cristianos presentando la denuncia por delito de escarnio. Hay que defender con contundencia los derechos de Dios y de la Santísima Virgen. Blasfemar es algo muy grave, es jugar con fuego, con fuego eterno.

Autor

Javier Navascués
Javier Navascués
Subdirector de Ñ TV España. Presentador de radio y TV, speaker y guionista.

Ha sido redactor deportivo de El Periódico de Aragón y Canal 44. Ha colaborado en medios como EWTN, Radio María, NSE, y Canal Sant Josep y Agnus Dei Prod. Actor en el documental del Cura de Ars y en otro trabajo contra el marxismo cultural, John Navasco. Tiene vídeos virales como El Master Plan o El Valle no se toca.

Tiene un blog en InfoCatólica y participa en medios como Somatemps, Tradición Viva, Ahora Información, Gloria TV, Español Digital y Radio Reconquista en Dallas, Texas. Colaboró con Javier Cárdenas en su podcast de OKDIARIO.
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Terminus

En efecto. Así lo enseña Dios mismo, el Espíritu Santo, que es el Espíritu de la Verdad Paráclito, por puño y letra del Apóstol San Pablo según 1 Co 6, 9-10 y según 1 Rm 24-32. Los blasfemos se encuentran entre los que no heredarán el Reino de los Cielos, por su propia cerrazón y soberbia luciferina, que no por Santísima Voluntad de Dios, que quiere que todos los hombres se conviertan y salven sus almas, llegando al extremo de dar su Preciosísima Vida y Sangre en la cruz por la redención de todos.

Pero no solo los blasfemos, sino también muchos otros contumaces que insultan, con sus gravísimos pecados sin arrepentimiento alguno, el Sacratísimo Corazón de Jesús y el Inmaculado Corazón de María. Insultar a Dios y a su Santísima e Inmaculada Madre, que es también nuestra, no es libertad de expresión en absoluto, es odio a la infinita bondad y misericordia de Dios, un pecado contra el Espíritu Santo que no puede tener perdón, pues supone rechazar la Misericordia infinita d eDios. Y nada es más satánico y despreciable.

Pero estas injurias gravísimas no se solventan ni en parlamentos ni en tribunales, no menos blasfemos todos ellos que ese medio regional catalán, ruinoso, antiespañol y anticristiano que vive del robo y el bandolerismo fiscal a la inmensa mayoría de españoles que viven en la región catalana y que también son católicos como el resto de españoles, oprimidos y heridos gravísimamente en el seno de su alma por ver a Dios y su Santísima Madre tan repugnantemente ultrajados por los que son hijos de satanás, incapaces de tener la humildad de arrepentirse públicamente.

Hakenkreuz

Oiga Navascués, ¿y para ud. no es pecado mortal de infierno el divorcio, que es adulterio como bien lo enseñó el Señor según Mt 19, 3-9? Lo digo por aquel líder político de VOX al que tanta propaganda le hace en su medio usted que se autodenomina cristiano católico.

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