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La denominada comunicación social (periodismo, marketing, publicidad, propaganda política…) se realiza, perfecciona y apuntala gracias a los experimentos sociales con humanos, de apariencia académica, pero en el fondo puras y duras operaciones psicológicas militares. «Pequeño Albert» (1920) y «Estudio Monstruo» (1939), con críos cual estólidas cobayas. Solomon Asch, Indefensión Aprendida (1967), Stanley Milgram. Y, desde luego, prisión de Stanford, Zimbardo, 1971.
Glorioso salmón, sum
Los límites de la voluntad humana (¿por cuánto «vendería» una abnegada y amorosa madre a su hijo?). La manipulación de su psique, desde críos, induciendo deliberadamente la tartamudez (física y mental), o originando crudelísimos tejemanejes mentales a un niño de escasos meses para inducirle, en el ínterin, miríadas de fobias. La relación de sumisión con la autoridad por el hecho de ser autoridad, por muy ilegítima e injusta que sea.
La conformidad social, adenda: en principio, salvo cuatro freaks, nadie quiere, cual glorioso salmón, nadar contra corriente. ¿Construimos nuestras opiniones en base a lo que “piensan” los demás? La inmensa y covidicia mayoría prefiere seguir a la mayoría, aunque piense lo contrario.
Salir de la jaula, que ni oro es
La flojedad del espíritu humano, excepto contadísimas excepciones, en el momento de obedecer (ciegamente) a la autoridad. Y los ingenieros sociales lo saben… de ahí que inviertan tantos esfuerzos y toneladas de recursos en propaganda.
Transformados en seres viles, según en qué condiciones: El Efecto Lucifer, pues, Zimbardo: el abisal y tantas veces ininteligible porqué de la maldad humana. Y tanta gente se siente como los perros electrocutados del experimento de indefensión aprendida. Sea cual fuere el títere o títeres en el poder, salvo que nos sublevemos, continuaremos en las jaulas recibiendo ininterrumpidas descargas eléctricas…
……Y porque todo sucede en Elizabethtown: «El salmón del Pacifico muere al nadar cientos de kilómetros contra corriente con un solo propósito…sexo, por supuesto, pero también…la vida». En fin.
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