17/05/2024 20:19
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Dos de julio, una noche veraniega. La terraza del «Bar Roig» estaba llena. El bar tenía una magnífica ubicación en la esquina de la calle Torrijos con Don Ramón de la Cruz, en pleno Barrio de Salamanca.
Pascual y Jesús Roig, los hermanos propietarios del bar, estaban afiliados a Falange, por eso a pesar de las amenazas que sufrían, permitían reuniones de sus camaradas en el establecimiento.
Serían las 10:30 h. de la noche cuando sorpresivamente un automóvil frenó de forma brusca a la altura del bar, bajándose del mismo dos individuos que dispararon sus pistolas ametralladoras contra unas mesas de la terraza, no disparaban indiscriminadamente, buscaban de forma clara sus objetivos y a pocos metros descargaron su fuego mortal.
En unos segundos todo era un caos, clientes del bar heridos de muerte caían al suelo, otros clientes tirando sillas y mesas intentaban huir, los agresores subían rápidamente a su vehículo y se daban a la fuga, mientras tanto desde un segundo coche nuevamente se disparan ráfagas de pistola ametralladora, lo que crea más terror, aunque la realidad es que este segundo vehículo solo trata de crear confusión para facilitar la huida de los primeros agresores.
Cuando finalizan los disparos, los dos vehículos huyen a todo gas del lugar, y varias de las personas heridas son trasladadas a la Casa de Socorro de la Fuente del Berro y otros a la Casa de Socorro de Buenavista.
Algunos clientes que han salvado la vida se dan perfecta cuenta de lo sucedido, las mesas a las que han disparado estaban ocupadas por jóvenes de filiación falangista.
Días antes, Gregorio Barroso, Jefe de la IV Centuria de la Primera Línea de Madrid, llamada «Centuria REMSA» (ya que gran parte de sus militantes trabajaban en un garaje-taller del mismo nombre) dio órdenes al joven gallego Jacobo Galán, que mandaba la primera falange de dicha Centuria, para que preparara una reunión de los elementos más destacados a fin de encuadrar bajo su mando a los nuevos afiliados que se estaban pasando de las JAP (Juventudes de la CEDA).
José Antonio había ordenado que a los nuevos afiliados que procedieran de partidos de derechas o monárquicos se les encuadrara siempre bajo las órdenes de antiguos falangistas, para que no se perdiera la predominancia política y el estilo azul.
A tal efecto, a última hora de la tarde del 2 de julio empezaron a llegar al Bar Roig diversos falangistas convocados a la reunión, entre ellos Miguel Arriola, que era estudiante, y Aquilino Fuster, que trabajaba de electricista. Ambos pertenecían a la I escuadra de la I falange de la IV Centuria de la milicia madrileña, la ya entonces famosa «Centuria REMSA», que había sido fundada por Canalda y a la que José Antonio había encargado acciones de alta peligrosidad, días antes el Jefe de la Centuria Guillermo Palau, amenazado de muerte, tuvo que abandonar Madrid trasladándose a Barcelona, donde el 19 de julio junto con sus camaradas catalanes se alzaría en armas contra el Gobierno del Frente Popular republicano.
También llegan a la reunión Jacobo Galán, estudiante, que era Jefe de otra falange de la Centuria, y el conocido ex futbolista y defensa del Real Madrid F.C., Félix Quesada, que entonces se acababa de retirar del fútbol de élite y trabajaba de Procurador de los Tribunales, quien apareció en compañía de su novia Josefina.
Llegaron otros escuadristas de la IV Centuria que se sentaron en mesas cercanas, al no poder estar todos juntos, ya que la terraza estaba muy concurrida de clientes.
Al poco tiempo, un coche dio un gran frenazo y del mismo bajaron unos militantes de las JSU (Juventudes Socialistas Unificadas, organización que había nacido poco antes como resultado de la unión de las Juventudes Socialistas y las Juventudes Comunistas, fusión propiciada especialmente por Santiago Carrillo y que daba el control de las nuevas juventudes a los comunistas).
Sin dudarlo, se acercaron a la mesa ocupada por los falangistas y dispararon sus pistolas ametralladoras, alcanzando mortalmente a los estudiantes falangistas Miguel Arriola de 19 años y Jacobo Galán de 18.
Ambos murieron poco después de ingresar en la Casa de Socorro de Buenavista a la que fueron trasladados.
En el asalto, también murió fulminado por un infarto el falangista Aquilino Fuster, que contaba 28 años, con dolencias cardiacas previas, al que la impresión del atentado le causó la muerte.
El famoso ex futbolista del Real Madrid, Félix Quesada, también resultó herido en la cabeza, al igual que su novia Josefina, herida en el pie izquierdo.
Afortunadamente, otros falangistas que se encontraban en la terraza salieron ilesos, gracias a que los agresores se precipitaron en el momento del asalto y solo dispararon contra una de las mesas ocupadas por falangistas.
A principios de julio del 36, a pesar de que el Tribunal Supremo había declarado la plena legalidad de la Falange como partido político, la realidad es que los falangistas se encontraban en la más absoluta clandestinidad, prácticamente todos encuadrados en las milicias, la lucha política había desaparecido de sus cauces naturales y las diferencias se dirimían a tiros por las calles de las ciudades de España.
Los tres muertos de la Falange fueron enterrados al día siguiente en el Cementerio del Este, y para evitar colisiones a la salida del funeral, se montó un servicio de vigilancia extremo en toda la calle de Alcalá.
A pesar de que gran parte de los Jefes de la Primera Línea de Madrid se encontraban en prisión o se habían trasladado a otras provincias por estar amenazados de muerte, la cadena de mandos no estaba rota, y por eso, ese mismo día 3 de julio se ordenó la correspondiente represalia por la muerte de los tres camaradas en el «Bar Roig».
Dos escuadras de las milicias falangistas se dirigieron al centro de Madrid en sendos automóviles, el objetivo era la «Casa del Pueblo» socialista, que tenía su domicilio en la calle Piamonte, eran conocedores de que esa noche se reunían los dirigentes del sindicato de «vaquerías y lecherías» de la UGT.
Sobre la 1:30 h. de la madrugada, un grupo de dirigentes sindicales socialistas que salían de la reunión se dirigieron por la calle Gravina en dirección a la calle Hortaleza, y al llegar a la esquina de ambas calles, desde uno de los coches de los falangistas que estaba parado y con el motor en marcha, se hizo una descarga contra el grupo, dos de los socialistas fueron alcanzados de lleno cayendo al suelo, un agente de la Policía que se hallaba asomado a un balcón cercano hizo varios disparos contra el coche sin alcanzarle.
Pocos minutos después, el mismo policía bajó a la calle y trasladó a los heridos, unos a la Casa de Socorro de Hospicio, y otros a la Clínica de Urgencias de la calle Tamayo.
Dos de los socialistas ingresaron ya muertos en la Casa de Socorro de Hospicio, un tercero presentaba una herida de bala que le atravesaba los riñones y su pronóstico era gravísimo, otro con un balazo en el muslo derecho, además fueron ingresados otros dos ugetistas con heridas de bala, uno en la pierna izquierda y otro en el pie derecho.
Otros tres heridos de bala ingresaron gravísimos en la clínica de la calle de Tamayo.
De acuerdo con las pesquisas de la Policía, este atentado se produjo desde un automóvil de los llamados «Balilla» de color negro, y que llevaba la matrícula colocada al revés para impedir su localización.
Simultáneamente, el segundo vehículo ocupado por escuadristas de la Primera Línea de Falange paró en la Travesía de San Mateo, calle muy cercana también a la «Casa del Pueblo», y cuando vieron llegar a otro grupo de socialistas que salía de la reunión del sindicato, se bajaron del vehículo disparando contra los mismos, resultando heridos de bala varios de los socialistas.
Los tres camaradas de Falange muertos en el «Bar Roig», habían sido vengados, la Falange cobraba sangre por sangre.
En días posteriores, la Policía encontró en un garaje de la Calle del Marqués de Villamejor nº 5 un coche cuyas características coincidían con uno de los utilizados en la represalia por los falangistas, en su interior había casquillos de proyectiles de pistola y se comprobó que la tablilla de la matrícula de la parte posterior había sido doblada para que no se pudiera leer el número de la misma. Se detuvo a su propietario Gonzalo Rodríguez Leal, de filiación falangista, el cual no supo explicar qué había pasado con su coche, matrícula 11564 de Bilbao.
Se desconoce totalmente si entre los heridos hubo algún fallecido más, en aquellos primeros días de julio del 36 en toda España los falangistas eran objetivo principal de las milicias de izquierdas, raro era el día en que no moría algún falangista y no se producía la contundente respuesta.
Los hermanos dueños del «Bar Roig», fueron detenidos por su filiación falangista, pasando por diversas chekas, especialmente en la Cárcel de Porlier, afortunadamente lograron salvar la vida.
Hacía mucho tiempo que la Falange moría pero también mataba, era cuestión de supervivencia física, España se encontraba en la antesala de una triste y dolorosa Guerra Civil.
 
 
(Las fotografías que publicamos se corresponden con un anuncio de publicidad del «Bar Roig» posterior a la finalización de la Guerra Civil, y con una fotografía del falangista y futbolista del Real Madrid Félix Quesada, del archivo de los Guardianes de la Memoria Azul)

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REDACCIÓN
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