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Un día los colaboradores de Stalin, preocupados por el fracaso de la revolución rusa y las miserias que estaba sufriendo el pueblo, temiéndose un levantamiento, se dirigieron al dictador para buscar soluciones. Stalin, les recibió en el salón de su casa y pidió que le trajeran una gallina. La agarró con su mano de timonel fuertemente por el cuello y con la otra empezó a desplumarla sin inmutarse lo más mínimo por el dolor y el sufrimiento que estaba causando al pobre animal. La gallina desesperada por el dolor, intentaba escaparse, pero no podía. ¡Cómo iba a tener éxito el animalito donde tantos millones de humanos juntos habían fracasado!
Después de arrancarle todas las plumas el padrecito Josif puso a la gallina en el suelo, y ésta llena de espanto salió corriendo hasta el rincón más alejado del salón. Entonces el Zar Rojo les dijo a sus ayudantes:
“Ahora observen lo que va a suceder”. Cogió un puñado de trigo y fue soltando poco a poco ese trigo al lado de su pierna. Para sorpresa de todos los presentes la gallina, a pesar del trauma sufrido, fue acercándose poco a poco temblorosa a sus piernas para comer los escasos granos de trigo que Stalin iba dejando a su paso. Ante esto, el líder soviético miró a sus colaboradores y les dijo:
“¿Veis lo fácil que es gobernar a los estúpidos? ¿Veis cómo me está siguiendo la gallina a pesar del dolor que le he causado? Así son la mayoría de los pueblos, persiguen y apoyan a sus gobernantes y políticos a pesar del dolor que estos les causen por el simple hecho de recibir un regalo barato o algo de comida para uno o dos días”.
La realidad de la España actual es la corroboración más elocuente de la triste y canallesca teoría de la gallina desplumada de Stalin.
Prometen darnos, pero no nos dan nada. Hablan de solidaridad pero la solidaridad solo es nuestra porque se da exclusivamente con nuestro dinero.
Mientras tanto nos despluman, nos saquean, nos fríen a impuestos, malgastan el fruto de nuestro trabajo y todo les parece insuficiente, siempre quieren más. El problema es que nadie protesta, nadie se atreve a levantarse y todo el mundo se conforma con ese mísero puñado de trigo a pesar del daño y del dolor causados.
Y el problema ahora es aún más grave, han conseguido convencer a una gran parte de la población de que el hecho de que seamos invadidos y desplumados de todas nuestras riquezas no solo materiales sino sobre todo culturales, espirituales, identitarias, etc.. no sólo es bueno, sino que tener millones de subvencionados sobre todo si son extranjeros supone un gran avance económico, cultural y social de «normalización globalista».
¡Viva la «Nueva Normalidad» de la granja global!
Y han conseguido además, poner a esa parte, la más lerda y acrítica de la población «desplumada» (es decir, desnaturalizada, impostada, arruinada y atemorizada) de su lado, actuando esta como inquisidora y perseguidora de “el Enemigo del sistema” que no es otro que quienes no vemos nada lógico en todo esto y tenemos la provocadora e intolerable osadía de pensarlo o decirlo.
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