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Cuando los precursores  del cine irrumpieron con sus mágicos artilugios,  nadie  podía imaginar que la proyección de fotogramas, simulando el movimiento, iba a derivar en el 7º arte. Estos pioneros fueron encabezados por  Louis Le Prince, con el proyector de lente única y  considerado por muchos como el verdadero inventor del cine, ya que en 1888, siete años antes que lo hicieran los hermanos Lumière,  rodó la escena del Jardín de Roundhay  de apenas dos segundos de duración, (Louis Le Prince nunca llegó a patentar su invento,  pues  desapareció misteriosamente cuando viajaba en tren); después le siguieron Max Skladanowsky  con su bioscopio, proyectaba 8 imágenes por segundo;  Eadweard Muybridge que presentó en 1888 el  zoopraxiscopio, después  perfeccionado por Thomas Alva  Edison derivando en  el cinetoscopio  y por último, los hermanos Lumière que desarrollaron el cinematógrafo. Estos inventores cimentaron las bases del cine, pero fue Georges Méliès el que lo transportó hasta  niveles propiamente artísticos. El director francés implantó las bases del cine como espectáculo y fue el primero en utilizar los recursos del teatro en el cine, (hubo otra pionera, que quizá merezca en otra ocasión un artículo, llamada Alice Guy, desconocida para muchos, que desarrolló también múltiples técnicas cinematográficas). La obra más conocida de  George Méliès, es  Viaje a la luna, (Le Voyage dans la Lune, en su título original) una auténtica delicia desde el punto de vista narrativo y técnico. La película tiene claras influencias literarias  de la ciencia ficción como  De la Tierra a la Luna y Los primeros hombres en lientos de a Luna de Julio Verne y H. G. Wells, respectivamente. 

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Para saber más sobre este cineasta imprescindible existe  una película titulada Hugo que fue dirigida por Martin Scorsese  y donde un magistral Ben Kingsley encarna al cineasta francés. Hugo en un filme altamente recomendable.

Batallas HISPÁNICAS contadas en formato breve. «Roma contra cartago»

Una lluvia de flechas y jabalinas   cayeron sobre los elefantes  que atemorizados dieron la media vuelta  rompiendo  las filas cartaginesas. Escipión, el africano, lideró la carga definitiva contra los púnicos que viéndose perdidos  huyeron, dispersos y desordenados, a la falda de una colina. Cuando iban a ser masacrados por la caballería pesada romana una pertinente  lluvia comenzó a caer con virulencia,  promoviendo que tanto el diezmado ejercito púnico, como las tropas romanas se guarecieran en sus respectivos campamentos.

La lluvia torrencial estuvo cayendo toda la noche y también  las deserciones entre los cartagineses,  puesto que  sabían  que al amanecer serían aniquilados, irremisiblemente, por las legiones romanas. Asimismo, Asdrúbal Giscón, el general cartaginés,  aprovechó la oscuridad de la noche, para emular a sus hombres e igualmente huir.

Al alba, Escipión, a lomos de su caballo, observó con orgullo, como sus hombres saqueaban el campamento enemigo. El botín de guerra fue suculento. El general romano pensó con complacencia como, hacía ya tres años, arrebató a Magón Barca el enclave de Cathago Nova y como ahora, en la  Batalla de Ilipa, había conseguido doblegar a Asdrúbal Giscón. Daba comienzo la romanización de Hispania.  Lo que desconocía el Imperio Romano que, tres años después de la muerte de Escipión, el africano nacería un guerrero que traería de cabeza a las legiones romanas: Viriato.  Las guerras lusitanas se hallaban a la vuelta de la esquina.

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Microrrelato escrito por Juan Pablo Domínguez Serrano.

Juan Pablo Domínguez Serrano es un escritor, guionista y director madrileño. Eloy Gonzalo, dos veces héroe es su último trabajo audiovisual.  Asimismo es el guionista del documental titulado Supervivientes del arrecife del coral.  También ha guionizado  y dirigido varios cortometrajes. Su primera obra literaria 101 relatos cortos y microrrelatos de ficción y ficción histórica ha sido publicada en 2020.